Huejotzingo, enésima concertacesión
Se replegaría el PRD en la reforma
Cuando el Consejo Nacional del PAN denunció, el 10 de marzo de 1996, el ``burdo despojo electoral'' del que fue víctima en Huejotzingo, Puebla, y ``el violento desalojo'' que sufrieron sus militantes por el ``cacicazgo'' del gobernador Manuel Bartlett Díaz, en realidad la segunda fuerza política marcaba el inicio de una nueva concertacesión que le reportaría una posición de privilegio en la entonces incipiente reforma política del Estado y le haría recobrar su imagen de partido opositor.
Desde entonces, la relación de Acción Nacional con el gobierno de Ernesto Zedillo no estuvo exenta de fricciones, e incluso se había detectado desde meses antes una fuerte pugna entre el ex candidato presidencial Diego Fernández de Cevallos y el mandatario del país, cuyo origen se detectó en la presunta intromisión del jefe Diego en la relación institucional de su partido con el gobierno.
Ya desde la segunda mitad de 1995, y ante el inminente cambio en su dirigencia, los jefes panistas habían advertido un significativo deterioro de la imagen partidista ante los electores, a causa de los cuestionados acercamientos, primero, con la gestión salinista, y luego ratificado en esa especie de cogobierno con el régimen de Zedillo. Por eso diseñaron una estrategia que buscaría destacar la independencia de ese partido y su distancia con las autoridades federales, todo encaminado a los comicios de 1997.
Huejotzingo, un casi desconocido municipio poblano, en donde una ley electoral avalada por el PAN revirtió el resultado de la elección municipal y entregó el triunfo al PRI, resultó para los panistas una oportunidad inmejorable para llevar adelante su estrategia de presentar a los electores una cara de independencia respecto al gobierno, y buscar de esa forma una posición de privilegio frente a la reforma electoral.
El panismo puso todo el peso de su estructura partidista al servicio de Huejotzingo, desplegó lo que antaño fue conocido como la política total, con el argumento de que en aquel municipio el gobierno mostraría si tiene o no voluntad política para llevar adelante una verdadera reforma política del Estado. Evidentemente, Huejotzingo tiene una importancia estratégica para el gobierno priísta de Manuel Bartlett, pues a mediano y largo plazos puede convertirse en un significativo polo de desarrollo industrial.
Sin embargo, los comicios municipales de Huejotzingo y el artificio poselectoral creado por Acción Nacional llevaron a ese municipio a los primeros planos de la política mexicana, se convirtió en razón de Estado. El PAN condicionó su regreso a la mesa del diálogo para la reforma política a que le entregaran la alcaldía, mientras que el mandatario estatal Manuel Bartlett endureció su postura. Explicó en Gobernación y en Los Pinos la maniobra panista y en un principio pareció ganar la batalla. El propio Ernesto Zedillo se dijo convencido de que el panismo sólo buscaba una salida fuera del marco legal.
Pero también el gobierno zedillista sabía, y sabe, que una reforma política sin Acción Nacional tendría un impacto político limitado. Si bien contó durante todo el proceso de negociación de la reforma con el aval del PRD y del PT, el PAN le resultaba indispensable. Si Carlos Salinas empujó hasta cuatro reformas electorales sólo con el apoyo del PAN, Zedillo parece no estar dispuesto a realizar ``la reforma política definitiva'' sin ese instituto.
Pese a las repetidas promesas presidenciales de que las concertacesiones habían llegado a su fin, a los constantes llamados para que se aceptara el resultado en las urnas el gobierno debió dar marcha atrás, reconocer que la presión panista ponía en riesgo la reforma electoral y, ayer, el gobierno dio el último empujón al alcalde electo de Huejotzingo, Miguel Angel Martínez, para que renunciara a su cargo.
Pero el chantaje panista y la concertacesión con el gobierno federal puede ocasionar un problema mayor del que se pretendió resolver: que el PRD abandone los acuerdos alcanzados en la reforma. Al tiempo que se confirmaba la caída del alcalde priísta de Huejotzingo, en el Congreso de la Unión la bancada del PRI impulsaba una propuesta para reabrir la discusión de los puntos acordados en la Secretaría de Gobernación, entre la parte gubernamental, el PRI, el PRD y el PT.
Era sabido que Gobernación encorchetó 12 puntos de la reforma, los más importantes, para ser rediscutidos en el Congreso. Hoy se sabe que esos puntos fueron acordados con el PAN y que será la opinión de esa fuerza política la que determinará los aspectos centrales de la reforma. Así, otra vez el gobierno y Acción Nacional sacarán adelante la reforma electoral, la quinta en los últimos siete años.
Para no pocos priístas, el gobierno y el PRI están acordando las reglas para cuidarse las espaldas, una vez que empiece su retirada. No que no habría más concertacesiones? Dónde están los priístas que se oponían a esas salidas políticas