La Jornada 17 de mayo de 1996

Entre los priístas, molestia y críticas a Oñate; el caso ``indica que la negociación domina las elecciones y la presión anula la democracia'', declara Ricardo Monreal

José Ureña La solución del caso Huejotzingo derivó ayer en protestas de priístas contra la dirigencia de Santiago Oñate, amagos de retiro de representantes en las negociaciones para la reforma política y críticas porque el acuerdo se realizó a espaldas de la militancia.

``Es un precedente negativo del gobierno de Ernesto Zedillo porque empaña el proceso de construcción de una legislación más justa'', dijo Ricardo Monreal Avila, representante del PRI en las discusiones legislativas para elaborar el proyecto de cambios constitucionales.

``El arreglo se hizo sin el consentimiento del Comité Ejecutivo Nacional del partido (CEN del PRI) y es censurable que se ceda al chantaje y a la negociación al margen de la ley y de los electores de Huejotzingo'', dijo el secretario de la Fundación Colosio, Florencio Salazar Adame.

``Fue un mal necesario ante la intransigencia del Partido Acción Nacional'', trató de justificar el dirigente capitalino Roberto Campa Cifrián. ``El PAN siempre ha sido una organización chantajista que ve los intereses personales y no los de país'', agregó.

Los tres fueron entrevistados por separado. En la sede del PRI las oficinas estaban vacías: Oñate regresó de Nueva York y se fue a Monterrey, Nuevo León; el secretario general, Juan S. Millán, asiste a la reunión parlamentaria México-Canadá, y otros secretarios no contestaron el teléfono.

A la antesala de Oñate llegó el senador zacatecano Ricardo Monreal. Iba furioso: ``No sé qué pasó. Vengo a buscar una cita con mi presidente para que me dé información. Me pregunto, y quiero preguntarle, si vale la pena seguir esforzándose en la negociación de una ley electoral justa si desde ahora no se respeta''.

El rostro del representante del PRI y del Senado en las pláticas estaba enrojecido: ``Ahora la reforma está supeditada, subordinada a la negociación política, a la satisfacción de los panistas para que no se retiren. Esto nos indica que la negociación domina las elecciones, que la presión deja sin sentido las votaciones y anula la democracia. Esa es nuestra realidad, esa es la gravedad intrínseca de Huejotzingo.``Hacia adelante, explicó, las consecuencias pueden ser funestas: ``Todo esto nos debe llevar a reflexionar y entender que, de seguir como vamos con este antecedente funesto, el primero de este régimen, para los comicios de 1997 es mejor prepararse para el chantaje, la movilización y la presión que para ganar la simpatía del electorado. Así, preparémonos a entregar diputaciones y senadurías en 1997 y tal vez la Presidencia de la República en el año 2000''.

Campa Cifrián fue el único dirigente del PRI que convocó a conferencia de prensa. En ella dijo que el PAN ``no tiene ninguna razón para estar contento'' porque ganó Huejotzingo con base en el chantaje. ``Me parece que el PRI ha dado muestras de voluntad para avanzar en la reforma''.

A Acción Nacional, insistió, se le acabaron los pretextos para no acudir a la mesa para la reforma del Estado, pero más allá de ese hecho está que si se anteponen ``intereses individualistas como los que dominan en el PAN, entonces no podremos resolver los asuntos fundamentales del país y menos la crisis económica''.

Dijo que la sociedad entera reclama que los partidos se pongan de acuerdo en lo fundamental, ``que tengamos capacidad de enfrentar los problemas con decisión, sapiencia y cordura, pero no que se negocie el voto. Estamos en transición política y toda transición tiene costos, pero hay que respetar la voluntad popular y en Huejotzingo el voto no favoreció al PAN''.