Fin al sistema de un solo partido en el poder, recomienda la OCDE a México
José Gil Olmos /I A la par de la necesaria modernización educativa, México requiere ``profundos'' cambios en sus estructuras económicas y políticas. Esto implica, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), la refundación del sistema bancario, la recuperación económica en 1996, la reactivación de las exportaciones y el alejamiento del modelo político de ``un solo partido en el poder'' para instaurar el pluralismo, esencial en la democracia moderna, a pesar de las divergencias que existen en el Partido Revolucionario Institucional.
La organización, que agrupa a los 26 países más desarrollados del mundo y a la que ingresó México en 1994, preparó, a petición del gobierno mexicano, un informe sobre las políticas nacionales de educación superior; sin embargo, los examinadores señalan: ``La importancia de las desigualdades sociales y de las disparidades regionales constituye un aspecto que los observadores extranjeros no dejan de notar y que muchos mexicanos lamentan tener que subrayar''.
Además, precisan que los exámenes de la OCDE no se limitan a analizar el funcionamiento interno del sistema educativo y a evaluar la calidad de la enseñanza, sino que son más amplios: ``Nos esforzamos para ver en qué medida el sistema educativo responde a las necesidades de la economía y de la sociedad actuales y en qué medida puede contribuir a la consecusión del desarrollo económico y el progreso social''.
En la primera parte de su analisis, el grupo de observadores encabezados por Eric Esnault, secretario de la OCDE, señala como causas de las desigualdades en México circunstancias históricas, geográficas y económicas que deben resolverse con una combinación de programas especiales combinados con medidas globales, particularmente en el terreno económico.
Así, sin perder el eje del estudio, la OCDE hace un repaso de la evolución de la economía mexicana en la segunda mitad de este siglo. Señala que gracias a la centralización del poder desde la década de los cuarentas se produjo un crecimiento económico acelerado a un ritmo de siete por ciento anual, lo que puso al país en una posición de liderazgo en Latinoamérica y en el Tercer Mundo en general; sin embargo, la sustitución de importaciones se transformó en una ``estrategia proteccionista, incluso aislacionista'', que dio pie a desequilibrios crecientes como el incremento de la deuda pública y la crisis financiera de 1982.A raíz de esta crisis el gobierno mexicano optó por la liberalización de los intercambios y la venta de numerosas empresas públicas, pero en 1994 se presentó una nueva crisis, esta vez financiera.Aunque no desean entrar en polémica, los examinadores de la OCDE replantean los análisis que organismos internacionales y ellos mismos hicieron al respecto:``Algunos ponen énfasis en los errores o las torpezas de la gestión financiera, una sobrevaluación del peso o la compensación de los déficit por medio de la afluencia de las inversiones extranjeras de carácter especulativo; otros en la insuficiencia de las inversiones y la infraestructura; unos más en la permanencia de desequilibrios o de disparidades internas.
``No deseamos entrar en tal debate. Simplemente constatamos en tales diagnósticos ciertas convergencias y algunas divergencias respecto de nuestras propias observaciones. La palabra 'divergencia' quizás resulte excesiva, pero tenemos la percepción de que ciertos análisis se centran más en la economía financiera que en la economía real; más en una situación del momento que en una potencial (...) Deseamos, pues, mantener cierta distancia respecto de ellos. No obstante, estamos de acuerdo con algunos diagnósticos que ponen en tela de juicio la insuficiencia de capital humano, por lo que preferimos llamar la insuficiencia de la formación de masas y de la cultura técnica o, en ciertos medios, una excesiva confianza en la función del Estado para resolver las dificultades económicas o sociales''.La OCDE prevé que la crisis financiera de 1994 ``tendrá repercusiones profundas'' y que será necesario que el gobierno mexicano aplique soluciones de fondo para una recuperación económica, que impliquen ajustes estructurales que requieren tiempo y reflexión.
Entre estos ajustes plantea la refundación del sistema bancario, reequilibrar la protección social o bien incorporar a las multitudinarias generaciones al mercado de trabajo. ``Sabemos también que si bien las exportaciones han crecido de manera considerable, incluyendo las del sector petrolero, siguen siendo insuficientes para garantizar la reactivación, y que ésta depende en gran medida de un crecimiento de la demanda, que aún es muy dudoso''.
No obstante, la OCDE confía en el dinamismo del país. ``Nuestra confianza en realidad se cimienta en impresiones profundas: una evolución de las mentalidades en el mundo político, académico, de las empresas, de la sociedad en general, la emergencia de nuevos valores, de nuevas actitudes, más constructivas y autónomas, que hacen pensar en un viraje de radical importancia en la historia de México''.Los examinadores de la organización mundial con sede en París, Francia, señalan que existe un fuerte vínculo entre la recuperación económica duradera y una evolución política.
En ese sentido, se congratulan de la ``evolución'' que ha tenido la ``nueva presidencia'', cuyas intenciones van más allá de la esfera económica; es decir, plantea propuestas políticas que inciden en un distanciamiento de la centralización para reforzar el carácter federal del país: el proceso de ``federalización''.
La OCDE también se refiere a la relación PRI-gobierno: ``Hay un alejamiento del modelo de un solo partido en el poder; ciertamente, en el seno de ese partido existen profundas divergencias de opinión y hoy día hay otras corrientes políticas que están representadas entre los gobernadores de los estados.
``Nos congratulamos de esa evolución, no porque tengamos preferencias por uno u otro partido, sino porque pensamos que es esencial que en una democracia moderna coexistan varias tendencias, que se instaure el pluralismo, que se dé un auténtico debate político. Pensamos también, de manera más general, que si la crisis actual debe marcar un viraje, una oportunidad, el cambio debe ir más allá de unas cuantas avanzadas sectoriales''.
Al llegar a este punto, el informe de la OCDE considera que es necesario que en México emerja una ``sociedad civil'' que participe para equilibrar al gobierno, ejercido ``por una élite, incluso una oligarquía que ha sabido conseguir éxito y prestigio''.
Considera que un país más desarrollado, abierto al exterior e integrado en muchos sentidos al mundo de las naciones más avanzadas ``requiere de una más amplia paarticipación de esa sociedad civil, sobre todo de las clases medias que se desarrollaron a los largo de los periodos de expansión y que son los artesanos del desarrollo, pero también los primeros y más duramente castigados por las crisis económicas''.
Empero, los analistas hacen notar que en sus dos visitas al país (julio y noviembre de 1995) se hizo evidente la ausencia de esta ``sociedad civil''.
``No hay, pues, que extrañarse de la multiplicidad de las reivindicaciones, de los conflictos o de las manifestaciones que caracterizan la vida mexicana, esta cultura de la revolución. Ya sea que se esté a favor o en contra de ella, se espera mucho del poder, cuyos medios son evidentemente limitados. Lo que nos pareció que faltaba, aquello cuyo surgimiento creemos que se debe favorecer, es una sociedad civil fuerte, en la que los derechos, los deberes y las responsabilidades estuviesen más equilibrados''.
Asimismo, menciona a las clases medias y su función dentro de la ``sociedad civil''. Así, ``vemos claramente que la promoción de las clases medias que subyace en tal emergencia es uno de los requisitos de un desarrollo económico estable que no sólo dependa del bajo nivel de los salarios, ventaja que no garantizaría por mucho tiempo la competitividad de México. La educación, y en particular el desarrollo de las formaciones técnicas y profesionales, son las claves principales de ese cambios''.
Empero, cuestiona si para el presidente Ernesto Zedillo la educación es una prioridad nacional: ``Sabemos que ciertas organizaciones políticas lo afirman, y el hecho de que el Presidente sea un ex secretario de Educación permite suponerlo. El nivel de inversión de México, incluida la inversión en la educación, nos parece todavía insuficiente, quizá no en términos de porcentaje, sino en razón de la magnitud de las necesidades'', asegura la OCDE.