Bernardo Bátiz V.
Registro condicionado

Está corriendo el plazo que tiene el Consejo General del Instituto Federal Electoral para resolver sobre la solicitud de partidos que pretenden obtener su registro condicionado al resultado electoral. La convocatoria se cerró el día último del mes de abril, y por ley el IFE tendrá que resolver, por conducto de su Consejo, en un término de 45 días, esto es, a la mitad de junio.

La prensa y los otros medios de comunicación, distraídos por los casos de Huejotzingo y del Chupacabras, poco se han ocupado de este asunto, a pesar de sus facetas sin duda interesantes y en algunos casos importantes para la vida política del futuro cercano de México, y eventualmente del largo plazo.

Un aspecto interesante es que solicitaron (solicitamos) registro 15 agrupaciones políticas, que tuvieron (tuvimos) que acreditar que se cuenta con principios de doctrina, estatutos, programa de acción y presencia pública, al menos en los últimos dos años. Además de todo esto, esas 15 agrupaciones deben acreditar que cuentan con el apoyo de nueve mil afiliados, distribuidos de 90 en 90 en cien de los 300 distritos electorales, ó 900 en al menos diez entidades federativas.

Todo lo anterior puede haber sido fácil, más o menos, para los partidos que contaron ya con registro y lo perdieron, pero que conservaron listas de militantes, recursos económicos de anteriores subsidios o restos de sus relaciones abiertas o veladas con funcionarios públicos.

Para otros no fue fácil; los mexicanos, en general, están desconfiados de los partidos políticos y los comentarios reiterados de que lo que buscan los grupos aspirantes al registro es su tajada en el gordo pastel del subsidio, han hecho que ciudadanos no comprometidos con los partidos existentes lo piensen dos veces antes de dar su apoyo a los emergentes.

En el caso del Foro Democrático, del que soy militante y dirigente, puedo decir que de entrada no aceptaríamos el subsidio en dinero y tan sólo aprovecharíamos el tiempo a que tengamos derecho en radio y televisión, así como las franquicias en telégrafos y correos. Esto es, no queremos cargar a los impuestos, pagados por el pueblo, con lo que alguna vez el entonces diputado Miguel Montes llamó ``el salario mínimo de los partidos'', pero sí queremos usar los medios de comunicación, que son colectivos, para difundir nuestras ideas y propuestas.

En el Foro pensamos que los subsidios en dinero han enturbiado la política nacional, y lo que debió ser una competencia entre ciudadanos se convirtió en una lucha entre burocracias partidistas, para crecer y ampliarse, olvidando o al menos postergando el bien común, sacrificado al interés del grupo.

El Foro pretende así un cambio de fondo en la política nacional, en especial en lo que ha sido una nefasta tradición, la de que el partido oficial reciba recursos de las diversas estructuras del gobierno y del área paraestatal de la administración. La fórmula usada por el sistema para contrarrestar la crítica a esa práctica les dio resultado; en lugar de prohibir que el partido del gobierno recibiera dineros públicos, dieron también a los demás partidos su parte y santo remedio. Cuando alguien se alborotaba, don Porfirio Díaz decía: ``ese pollo quiere su maíz''; los neo-porfiristas aprendieron bien la lección y le han echado su maíz a muchos, a veces en dinero, otras en concesiones diversas o bien en cargos públicos.

Muchos partidos, en efecto, buscan su registro, pero algunos como el Foro no serán la calca de otros partidos ni la repetición de esquemas viciosos en los que pesa la tradición priísta más que una losa. Hay otras formas de hacer política y los ciudadanos, incluidos los consejeros ciudadanos, deben dar paso a estas opciones diferentes, a las que la ley aún vigente les da la oportunidad de que sean sus jueces los votantes nacionales.