La Jornada 24 de mayo de 1996

Zedillo: no hay dobles mensajes sobre Chiapas

Roberto Garduño Espinosa, enviado, Comitán, Chis., 23 de mayo Al acudir este día a uno de los municipios que ha estado inmerso durante los dos últimos años en el conflicto chiapaneco, el presidente Ernesto Zedillo reiteró al EZLN la voluntad del gobierno para continuar el diálogo, y aseguró que en la convocatoria gubernamental para mantenerse en la mesa de negociaciones ``no hay dobles mensajes ni propósitos ocultos''.

Dijo: ``Nadie debe regatear sus aportaciones a la paz. La concordia y la dignidad deben ser de todos y para todos. Con la violencia nadie gana''.

En su segunda visita como mandatario a esta entidad, Ernesto Zedillo no sólo abordó el conflicto armado, sino que se refirió a las diferencias religiosas entre evangélicos y católicos tradicionalistas en San Juan Chamula.


Encuentro de campesinos con el presidente Ernesto
Zedillo, ayer en las ruinas de Tenam, Chiapas.
Foto: Omar Meneses

En la explanada del juego de pelota maya de la zona arqueológica Tenam-Puente, el Presidente respondió al emisario del presidente municipal de San Juan Chamula, Salvador Gómez Hernández, al que le pidió una solución pronta al conflicto religioso:

--Señor Presidente, traigo una invitación para que visite San Juan Chamula.

--El día en que se den la mano (los dos grupos religiosos), que espero sea pronto, ese día iré a Chamula.

--Nosotros tratamos, pero la otra gente (evangélicos) no quieren...

--Yo quiero que sea una solución pero de veras. Yo quiero que ese problema se acabe pronto. La religión no puede ser motivo de división. Esto debe quedar claro.

--Si, señor Presidente.

--Le digo que voy a ir pronto. El día en que se den la mano.

La visita presidencial comenzó temprano en Comitán, región fronteriza de Chiapas, que horas antes fue peinada y resguardada por batallones del Ejército Mexicano. Tras el aterrizaje del avión TP-02 de la Fuerza Aérea Mexicana, el convoy oficial arrancó hasta perderse tras una loma que bordea el valle de Comitán, donde aguardaban cientos de tzotziles, zoques, tzeltales, tojolabales, mames, choles. Eran hombres y mujeres de rostros adustos humedecidos de sudor.

A 110 kilómetros de Guadalupe Tepeyac, el Ejecutivo federal envió un mensaje al EZLN, donde aseguró que el gobierno tiene la ``voluntad inquebrantable'' de avanzar en la consolidación del diálogo, ``conforme a la letra y el espíritu'' de la Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna, con la intención de abrir puentes de acercamiento y conciliación.

``La Ley abrió el espacio para una negociación constructiva. La Ley respondió a la legítima preocupación por la condición de injusticia en que se encuentran las comunidades indígenas de Chiapas, y respondió también a la demanda de trabajar por una solución en el marco del derecho, en paz y procurando atender las causas reales del atraso y la inconformidad''.

Minutos después, en Tuxtla Gutiérrez, redobló su llamado al diálogo: ``La solución está en fortalecer el diálogo, en respetarlo y preservarlo por encima de todo interés particular; en privilegiarlo, no como un recurso secundario, sino como el único medio para acortar distancias...''.

Las palabras de Ernesto Zedillo en la zona de Comitán, llevaban como destinatario al Ejército Zapatista, en un sitio donde los indígenas, parecía, serían testigos mudos de una visita más de un Presidente. Los que llegaron hasta aquí traían cocidos los pies por sus botas de hule. Otros, los menos, estuvieron enfundados en trajes típicos de la región. Daba la impresión de que recibirían de lejos el saludo del mandatario.

Pero al culminar el acto sobre Desarrollo Sustentable en Chiapas, de forma inusual el primer mandatario se acercó a la primera fila del sillerío donde esperaban decenas de indígenas, campesinos, ganaderos y políticos. Aquello se convirtió en una sesión interminable de audiencias al aire libre y a pleno sol.

Llegó el turno al alcalde de Altamirano:

--Vengo a decirle, señor, que los recursos se nos están acabando...

--¿A qué se están destinando los recursos? ----interrogó Zedillo.

--A obras, señor.

Mientras estrechaba las manos de los indígenas, el Presidente se encontraba con reclamos, con añejas exigencias de años y décadas que sólo de palabra recibieron respuesta y se quedaron en frases huecas.

``Qué Pemex nos repare caminos''. ``Señor, necesitamos caminos''. ``En el municipio hay 18 comunidades inconformes...''. Al torrente de interrogantes y solicitudes, el primer mandatario respondía, firmaba de recibido copias de documentos originales. ``Hay que mediar, hay que encontrar la concordia'', repetía.

Desde Zinacantán llegaron viejos tzotziles, que le solicitaron se termine la pavimentación de la carretera que comunica a su pueblo con San Cristóbal de las Casas. Lo mismo hizo un grupo indígenas de San Andrés Larráinzar. Ernesto Zedillo les respondió. Primero le dijo al gobernador Julio César Ruiz Ferro: ``Quiero que los ayude''. Después, ante la insistencia, llamó a Carlos Rojas, secretario de Desarrollo Social. ``Rojas, ven... te encargó que junto con el gobernador veas lo de San Andrés...''.

También dos tzeltales de Oxchuc, se le acercaron: ``A nombre de nuestro pueblo, que está muy enojado, le pedimos que se termine la obra del palacio municipal''. Zedillo reaccionó: ``El pueblo está molesto o el presidente municipal...''.

Desde la región de la Selva, un hombre le entregó un voluminoso expediente. ``Necesitamos un camino que nos acorte la llegada al hospital de Guadalupe Tepeyac; tenemos que recorrer más de 30 kilómetros y si nos hacen el camino llegaremos atravesando menos de 12... Ahi tiene los croquis''.

El Presidente abrió el expediente, leyó con atención y respondió: ``No se está aprovechando el hospital, ¿verdad? Es que no llega la gente, la verdad es una gran inversión...''.

Uno de los que llamó la atención fue el líder ganadero coleto, Jorge Constantino Kanter, quien calzando botas vaqueras y portando cinturón ribeteado se presentó ante el Ejecutivo: ``Estamos pidiendo una solución a nuestros problemas. Sentimos que se está atrasando la firma del convenio marco''.

Antes de retirarse, un zinacanteco sacó un cotón y le pidió al Presidente se lo colocara.

No le quedó: ``Ahora saben mi secreto, estoy cabezón, no me quedan los sombreros que me regalan...'', bromeó Ernesto Zedillo.

Después el mandatario viajó a la capital del estado, Tuxtla Gutiérrez, donde inauguró la la XX Asamblea del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Radio y Televisión (STIRT). Posteriormente abordó el avión para dirigirse a Tapachula.

En la región fronteriza del sur anunció que durante 1996, los municipios del estado dispondrán de 960 millones de pesos para financiar acciones que permitan avanzar en el combate a la pobreza. Antes de retornar a la ciudad de México, inauguró la Reunión Bilateral de Autoridades Municipales México-Guatemala.