Con asegunes y lo que se quiera, Iraq, después de más de cinco años de bloqueo, vuelve a exportar petróleo crudo. Como la anterior cuota de ese país ya había sido cubierta por otros, el monto que se exporte se va a traducir, por lo menos al principio y en lo que se llega a un nada seguro acuerdo sobre qué países van a exportar menos, en una baja del precio del crudo en el mercado mundial. No será algo inmediato. Quien habló de una baja de un dólar y medio para la mezcla mexicana puede haber especulado al respecto, porque esta semana los precios fueron más altos que la anterior. La baja tampoco será muy fuerte: el monto que se autoriza a vender a Iraq no es tan importante está definido en valor, pero al precio actual son como 700 mil barriles diarios, poco más del 1 por ciento de la producción mundial. Además, los precios del crudo han estado relativamente altos en los primeros meses de 1996.
Hay un contexto en Estados Unidos que permite comprender mejor el asunto. Lo de Iraq se estaba discutiendo desde hace años, y ahora es cuando se llega a un acuerdo. Es un momento muy oportuno para la situación interna del vecino país.
Resulta que si tomamos como indicador el promedio de los crudos de referencia WTI tejano y Brent inglés, el precio promedio semanal aumentó de 17 dólares por barril a principios de febrero pasado, a 23 dólares a mediados de abril. Ese precio, con sus fluctuaciones, ha estado arriba de 20 dólares durante las últimas 11 semanas, y eso no había sucedido en años.
También subió la gasolina en Estados Unidos. Allá el mercado regula ese precio. El mismo, a nivel de promedio nacional, pasó de 1 dólar 11 centavos el galón a principios de febrero, a 1.32 a fines de abril. Y es conocida la gran sensibilidad de muchos automovilistas del vecino país al precio de la gasolina.
El virtual candidato republicano a la presidencia estadunidense, Robert Dole, aprovechó el asunto para la campaña, y acusó al gobierno de Clinton candidato a la reelección, por el Partido Demócrata de haber motivado el alza con el aumento al impuesto sobre la gasolina aprobado en 1993. Claro, es difícil que se acepte que un alza iniciada hace tres meses sea resultado de una medida tomada hace tres años. Tampoco es fácil aceptar que un alza en el impuesto de 4.3 centavos de dólar por galón, en 1993, motive un aumento de precio de 21 centavos en 1996. Además, Dole había apoyado como legislador anteriores alzas al impuesto sobre la gasolina. Pero así son luego algunas campañas electorales.
Una de las respuestas de Clinton fue anunciar la venta de un monto muy reducido de crudo de la Reserva Estratégica. Esto último no afectó el precio del crudo. Otra medida de Clinton fue ordenar al Departamento de Justicia (en cierto modo, equivalente a la Procuraduría aquí) y al Departamento de Energía, que investigaran si las grandes empresas petroleras habían manipulado el mercado para subir precios y obtener beneficios adicionales.
Algún portavoz petrolero del vecino país alegó que el precio subía porque había escasez. Por un lado, es cierto que los precios del petróleo tienen sus propias leyes de comportamiento. Por otro, también lo es que se puede influir en los mercados con los niveles de concentración y concertación existentes en la industria petrolera.
Pero algo más es evidente. Entre el momento en que se vende a un refinador un barril de crudo, y el día en que la gasolina que de ahí salió se vende al público, pasa un tiempo: transporte del crudo, almacenamiento, refinación, almacenamiento de los refinados, transporte de la gasolina y el tiempo que está en la gasolinera hasta que la llegan a comprar. Ese tiempo es variable, pero en promedio se le ha estimado en dos meses. Y ahora el precio de la gasolina subió prácticamente al parejo con el precio del crudo, lo cual significa que las grandes petroleras compraron crudo barato y luego vendieron el refinado caro.
El resultado: utilidades altísimas en el primer trimestre de 1996, de varias compañías petroleras. Según la Comisión de Energía de California, 77 por ciento del monto del aumento de la gasolina en ese estado llegó directo a las utilidades brutas de las empresas refinadoras.
En ese momento llega el acuerdo con Iraq. Clinton lleva una ventaja importante en las encuestas preelectorales, y es posible que como secuela del asunto de los precios de la gasolina, que ahora tenderán a bajar al reducirse moderadamente el precio del crudo y con las petroleras teniendo que cuidarse de las investigaciones en marcha, esa ventaja se consolide.