La Jornada 27 de mayo de 1996

Charla con Poniatowska

Ardiente paciencia

La prosa chilena de Antonio Skármeta es sabrosísima, sensual, rotunda y atropellada. Es un chorro de voz, como dice la canción ranchera. Sale a borbotones y derriba barreras. Sin embargo, a pesar de la profusión (que desde luego sepultaría a Rulfo) Skármeta es muy claro en sus cosas. Sus palabras suenan en el tímpano y sospecho que son definitivas. La influencia que ha ejercido en los jóvenes mexicanos es de muy larga duración. Juan Villoro, Guillermo Samperio, José Agustín, Carlos Chimal lo siguen de muy cerca y lo admiran como a un maestro. Es más, lo quieren. Villoro coincidió con él en Alemania cuando Skármeta era un exiliado más en Berlín occidental y Juan nuestro consejero cultural en Berlín oriental. Después, han vuelto a encontrarse en Alemania, en Chile y en México y Villoro sigue considerándolo un extraordinario cuentista, lo cual es una faena porque el éxito no suele hacer mejores a los escritores, al menos en el caso de varios latinoamericanos.

Dices en el prólogo a El cartero que en un tiempo fuiste redactor de un diario de quinta y te ponían a pergeñar entrevistas que podía hacer cualquier hijo de vecino. Consideras que hacer periodismo incluso cultural daña a la escritura?En primer lugar, el prólogo a Ardiente paciencia, como primero se llamó El cartero de Neruda, forma parte de la ficción.

Yo creí que era la puritita verdad.

No todo es verdad, no todo es mentira, Amorosa. (Sonríe de oreja a oreja y se le cierran los ojos). Es la perspectiva del narrador para contar su historia. El narrador iba a meterse en un tema mítico como lo es el del poeta Pablo Neruda a quien se le ha quemado suficiente incienso. Como autor, yo necesitaba un fresco desde el cual narrar mi novela, un fresco que le demostrara a los lectores que es capaz de cualquier frescura y así inventé a este narrador y para poder presentarlo escribí el prólogo. Era importante en una novela como la mía, que entre los personajes se moviera un merodeador, una rata de menor monta. Chile está lleno de esa prensa amarilla en que les pagan a periodistas muy menores por algún articulito y siempre andan merodeando por allí en las redacciones buscando sobre qué escribir, desenterrando algún escándalo, inflando una noticia que pueda servirles. Yo conocí a varios de esos pequeños reporteritos, no creo que ninguno de ellos dañe a la literatura, pero digamos que hay un tipo de periodista que cada vez se empobrece más y más. La técnica y la complicación de las comunicaciones modernas van dejándolo atrás. Hablo del reportero que está precariamente trabajando en un diario con el sueño de escribir algún día algo de creación pero, porque las circunstancias le son adversas, posterga infinitamente su proyecto.

Desprecias a esos periodistas?Al contrario, yo les tengo un enorme cariño; de ahí que mi narrador sea uno de ellos, de ahí que lo haya escogido para señalar la figura del creador.

Neruda?Obviamente Neruda es el creador.

Antonio, utilizas textualmente fragmentos de Confieso que he vivido, las memorias de Neruda...

Hay elementos de El cartero de Neruda que tienen una referencia real, algunos fragmentos son absolutamente ciertos, reales. Neruda fue candidato a la Presidencia de la República, fue embajador de Chile en París, vivió en Isla Negra, pero eso no quita que sea un personaje de ficción, tan de ficción como el cartero Mario Jiménez. Ese Neruda que se sienta en una banca a conversar con el cartero es el Neruda que proyecta inocencia, integridad y ternura.

Si Neruda viviera seguramente le parecería una maravilla ser visto como lo ves; un hombre bueno y tierno, dispuesto a escuchar a su prójimo por más humilde que sea.

Bueno, la crítica más linda que he tenido de esta obra es de un norteamericano que me dijo: ``No sé si Neruda era o no era así, pero si no era así lástima por él''.

Era Neruda así de accesible?No. Era bastante hostil con los pelmazos, le irritaban los elogios fáciles y en muchos dejó la visión de un hombre medio hosco. Sin embargo, Pablo Neruda, por famoso que fuera, se interesaba en todo lo que sucedía en el pueblo más lejano.

A mí me parece un tanto improbable, Antonio, porque a esa edad y tal como lo pintas en tu novela, Neruda ya tenía una idea de su importancia, que era muy grande. No lo imagino siguiendo a un empleado de correos pálido y descangallado a una fonda para tomarse una copa de vino con él, escucharlo y esperar a que le presente a su novia, la portentosa Beatriz.

Neruda tenía una importancia mundial y desde luego ésta se acrecentó cuando recibió el Nobel de Literatura, pero todo lo que pasaba en esa mísera aldea lo conmovía, lo preocupaba y lo incitaba. Tenía el Premio Nobel pero si el señor José Chamorro del diario La voz de Contulvo, el pueblo más perdido de Chile, o en la provincia sureña de la quinta región de la Patagonia, escribía un artículo diciendo que ``el último libro de Neruda no está a la altura de los anteriores'', Pablo se ponía pálido, temblaba, se preocupaba, dejaba de dormir y mandaba a su hueste de amigos a preguntar quién era ese José Chamorro. Cualquier crítica en Isla Negra lo irritaba y lo descontrolaba mucho más que una en el New York Times. Podía haberse sacado el Nobel pero le preocupaba en una forma totalmente desorbitada lo que podía decir de él el carnicero del pueblo.

Eso le irritaba?Le irritaban los majaderos, los que iban a quemarle incienso, pero con la gente sencilla se entendía de maravilla. Sentía curiosidad por ver cómo le había ido al pescador en su pesca de la madrugada, tenía grandes conversaciones con choferes, con mineros, con obreros metalúrgicos, con los artesanos que se encontraba en Isla Negra. Neruda es un tipo que tenía un origen humilde y jamás lo olvidó y jamás dejó de tratar a los humildes.

Tú también tratas a los humildes, Antonio?Es la relación que más me interesa, la que más amo, nada es más importante para mí que la inventiva de la gente sencilla, y en el caso de los chilenos, su sentido del humor que es refinadísimo, finísimo. Su curiosidad también me conmueve. Cuando yo me fui al exilio a raíz del asesinato de Salvador Allende, mi intención en la novela fue hacer una especie de revisión de un pequeño paraíso perdido: Chile, mi Chile, mi país y desde el exilio empecé a pensar qué era lo esencial de ese territorio mío y descubrí que era la gente, la gente sencilla. Por eso en mi novela me concentro muy fuertemente en ese pequeño mundo, en la intimidad de los personajes y me parece esencial que pertenezcan al pequeño universo de Isla Negra. Considero que los chilenos son creadores que tienen grandes dificultades para realizar sus sueños, lograr sus proyectos.

Y sus limitaciones?En mi novela, Mario Jiménez se trasciende a sí mismo y llega a ser un creador, para lo cual está dotado naturalmente. El cartero tiene el ingenio de la inocencia. Tienen una actitud inocente y a la vez irónica. El cartero tiene un alma mucho más grande de lo que él puede expresar. Las emociones encontradas, reflejadas con gran certeza en el rostro del actor Massimo Troisi, muestran la intensidad emotiva que hay en cada ser humano, el ansia larvada por crear, por romper la vida cuadriculada, la monotonía de la rutina. Mario Jiménez es un muchacho cotidiano con una gracia natural con la que se pueden identificar los espectadores. Me explico su éxito por eso.

Todos podemos ser creadores?Sí, si se nos da la oportunidad. En mi novela la amistad entre el cartero y Pablo Neruda se estimula mutuamente con la gracia, la sabiduría y la inocencia de Mario Jiménez.

A propósito de ello quería preguntarte, Antonio, por qué si el gran personaje de El cartero es Pablo Neruda, el que conmueve es Mario Jiménez?Porque el tema más profundo de la novela es el de un hombre que tiene una alma que lo desborda y ése es precisamente Mario, aunque no puede expresarla.

Massimo Troisi bien que la expresa!También el cartero logra comunicar las turbulencias deliciosas que le procura el poder expresarse, convertirse en poeta, superar los límites tan estrictos que la realidad le ha impuesto. El busca en la poesía el camino de su liberación y encuentra un modelo, un árbol tutelar: Pablo Neruda, su modelo. Pero es evidente que Mario no puede ser poeta ni puede ser Neruda. Por qué emociona Mario, por qué ha cautivado desde Estados Unidos hasta Asia? Porque es el personaje con el cual el público siente un compromiso sentimental muy hondo. Yo creo que hay una aspiración en toda la gente, la más sencilla, la más modesta, la más cotidiana por trascender sus límites, una tendencia a la creación, digamos, la sospecha de que la vida no es la rutina del trabajo o la rutina del desamor, la fatalidad del desastre ecológico, el abandono, la violencia a que nos hemos enfrentado, digamos que siempre hay un impulso que la gente más sencilla proyecta y que renace o que toca una fibra cuando ve a alguien que si es un creador. Creo que toda la gente, hasta la más sencilla tiene el proyecto de ser poeta, escritor, pintor, a pesar de sus límites.

Los lectores y los espectadores se reconocen en el cartero?Siendo el cartero un personaje muy simpático, muy tierno, muy ingenuo, el público se identificó rápidamente con él, desde el primer momento, por una razón muy honda. El ansia de creación está en el ser humano desde que se formó y eso se ve, Amorosa, en toda la historia de la humanidad. Ahora, que nosotros lo tengamos castrado, oculto, no significa que no exista. Basta un detonador, una película como El cartero (que tiene una eficacia narrativa, el propósito noble de hacer arte y no una entretención bastarda) para que aflore a la superficie y crezca la capacidad creativa de la gente. Esa es la reacción que produce el cartero en el público del munto entero, en las miles y miles de salas cinematográficas en las que se ha exhibido.