Elba Esther Gordillo
Condenar la provocación y convocar a la razón

En los últimos días, la temperatura ha subido en la ciudad de México, y el termómetro político asciende también, revelando síntomas inquietantes. El jueves pasado, cuando maestros de algunos estados realizaban una marcha en demanda de un mayor incremento salarial, fueron agredidos por la fuerza pública. La sociedad ha reprobado esta provocación en contra del ejercicio de derechos constitucionales, que se reivindican y se ejercen por las difíciles condiciones de vida y trabajo.

Responder con violencia a la manifestación de demandas genera peligrosos desarreglos sociales. Es una exigencia, por tanto, que se aclaren los hechos y se deslinden responsabilidades, y que agresiones como ésta no vuelvan a repetirse en nuestro país.

Estos sucesos reclaman explicar, con verdad a la sociedad y a los maestros, el significado de lo que se había conquistado en los últimos años y el alcance de lo realizado en la presente negociación, para poder entender qué es lo que hace falta en este esfuerzo de dignificar el trabajo del magisterio nacional.

Para enfrentar el rezago del salario de los maestros, que en 1989 se encontraba en 1.5 salarios mínimos, desde ese mismo año, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación centró su lucha en cuatro ejes: demandó el salario profesional del magisterio, el cual fue aceptado por el gobierno, y quedó asentado en su respuesta al pliego petitorio del SNTE, en mayo de 1991, y en el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB), al año siguiente, estableciéndose a la letra este salario profesional en un rango de 3 a 4 salarios mínimos, y que implicaba que, con ese incremento, aumentaría también el de los trabajadores de la educación. La lucha salarial del magisterio, desde entonces, no se orientó por el aumento de porcentajes, rápidamente rebasables por la inflación, sino por la conquista del salario profesional.

Los otros componentes de la estrategia salarial han sido: Carrera Magisterial, la cual se estableció en el mismo Acuerdo, como un mecanismo de promoción horizontal para que los maestros de grupo de educación básica pudieran obtener mejoras salariales con base en su preparación, actualización, desempeño profesional y antigedad; la revaloración social del maestro incorporada también en el ANMEB que plantea el fortalecimiento de su autoestima y del ejercicio responsable de la función social de educar, y la creación de un sistema permanente de formación, actualización, capacitación y superación profesional del magisterio.Otro logro importante, conseguido con la Comisión Intersecretarial en septiembre de 1994, fue proyectar para la rezonificación salarial incrementos de 1994 a 1998, y que significo para la primera fecha el otorgamiento de un 10 por ciento de aumento para la zona I, la cual debió seguir otro equivalente, en septiembre del año siguiente, mismo que no se otorgó hasta este mayo.

Hacia finales de 1994, el salario magisterial se encontraba en 3.54 salarios mínimos y hoy está en 3.5 veces. Lo que consiguió el SNTE en la negociación de este mes fue evitar que, en una crisis que presiona a la caída de las percepciones de los trabajadores, el salario profesional magisterial disminuyera. Aquí está el significado del importante esfuerzo gubernamental para que el salario de los maestros no se deteriorara, a diferencia de lo ocurrido en situaciones recesivas, como las de 1938, 1976 y la de la década pérdida.La lucha por elevar la calidad de la educación nacional y mejorar las remuneraciones de los maestros es una y la misma. Aunque no se esté de acuerdo con determinados métodos empleados por los manifestantes, con algunas acciones y con un radicalismo que a la postre resulta contraproducente por inviablela crisis hace imposible el otorgamiento de un aumento del cien por ciento, no se puede negar que elevar y mejorar el poder adquisitivo del salario magisterial para dignificar sus condiciones de vida y revalorar así el importante servicio que prestan a la nación, son asuntos de justicia vitales para la salud pública, que comprometen tanto a la responsabilidad y madurez de los maestros mexicanos, como a la congruencia de la declaración gubernamental de que la educación es una de las más altas prioridades del país.

Frente a los hechos de violencia del jueves pasado, se debe rescatar y fortalecer la política, esto es, la formación de consensos y la corresponsabilidad entre las partes para la solución de los conflictos sociales.

Me ocupo de este tema, como ciudadana y maestra, porque estos son tiempos para hablar y actuar, con razones y esperanzas, no para el silencio y la simulación, mucho menos para la provocación, la amenaza o la intimidación. Con las últimas nadie gana, y pierde México.