Schulemburg en diciembre: Juan Diego, ``símbolo no realidad''
José Antonio Román ``Monseñor Schulemburg, qué pasa entonces con Juan Diego, existió?''.
Es un símbolo, no una realidad respondió el prelado.
Entonces, cómo encaja la beatificación que de él hizo el Papa?
Esa beatificación es un reconocimiento de culto. No es un reconocimiento de la existencia física y real del personaje. Por lo mismo, no es propiamente hablando una beatificación.
Estas dos respuestas son parte de una amplia entrevista que el abad de la Basílica, Guillermo Schulemburg, concedió a la revista mexicana Christus, editada por los jesuitas y publicada en diciembre pasado.
En ella también expuso que el hecho de que el Papa haya beatificado a Juan Diego en mayo de 1990, no compromete su autoridad pontificia ni su infalibilidad. ``Si canonizara a Juan Diego entonces sería gravísimo, porque en ese momento los teólogos tendrían que estudiar si el Papa se puede o no equivocar''.
Como se aprecia, antes de que la revista 30 Giorni publicara recientemente las declaraciones del abad sobre el ``símbolo'' Juan Diego y la autenticidad de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, ya había hecho lo propio a la citada revista Christus, que dedicó su edición de diciembre a ``El misterio de Guadalupe''.
Ayer el abad envió a los medios un breve comunicado donde expone:``Me permito protestar enérgicamente por la absoluta falsedad de la entrevista atribuida a mí en la revista 30 Giorni que se publica en Italia.
``Es lastimoso que existan mentes malévolas que propician este tipo de campañas confusas, que provocan interpretaciones desorientadoras''.
Más adelante, cuando se aborda el tema del rostro y la imagen de la Virgen de Guadalupe, dice:``Cuando llegué a abad y subí por primera vez para tener contacto con la imagen, sentí que me encontraba con algo pintado por Dios y no por mano del hombre; entonces toda mi psiquis y mi devoción me decían que estaba ante un milagro.
``Sí, indudablemente es muy bella, y si fue obra de una mano indígena, cosa en la que creo, porque pienso que fue una mano indígena, mis respetos para el indio que la pintó. Con qué modelo? Una mestiza. Ya había mestizas? Las de 1531 tendrían 11 años de edad, en fin, como ven, este tema es inagotable''.
Schulemburg considera que la beatificación se dio porque el entonces arzobispo primado de México, el cardenal Ernesto Corripio, con su equipo, se empeñó y pidió al Papa que encaminara al indígena de Cuautitlán a los altares.
No obstante, esto se manejó como culto in memoriam, que no prueba la existencia histórica del personaje. Además dice en realidad nunca hubo tampoco un culto a Juan Diego. ``Los eclesiásticos no deben imponer un culto. El pueblo es el que hace la devoción y a la Iglesia jerárquica le compete reconocerla o no. Esta es una devoción provocada. El culto no es a Juan Diego, es a la Virgen''.
Y agrega: ``Como eclesiástico muy metido en el asunto digo que no se debió reconocer a Juan Diego, porque no consta que haya existido ese culto''.
En el inicio de la entrevista, el abad hace referencia al Nican Mopohua, como la narración fundamental del milagro guadalupano, que tiene un sabor profundamente indígena pero también tiene un sentido europeo de catequesis.
Menciona que en la colina del Tepeyac, antes de que llegara la Virgen de Guadalupe, la verdadera madre del verdadero Dios por quien se vive, de acuerdo con la narración del Nican Mopohua era la Tonantzin, que es el diminutivo de Tonan, que significa ``nuestra madrecita'', a la que los indios le prestaban adoración idolátrica.
``Por un sincretismo religioso fue sustituida, superada y cambiada, por la verdadera devoción a la verdadera madre de Dios: laDiosnantzin y ya no la Tonatzin''.
Dice que se debe distinguir entre el historiador científico y crítico y el devoto amante de la Virgen. Pero en cualquier hipótesis, la Virgen María es el milagro permanente. ``Yo no me meto a discutir el problema histórico, porque a lo largo de nuestra historia te vas a encontrar aparicionistas y antiaparicionistas muy calificados. Eso para mí es un problema secundario. Ni nos engañamos a nosotros mismos ni queremos engañar a nadie. Todos somos guadalupanos. El estudioso, que estudie; el devoto, que siga orando y creyendo''.