Juan Diego, para exhibir a la Iglesia
Choque entre curas y con sectores gubernamentales
Es real y está ampliamente documentada la pugna entre los jerarcas de la Iglesia católica mexicana, quienes se disputan el control de la Basílica de Guadalupe y el manejo de los recursos económicos que produce el más importante centro mariano de América Latina. Sin embargo, el origen de la crisis que afloró en la Iglesia no es la autenticidad de la existencia de Juan Diego o de las apariciones de la Virgen de Guadalupe.
En realidad, lo que aparece como una escaramuza entre facciones católicas también debe mirarse a través del cristal que permitió observar la severa reprimenda papal al gobierno de Ernesto Zedillo, en su reciente visita al Vaticano, y las cada vez más constantes críticas que desde diversos púlpitos han hecho jerarcas católicos al modelo económico y a la propuesta política del régimen.
Como el sistema político mexicano y el gobierno mismo, la Iglesia católica mexicana enfrenta una inocultable crisis política y de credibilidad, una severa división y una marcada lucha por el poder, además de sonados casos de corrupción, aunque públicamente se pretende mostrar que la controversia gira en torno a la autenticidad histórica de Juan Diego y la Virgen del Tepeyac, debate que, por lo demás, no es nuevo, al igual que las diversas posturas al respecto.
Lo que sí es novedoso, en cambio, es que por primera vez en mucho tiempo se ventilan públicamente las pugnas al interior de la Iglesia y se deja ver la fragilidad de la estructura eclesiástica, que siempre quiso aparentar que era monolítica y que siempre ha dirimido sus diferencias en corto.
La disputa real parece ser con un sector gubernamental inconforme con las reformas del artículo 130 constitucional, que permitieron el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con el Vaticano. Las primeras señales de los choques entre la jerarquía católica y el sector gubernamental que pugna por acotar al clero se observaron el 13 de octubre de 1995, cuando el presidente Ernesto Zedillo recibió en privado a los dirigentes de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
En esa ocasión, el tema central de la discusión fue el problema de los sacerdotes extranjeros expulsados que trabajaban en la diócesis de San Cristobal de las Casas. La expulsión se realizó por razones de seguridad nacional y el pretexto fue que media docena de curas y religiosas permanecían en México sin haber regularizado su situación migratoria. Para entonces, eran numerosos los pronunciamientos de la Iglesia católica en los que criticaba el actual modelo económico, al que la propia CEM calificó el 26 de julio de ``inoperante, catastrófico y generador de una larga cadena de injusticias, de desempleo, bajos salarios, corrupción, impunidad y de 40 millones de pobres''.
El 18 de septiembre del año pasado el nuevo arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, dijo que la crisis económica ``es devastadora y los problemas no sólo son económicos, sino políticos, morales y de credibilidad; la crisis de credibilidad torna más difícil cualquier recuperación''.
También por esas fechas, específicamente en diciembre de 1995, ya había comenzado a circular la revista Ixtus, en la que se publicó la entrevista en la que el abad de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulemburg, negaba la existencia de Juan Diego, al que consideró un símbolo y no un personaje real. La publicación, elaborada por laicos, se distribuyó normalmente y las declaraciones del abad no causaron impacto alguno, pese a que la prensa mexicana las reprodujo.
Sin embargo, un mes después, en enero de 1996, Ernesto Zedillo visitó al papa Juan Pablo II en Roma, donde el pontífice le llamó la atención al gobierno mexicano sobre las desviaciones sociales, políticas y económicas a que se ha expuesto a la sociedad mexicana. Además, el Papa consideró deseable que el Estado mexicano ofreciera colaboración directa y eficaz a la educación religiosa.
Semanas después, el 5 de febrero, en el 79 aniversario de la promulgación de la Constitución, el arzobispo Norberto Rivera propuso reformar la Carta Magna para permitir a la Iglesia mayor participación en la educación. Desde entonces y hasta la fecha han aumentado las críticas de la Iglesia al modelo económico y político y las demandas por mayores espacios.
En días pasados, la revista italiana 30 Giorni reprodujo las declaraciones de Guillermo Schulemburg, quien por cierto es uno de los hombres más cercanos al nuncio apostólico, Gerónimo Prigione.
Sobrevino entonces la crisis de la Iglesia católica, surge la disputa por la Basílica de Guadalupe y también asoman las delaciones, como la de Antonio Roqueñí, quien reveló que la canonización de Juan Diego fue obra de Carlos Salinas, a través de Prigione y del propio Schulemburg, quien negó sus declaraciones de diciembre. También se reveló la disputa dentro de la Iglesia y de ésta con sectores gubernamentales que quieren exhibirla.