En términos generales, las personas pueden tener acceso a los satisfactores de sus necesidades a través de cuatro formas: a) la autoproducción, es decir produciéndolos directamente; b) vía mercantil, comprándolos a cambio de dinero en el mercado; c) transferencias privadas, recibiéndolos de otra persona o de una institución privada, sin pago de equivalente; d) transferencias públicas, recibiéndolos de una institución pública, también sin contraprestación equivalente, lo que puede basarse en un derecho social, un derecho de clase, o tratarse de una decisión de política pública.
Las sociedades pueden describirse, compararse y estudiar su evolución en función de la combinación de estas vías de acceso. Mientras en buena parte de la historia predominó la autoproducción, en el capitalismo predomina la vía mercantil. En el capitalismo de bienestar y en el socialismo las transferencias públicas han sido una parte importante del sistema de satisfacción de necesidades. En las sociedades capitalistas, la vía mercantil dominante está complementada de manera decreciente con la autoproducción doméstica de alimentos, ropa, enseres domésticos, construcción de vivienda, y de servicios tan importantes como la preparación de alimentos y cuidado de los menores. Para proveer los satisfactores por ambas vías se conforman la red mercantil y la red de producción doméstica fundamentalmente por su riqueza y sus ingresos (y por su disponibilidad de tiempo para el trabajo doméstico).
En todas las sociedades existe, además, una red social constituida por las familias y por algunos lazos más amplios como los comunitarios, que se amplían a través de la filantropía (fundaciones, organizaciones no gubernamentales). Esta red matiza la distribución original del nivel de vida, protegiendo a los niños, a los ancianos y haciendo posible la división, casi siempre sexual entre trabajo doméstico y extradoméstico. Se trata de la red solidaria, dentro de la cual ``lo mío se hace nuestro''.
En todas las sociedades modernas existe, además, una red de transferencias públicas (en especie o en dinero) que se sobrepone a las redes (o sistemas) anteriores. La naturaleza de esta red social pública, sus objetivos y sus alcances, constituyen la materia de la política social, o como se le conoce en el Reino Unido, la administración social. El neoliberalismo busca disminuir la importancia de la red pública social y aumentar las otras tres, fundamentalmente la mercantil. La primera se vería reducida, fundamentalmente, a proveer satisfactores mínimos, de sobrevivencia, a los pobres extremos, dejando que el resto de la población sea atendida por las otras tres redes. Este es el sentido en el cual la política social se está moviendo en México y en el resto del mundo en desarrollo, como resultado, entre otras cosas, de la influencia poderosa del Banco Mundial.
El nivel y distribución del bienestar social es la resultante de la interacción entre las cuatro redes. Sin embargo, con frecuencia en el diseño de las políticas sociales no se toma en cuenta la existencia compleja de esta verdadera trama o red de redes. Una característica notable de ella es que las cuatro redes pueden complementarse, sustituirse o estorbarse en el desempeño del mismo fin. Toda acción (u omisión) pública, toda política pública, produce una reacción en los otros sistemas que es necesario prever para evitar el fracaso de la acción pública. Dos ejemplos pueden ilustrar la idea. Un programa de nutrición complementaria para escolares en Argentina produjo un aumento de la desnutrición entre algunos de ellos. Cuando se averiguó la razón de efecto tan perverso, se descubrió que muchas madres habían dejado de alimentar a los niños porque el ``gobierno había asumido la tarea''. Se trata de un caso de sustitución de una red por otra, cuando lo que estaba implícito en el diseño del programa era su complementación. Otro ejemplo, ligado a la omisión pública, es la aparición en los países de América Latina de formas comunitarias de supervivencia ante la crisis del sistema de mercado y ante la incapacidad de la red pública para enfrentarla con medidas eficaces. Formas extremas de estos esfuerzos de supervivencia fueron las ollas comunes, ejemplo donde la red solidaria rebasa el marco familiar. Ante el peligro de hambre, la red solidaria se amplía de la familia al barrio. De haber habido comedores organizados públicamente, u otra forma de transferencias alimentarias, es muy probable que estas formas comunitarias no se hubiesen desarrollado. De aquí se sigue que uno de los retos más importantes para la política pública es evitar sustituir la labor de las otras redes.