Chinchomón tenía una tía, no hallaba criada. Sucedió que nuestros próceres de la economía lanzaron a voz en cuello la noticia de que la crisis estaba vencida, porque la tía de Chinchomón no encontraba criada.
No que tanto desempleo? Aquí tengo un empleo, y nadie lo quiere! Me piden que salario mínimo, que entrar tarde y salir temprano, que trato de princesas... No ha de ser tanta la necesidad, cuando una busca criada y nadie se presenta.
Alarmado por las noticias de su tía, Chinchomón se presentó al INEGI para enterarse de que la situación del desempleo en el país, a pesar de la tía sin criada, seguía siendo grave: casi un 7 por ciento de la PEA (Población Económicamente Activa) podía clasificarse en el desempleo abierto.
Cómo? Sólo un 7 por ciento! No será un 70 por ciento? Habrán hecho ``nuevos tantos porcientos'', quitándoles ceros, como a los ``nuevos pesos''?Pues mándenme una criada de ese 7 por ciento que ya tengo alterones de ropa sucia! clamó la tía de Chinchomón. Pero qué 7 por ciento ni 0.7 por ciento ni nada, pura propaganda comunista! Aspirante a criada que se asoma, me pide las perlas de la Virgen. Tenemos sobreproducción de literatas, pero ninguna criada!En los viejos textos escolares, de aquellas épocas que los viejos comunistas llamaban de capitalismo salvaje, pero que los neoliberales llaman de comunismo salvaje (el comunismo priista de los Trouyet, de los Sánchez Navarro, de los Azcárraga, de los Garza Sada, de los Espinosa Iglesias), se consideraba llanamente PEA, a los mexicanos en edad de trabajar.
De ninguna manera: una cosa es crecer y otra lo que se dice trabajar, país de huevones ruge la tía de Chinchomón.
Pero el cálculo era azaroso. Nunca se sabía cómo contar a las mujeres, si como mexicanos en edad de trabajar o como meros fantasmas estadísticos dedicados al hogar. Tampoco se estaba muy claro con respecto a la edad de 16, 10 ó 21 años (cuando ésa era la marca de la mayoría de edad), y a la de 65 ó 70, cuando se supone que la Tercera Edad se retira a gozar de sus opíparas pensiones del IMSS, para las que han cotizado raya a raya toda su vida.
Pero los economistas hacían brujería y durante lustros aprendimos que sólo el 33 por ciento de la PEA tenía un empleo digno de tal nombre. En aquellos años parecía incluso una cifra inflada. Tanto así como un 33 %? Pero ahora, en la peor crisis del, je, Civilismo Mexicano, las cuentas están mejores, pues más del 93 por ciento más del 93 por ciento!de la PEA no incurren en el escándalo del ``desempleo abierto''.
Cuando una no encuentra criada es que nadie está desempleado ruge Loyola de Chinchomón, la tía de nuestro amigo.
Hubo que lucubrar, para lograr esta maravillosa cifra de un más del 93 por ciento de la PEA que no sufre el escándalo del ``desempleo abierto'' (y en consecuencia, que no hay nada serio de qué preocuparse), un más decantado concepto de la PEA. Ya no todos los mexicanos sin mexicanas en edad de trabajar, sino aquellos mexicanos y mexicanas que de veras, con impertérrito afán, busquen ``abiertamente'' un empleo, y no lo encuentren, ni siquiera moviendo el ombligo, con remuneración o sin ella, durante una hora a la semana.
Si vendieron chicles una hora a la semana, si limpiaron parabrisas una hora a la semana, ya no son desempleados, sino orondos integrantes de la gran mayoría empleada del más del 93 por ciento sic: más del 93 por ciento de la PEA. Y en consecuencia, nada serio de qué preocuparse.
Y cómo le hace el INEGI para descubrir los raros especímenes que no trabajaron ni vendiendo chicles, ni moviendo el ombligo, ni limpiando parabrisas, ni una hora a la semana, ``con remuneración o sin ella''? Bueno: por estadísticas.
Y cómo hacen las estadísticas? Bueno, pues por entrevistas al tin marín. De modo que el microscópico 7 por ciento (en realidad, menos del 7 %) de la PEA, que es el único en sufrir oficialmente el desempleo mexicano, sólo es un chisme. Pura micrología. Nada verdaderamente serio de qué preocuparse.
Ese 7 por ciento se debe referir nomás a tu tío le dice en secreto Loyola a Chinchomón, ya ves que no se levanta de la televisión ni aunque grites fuego! Es pensionado del IMSS, y para lo que recibe de pensión, pues igual que desempleado abierto.
Los economistas saben cosas curiosas. Saben, ellos saben. Por qué se les ocurrió que sólo es ``desempleado abierto'' el que no ho trabajado ni una hora a la semana, ni moviendo el ombligo? Por qué no dos horas, una hora tres cuartos, media hora, un cuarto de hora? Si de la jornada laboral oficial de 40 horas a la semana sólo arrancan un gajo, por qué no medio gajo, o un minuto? Qué va de pizca a pizca?En los largos ocios que han de abrumarlos, después de todas las devaluaciones y catástrofes que aquejan al país precisamente desde que sufre el yugo de los economistas habrán hecho, siquiera como proyecto subsidiado por el Conacyt, el cálculo de lo que sería el ``desempleo abierto'', si el criterio fuera el de los mexicanos que no hubieran trabajado ni un cuarto de hora a la semana? Ni diez minutos? Ni cinco? Variarían las cifras.
El caso es que una no encuentra criada. Y tiene que pagar millones en la lavandería automática. Y tiene que comprar vasos y platos desechables. Y hay que sacar a los perros a que caguen en los parques, porque dentro de casa, te imaginas? Quién limpia? clamaba Loyolita de Chinchomón.