A Helguera, el Premio Nacional de Periodismo en caricatura
Angélica Abelleyra Para fortuna de los caricaturistas, dice Antonio Helguera (DF, 1965), Premio Nacional de Periodismo 1995, México y sus políticos nadan permanentemente en la crisis. ``Si todos fuéramos felices me dedicaría a otra cosa porque perdería sentido mi trabajo. Pero eso no va a suceder en nuestro país. Hubo un momento en que pensé que si llegaba la oposición al poder los moneros nos íbamos a quedar sin chamba. Era sin duda una visión ingenua porque si el PAN o el PRD llegaran al poder sería exactamente lo mismo. Hasta el momento no ha surgido una fórmula política que le garantice a los caricaturistas no tener qué criticar''.
``Hubo un momento en que pensé que si
llegaba la
oposición al poder los moneros nos ibamos a quedar
sin chamba pero...'' Foto: Duilio Rodríguez
Cartonista de La Jornada desde 1985; admirador de Naranjo y Rius, entre muchos otros, seguidor de los trazos que han hecho artistas del dibujo como El Chango Cabral o Melesio Galván, Helguera considera que el sentido crítico es el elemento que da sustento a la labor del caricaturista, los otros son el humor y el lenguaje gráfico. ``Si la caricatura no es crítica se vuelve propaganda. Y lamentablemente hoy es muy común descubrir en algunos periódicos caricaturistas acríticos o que incluso alaban a la gente en el poder. Eso para mí ni siquiera es caricatura sino propaganda, que además pierde el sentido del humor''.
Tienes personajes tabú?
Yo no, pero es cierto que la figura presidencial sigue siendo bastante difícil de tocar. No siempre le publican a uno los cartones que aluden al Presidente. Otro tema que todos coincidimos que es difícil, el Ejército. Otros consideran que la Virgen de Guadalupe es tabú pero en cuanto ella no es ni Secretaría de Hacienda ni dirige el PAN, no tengo necesidad de meterme con ella. Solito lo hace el abad que cuida su Basílica.
Y qué me dices de las incondicionalidades?
No las tengo. Tener incondicionalidad le hace perder a uno independencia y objetividad. Puede uno tener simpatías y preferencias políticas pero a la hora de trabajar uno toma distancia.
Con estudios de grabado en La Esmeralda, y rechazo a la carrera de Derecho que algún día pensó cursar, Helguera optó por la caricatura porque ``no sé hacer otra cosa. Desde chico recuerdafui mal estudiante y tuve calificaciones malas por hacer historieta todo el tiempo. En 1983 armé una carpetita de dibujos malísimos y fui a El Día, me dieron trabajo no se por qué y empecé a publicar en ese diario. Antes ya conocía a (Gonzalo) Rocha, quien junto con Sergio Arau tenían un taller de grabado. Empecé a ir a él y allí me acerqué a Magú, a El Fisgón, a Ahumada y a Feggo. Luego de El Día vino La Jornada en el 85 y se me olvidó por completo eso de ser abogado, por fortuna''.
Como se forma un caricaturista?
Es como un oficio artesanal, de esos antiguos, donde aprendes mucho del contacto directo con los otros caricaturistas. Mi etapa de formación fueron los primeros años de La Jornada, con todo el grupo porque trabábamos físicamente todos juntos. Por otra parte, no existen escuelas para aprender caricatura. Recuerdo una vez por 1984 que El Fisgón dio un taller muy documentado con la historia de la caricatura en el mundo y analizaba los mecanismos del humor. Fue lo más cercano que tomé como una escuela. La caricatura es un ejercicio que aprendes de los demás.
Es un mito o es verdad que los caricaturistas se divierten siempre con su trabajo?
Si no me divirtiera me dedicaría a otra cosa. Sí hay angustia, pero es más divertido que nada. A veces es pesado porque no se le ocurre a uno absolutamente nada y es un tormento. Claro, en ocasiones es cansado parir chistes.
Y es que Helguera asume en su labor un ``punto débil'': el humor. ``Lo que más trabajo me ha costado desarrollar es precisamente el humor. No soy de esos caricaturistas que tienen humor incluso en la vida cotidiana, que hacen chistes todo el tiempo. Tampoco es mi intención hacer editoriales ni una caricatura demasiado densa, sino un humor que quizás no logro que sea explosivo, de carcajada, pero trato de que sea gracioso y lleve a la reflexión''.
Evitas o no caer en la ideologización?
Es una expresión complicada. Yo no me hago bolas con eso: siempre he tenido una visión de las cosas bastante izquierdista y no me preocupa asumirlo así, ni que se vea. Al contrario, busco que mis ideas se reflejen. La postura de uno debe ser independiente de partidos y de grupos. No milito y nunca he militado en ningún partido y hago críticas a la misma izquierda. Me desespera mucho, por ejemplo, el PRD. No es el partido de izquierda que muchos quisiéramos en México y cuando hago algo sobre él es para criticar sus eternas peleas internas.
Tienes personajes favoritos?
Los ``favoritos'' no lo son porque uno quiera sino porque ellos lo provocan. Los inevitables son, por ejemplo, Roque Villanueva y Oscar Espinosa, entre muchos otros. Y cuando hago cartón político me gusta dibujar a los personajes tal y como son, con cara y nombre, para aludirlos directamente y responsabilizarlos. En mi dibujo trato de ser fiel al rostro porque si trato de deformarlos siempre se parecen a otra cosa.
Entre las influencias que asume: Cabral, Naranjo y Helioflores o el ``artista excepcional'' que fue Melesio Galván. De extranjeros, el italiano Milo Manara y el uruguayo Alberto Breccia, pero quizás uno de sus preferidos es el estadunidense Edward Sorel, por su ``excelente dibujo y sentido del humor devastador. Es subraya Helguera de los pocos caricaturistas en el mundo que tratan a los políticos como se merecen. Los maltrata con una saña y un humor terrible.
Si Sorel es mordaz, tu qué humor tienes?
Me gustaría tener su humor. Me encanta el humor negro, trágico. En España trabaja El Roto, que me gusta especialmente por su crueldad porque el cartón, cuando es negrísimo, resulta preciso y te llega más adentro. Claro que no todas las circunstancias se prestan para este tipo de humor, pero en México todo es trágico hoy en día.
Parte del equipo que dirige la revista catorcenal El Chamuco, Helguera ha explorado en un concepto más gráfico y menos narrativo de la caricatura. ``Me ha pasado en la revista que a pesar contar con varias páginas, sigo buscando el cartón que sintetiza las cosas. En general trato de evitar el texto. El estilo de Naranjo o Helioflores serían con los que más me quiero identificar pero no es fácil porque recurrir lo menos posible a palabras te obliga a armar una serie de elementos gráficos que o no se te ocurren o no los has explorado y fatalmente surge el 'globito' para las palabras''.
Para este ``Hijo del averno'' (como se presenta junto con El Fisgón, Rius y Patricio, entre otros, en El Chamuco), la caricatura en México ``siempre ha reflejado muy bien la circunstancia política. La tradición ha sido crítica, combativa, añade, aunque tuvo un lapso en el que se le limó mucho el filo: los años en que se consolida el Estado posrevolucionario, entre los 20 y 40, cuando perdió la carrera que traía del siglo pasado. Se entibió por el control político hacia la prensa escrita, pero Abel Quezada y Rius rompieron el bloqueo y retomaron el sesgo crítico que algunos tratamos de continuar''.
Las últimas dos décadas son notables, concluye, porque pasa todo. ``Desde la llegada de Salinas las cosas suceden de manera precipitada, las crisis vienen una tras otra y hay días en que uno no se da a basto: que Aguas Blancas o las renuncias del Secretario de Gobernación o el anuncio del regente de programas represivos, como el RIMA o que asesinatos políticos, la crisis económica o Chiapas... todo nos rebasa. Pero lo bueno para los caricaturistas es que todos tienen vigencia porque siempre se repiten, con otros apellidos y caras''.