El cielo, además de ángeles, querubines, lluvia y otras historias, ha producido infinidad de canciones. Dentro de la estética del rock en inglés, hay dos clases de cielo: el que recibe el nombre de sky, que es el espacio azul y físico por donde vuelan los pájaros y los aviones, y aquel que se conoce como heaven, el sitio idílico, parecido al paraíso de estar con alguien, o algo, muy admirado y querido. La canción Bullet the Blue Sky, de U2, no habla del mismo cielo que describe Eric Clapton en su canción Tears in Heaven; aunque las dos obras hablen del cielo. Una rola poco celebrada del heaven, es la que cantan los Rolling Stones, en su álbum Tatoo You; tiene el nombre de (naturalmente) Heaven y es una de sus buenas canciones desconocidas. Funcionando de contraparte, en la porción del sky, tenemos la no muy célebre obra, de los no tan célebres Atlanta Rhythm Section: Sky High.
Sirva este breve tramado entre sky y heaven, para desmontar ciertas frases, de una de esas obras que han contribuido, de manera nada modesta, a conformar el ruinoso tejido socio-económico-afectivo de México; ése en donde se sugiere que el hombre vale más que la mujer, que la pobreza es sinónimo de pureza y que la voluntad del hombre está inevitablemente controlada por las fuerzas del heaven. Siempre y cuando aceptemos que Dios está en el heaven, y no en el sky. En este punto hay algo casi indiscutible: Lucy in the Sky With Diamonds, de los Beatles, se mueve con sustancias más terrenales que, por ejemplo, Stairway to Heaven, de Led Zeppelin, cuya mística celta, de tan críptica, da la impresión de estarle hablando al supremo. Digamos que éste no está en el sky, sino en el heaven.
Una de esas obras llenas de frases educativas, que ha contribuido a formar nuestro ruinoso tejido socio-económico-afectivo, bien podría ser: Un rincón cerca del cielo, estelarizada por Pedro Infante y Marga López, en los papeles de Pedro y Marga respectivamente, dirigidos por Rogelio A. González Jr. En el cielo de esta película caben el sky y el heaven; porque el drama sucede en un cuarto de azotea, que está cerca físicamente del cielo, y además durante la trama se alude todo el tiempo a las fuerzas de ese sitio idílico que es (también) el cielo. Una breve sinopsis de la historia, para no dejar sin contexto a las frases que desmontaremos a continuación: Pedro llega de su pueblo, consigue trabajo, se casa con Marga, tienen un hijo y a partir de entonces la fortuna los abandona y los confina en un cuarto de azotea; los somete a una racha de miseria sin fin, que termina por desmoronarlos. Pedrito, el hijo, muere de pulmonía y Pedro el padre se arroja a las vías del tren. Como la fortuna sigue sin regresar, el tren, en vez de acabar con el problema, lo duplica: ahora Pedro, tullido de las piernas, tiene que seguir viviendo, y subiendo la infinidad de escaleras que había hasta su rincón cerca del cielo. Fin de la historia. Ahora, la escueta colección de frases que han conformado, irremediablemente, nuestro tejido socio-económico-afectivo. Marga López dice: ''A veces quisiera una no tener vergüenza, para así poder tener dinero''. En otro momento Pedro le dice a Marga: ''me moriría de vergüenza si tuviera que tocar dinero ganado por ti''. Luego en una cena de restaurante, a la hora de pagar la cuenta, dice Marga: ''cada quien (paga) lo suyo''; Pedro responde airado: ''eso sí que no, yo invité y no me va a humillar así nomás porque si''. En algún momento, el millonario don Martín Araujo, le dice a Pedro: ''no eres hombre ni mi amigo si no tomas''. En una secuencia de amor doméstico de pre-parto, Marga y Pedro conversan en la cama: Pedro: ''que ni de chiste se te vaya a ocurrir que sea mujer''. Marga: ''yo veré cómo le hago pero será hombrecito, te lo prometo''. Pedro: ''¡aaaa porque si es mujer, te la tiro a la basura¡''. Pedro despide la película con una plegaria dirigida al heaven, con los ojos puestos en el sky: ''a los pobres mátanos, que no quede uno solo en el mundo''. Fin del drama.
Pedro Infante, sus colegas y el inspirado autor de los diálogos, a fuerza de repetirse hasta el agobio, primero en el cine y después en la televisión, han educado al país con más efectividad que las instancias oficiales que se dedican a la educación. Y al revés ¿sería mejor?
Bryan Adams, por ejemplo, empezó su carrera hacia el sentimentalismo con la canción Heaven. Elton John evitó la confusión entre sky y heaven, y escribió Take me to the Pilot, llévenme con el piloto; es decir: a mí me interesa el que conduce, no importa en cuál cielo. Con esta misma idea, John Lennon optó por prescindir del ciclorama y escribir, simplemente: God.
Otra canción del cielo es la que compuso Bob Dylan en 1973 para el soundtrack del filme Pat Garret and Billy the Kid, y que luego Eric Clapton y Guns n' Roses reinmortalizaron en cover: Knockin' on Heaven's Door, atravesando el sky para tocar la puerta del heaven.