Marco Rascón
El optimismo de Zedillo

A Antonio Helguera

El optimismo oficial es virtual e intenta convencer a todos de que ``lo peor ha pasado''. El reciente discurso presidencial contra los pesimistas tiene algo que ver con lo que se anima la porra de un equipo que va perdiendo 300 goles a cero: es más importante el relajo que el juego mismo. No obstante, este optimismo sin fundamento y sin alternativas esconde una actitud peligrosa para el país, pues anuncia que no cambiará en nada el rumbo de la desastrosa política económica.

El doctor Zedillo es un ideólogo no sólo del optimismo, sino además un fundamentalista del neoliberalismo. Todas las ideologías han tenido defensores ortodoxos, convertidos al radicalismo extremo y capaces de llevar a países y al mundo entero a holocaustos causados por la locura doctrinaria. El doctor Zedillo es más neoliberal que los neoliberales, es más salinista que Salinas y su optimismo lo descubre.

Estamos bajo un gobierno no sólo neoliberal, sino además radical del neoliberalismo. Esa radicalidad del presidente, por lo que vemos, tiene también una moral que lo autojustifica. Son los principios del fundamentalismo neoliberal del presidente los principios del país?Es obvio que el optimismo del presidente no es el del país, y que su discurso contra los ``alarmistas, sensacionalistas y derrotistas'' es contra sus propios fantasmas y una reivindicación del optimismo excluyente de la minoría.

De qué sirven los indicadores macroeconómicos si desde hace tiempo está comprobado que le puede ir bien a los indicadores, pero mal al país? No fue esa la esencia del engaño salinista?Para el país, las buenas noticias sólo existen para unos pocos y sólo para los que se han beneficiado con el optimismo gubernamental. La mayoría de los mexicanos vive en una mala noticia crónica y, aún más, el optimismo gubernamental es la base del pesimismo nacional que convierte las razones en rencor y frustración, porque anuncia que no habrá cambios en nada.El optimismo presidencial es un liquidador de expectativas. Su defensa del continuismo salinista y la dosis de soberbia que ahora le agrega el PRI, no apuntan al cambio democrático, sino a la cerrazón y un mayor autoritarismo.

El optimismo del doctor Zedillo ha salido al paso de los rumores que hablan de un relevo de su mandato antes de que se cumplan los dos años de gobierno y de una abrupta destitución conjurada. Yo diferiría de estos pronósticos, pues el optimismo de Washington, el Banco Mundial, el FMI, el PRI, el PAN y los sectores más reaccionarios está en auge, gracias a que el continuismo neoliberal, sin oposición fuerte, sigue siendo exitoso para ellos; es decir, el doctor Zedillo no está solo en su fiesta de las buenas noticias macroeconómicas.

Pese a la reforma electoral en puerta, el país no está viviendo un ambiente de reforma sino de imposición. Las modificaciones electorales contrastan con la dura ofensiva económica, social y jurídica contra las condiciones de vida y trabajo y los derechos de los mexicanos. Hay motivos, señor presidente, para que haya optimismo, después de que se reitera el engaño del sexenio anterior?El gobierno tiene, además de optimismo infundado, una crisis de imaginación para disfrazar el continuismo. El optimismo se ha convertido en sinónimo de firmeza y fe para defender el camino del libre mercado y la integración con entreguismo. Junto a esa sonrisa, el cinismo se ha convertido en la base moral de la nueva doctrina política que acompaña al neoliberalismo económico, y de ahí se desprende la defensa de Figueroa, las falsas reformas y los diálogos simulados.El optimismo gubernamental no está salvando al país, lo está confundiendo y sumergiendo en el inmovilismo de la supuesta ``paz social''. El doctor Zedillo no quiere reconocer que el paciente se está muriendo y que su medicina acelera la enfermedad; cada estertor y queja del paciente, para él es una conspiración contra su ciencia; cada quejido del moribundo es una maquinación de los brujos del pesimismo. El optimismo minoritario que promueve el presidente anuncia que lo peor apenas empieza, y ese significado es el que llena al país de pesimismo y coraje.