Versión: el abad ya renunció y se enviará una terna al Vaticano
José Antonio Román y Jesús Aranda Guillermo Schulenburg presentó la noche del pasado sábado al arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, su renuncia como abad de la Basílica de Guadalupe, cargo que ha desempeñado desde el 17 de mayo de 1963, informaron fuentes eclesiásticas.
Incluso se comenta ya en círculos religiosos que el cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, quien se encuentra en el país, podría llevarse a Roma una terna elaborada por el arzobispo Rivera con el propósito de presentarla al papa Juan Pablo II, a fin de elegir al sucesor del actual abad.
Al parecer, la intención es mantener en reserva dicha renuncia debido a que el arzobispo no quiere que esta decisión sea malinterpretada, sobre todo después de las recientes declaraciones de Schulenburg en torno a las apariciones de la Virgen de Guadalupe, la existencia del indio Juan Diego y la autenticidad ``milagrosa'' del ayate guadalupano.
Además, las fuentes consultadas dijeron que quien tenga la responsabilidad de estar al frente de la Basílica, oficialmente ya no se le nombrará abad sino ``rector'', con lo cual Schulenburg será prácticamente el último de los 21 abades que han existido en la historia de ese recinto religioso, desde que se instauró dicho cargo en 1751.
El cambio de nombre salvará el conflicto que ahora se ha presentado sobre la renuncia o no del abad al cumplir los 75 años de edad, como lo expresa el Código de Derecho Canónico con respecto a los sacerdotes, obispos, arzobispos y cardenales. No obstante, aunque cambie de nombre, el ``rector'' tendrá las mismas facultades, derechos y obligaciones que tiene ahora el abad. Es decir, tendrá a su cargo la pastoral y el manejo administrativo de la Basílica.
La polémica guadalupana mereció la atención del cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, en su mensaje de apertura del III Encuentro Internacional La dignidad de la familia y de la vida en la política y la legislación. ``Si vamos a hablar de familia y de la vida, nada mejor que estar cerca de este santuario de Guadalupe, que trae una fuerza contundente, aun para los más incrédulos''.
El prelado de la curia romana, uno de los hombres más cercanos a Juan Pablo II, quien además -se sabe- tiene un especial aprecio por el arzobispo Rivera, podría ser un buen conducto para concluir el capítulo del abad Schulenburg, quien a pesar de sus 80 años de edad no había presentado su renuncia.
Al encuentro asistió también el cardenal y arzobispo primado emérito de México, Ernesto Corripio Ahumada, quien reconoció las diferencias que tuvo con el abad, sobre todo en los últimos años de su gobierno pastoral. ``Eso es ya otra cosa que entra en las relaciones mucho muy particulares y que eso le toca a uno vivirlas, pero no voy a estar opinando sobre ellas'', respondió.
-¿Usted pediría que ya terminara este conflicto en la Iglesia? ¿No cree que le hace daño a la fe de los mexicanos?
-Lo que yo pediría es que mejor se callen todos, que le dejen opinar como mejor a él (Schulenburg) le parezca, y que cada uno procure basar sus creencias en los conocimientos que pueda tener acerca de la verdad del asunto.
-¿Cree usted que se ha debilitado la Iglesia?
-Yo no creo eso, más bien pienso que se fortalecen las creencias de todos los católicos mexicanos, y al mismo tiempo todo esto hace que los creyentes investiguen, conozcan más y al mismo tiempo que en ellos se afiance más su amor y devoción por la Virgen de Guadalupe.
Corripio dijo que a él no le toca decidir, ni siquiera opinar, sobre si Schulenburg debe salir o no de la Basílica. ``Eso le toca a quien lo puso, a él le corresponde precisamente quitarlo o ratificarlo''.