El presidente Zedillo ha dicho que no va a mentirle al pueblo. Esta afirmación puede también ser entendida en el sentido de que su gobierno tiene la sensibilidad y la disposición para atender los problemas que le aquejan y para reconocer las causas que han provocado la situación en que se encuentra. Lo que el pueblo espera son hechos que tiendan a mejorar esa situación, no únicamente emocionados discursos y solemnes promesas. La tarea no es sencilla ni está exenta de riesgos y enemigos, porque para cumplirla deberá modificarse el proyecto económico sobre el que se ha fincado el enriquecimiento insultante de unos cuantos y la inconmensurable pobreza de millones de mexicanos.
Nada fácil si se entiende la magnitud de los problemas que deben resolverse, los rezagos acumulados, las crecientes demandas de una población cada vez más numerosa y la dificultad que representa la eliminación de un conjunto de disposiciones y de instituciones que forman el marco jurídico-político del neoliberalismo, que distorsionan o borran las conquistas sociales del siglo que está terminado.
Sin embargo es posible ir avanzando en la solución de algunos asuntos que afligen de manera inmediata a los ciudadanos, por ejemplo en lo que se refiere a la atención a la salud. Esta semana hemos tenido conocimiento del establecimiento de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (CNAM), que tendrá como finalidad principal la resolución de los casos de negligencia e impericia médica. El organismo viene a satisfacer una constante demanda de muchos usuarios de los servicios médicos, sean públicos o privados, que al acudir a ellos en busca de alivio, se han enfrentado con situaciones que la han empeorado, y, como hemos podido conocer por otras Recomendaciones de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), han conducido incluso a la muerte a varios pacientes.
Pero desafortunadamente también esta semana supimos que ha sido necesaria la emisión de una nueva Recomendación de la CDHDF, la 5/96, en este caso dirigida a la Dirección General de Servicios de Salud del Departamento del Distrito Federal, por las graves deficiencias en sus hospitales generales. Se trata de una documentada investigación de varios casos que realizó la CDHDF a lo largo de seis meses, tras recibir en distintos momentos quejas de diferentes personas, entre usuarios y prestadores de servicios de los hospitales generales del DDF. En ella se describe el procedimiento que se siguió desde la recepción y calificación de las quejas, la integración de los expedientes, las investigaciones que se realizaron, las evidencias que se recabaron durante las mismas, las respuestas que se obtuvieron de las autoridades encargadas de la administración hospitalaria capitalina, las observaciones constitucionales y legales que se hicieron, para finalizar con un conjunto de oportunas y pertinentes recomendaciones al director de Servicios Médicos del DDF.
Se observaron en síntesis los siguientes aspectos: el cuadro básico de medicamentos y de materiales; el instrumental y equipamiento médicos; las condiciones de la ropa hospitalaria, el mobiliario y las instalaciones; el estado de higiene y sanidad de las áreas destinadas a la atención de los pacientes, y los servicios auxiliares. En todos estos rubros se detectaron deficiencias que van desde la inexistencia de medicamentos del cuadro básico hasta la ausencia de equipos para estabilizar a los pacientes en las ambulancias, por lo que éstas sólo sirven para el traslado; desde la ausencia de agujas y cubrebocas hasta la falta de seguridad.
Los hospitales generales de una de las ciudades más grandes del mundo no pueden seguir dándose el lujo de carecer de sus respectivos bancos de sangre o de contar con cocinas en las que las tuberías del gas están dañadas y presentan fugas. Ni mucho menos de tener tales carencias que obliguen a los trabajadores de la salud a sustituir medicamentos o a los familiares de los pacientes a comprar por su cuenta las medicinas u otros insumos. Los riesgos a la salud que se encierran en todo ello son, obviamente, muy elevados.
No obstante, esta semana el DDF dio a conocer que no existe desabasto de medicamentos. Pero como dice la CDHDF, el problema es su desigual distribución en la red hospitalaria. Es por un lado un problema de administración, de ineficiencia, de irresponsabilidad y de falta de control, y por otro de carencia inadmisible de recursos en un rubro fundamental de la vida social.