Sólo hay 3 mil panistas en la capital; ocupa el lugar 17 en el país en trabajo organizativo
Alonso Urrutia/I. Objetivo estratégico para el PAN en 1997, alcanzar la gubernatura del Distrito Federal, pasa antes por la renovación de su dirigencia partidista en la ciudad. Con el desgaste gubernamental en su favor, el panismo capitalino enfrenta su realidad interna: una reducida militancia y una mediana capacidad organizativa, aun lejana de los requerimientos de un partido que aspira a ser gobierno.
En los albores de la carrera rumbo a la elección de 1997 en la ciudad, Acción Nacional aparece --a un año de los comicios-- consistentemente en las encuestas como la primera fuerza política con un margen de 11 puntos por arriba del PRI. Los reportes internos del PAN ubican a la capital del país como la tercera entidad con mayor presencia electoral a nivel nacional, solo detrás de Jalisco y el estado de México.
Aspecto de la reunión en la cual Jesús
Galván se
postuló como candidato a dirigir el partido en esta
entidad. Foto: Francisco Olvera
Sin embargo, reportes del Comité Ejecutivo Nacional revelan: la estructura organizativa del PAN en la ciudad apenas tiene una mediana capacidad y ocupa el lugar 17 a nivel nacional entre los comités estatales del PAN por su trabajo organizativo incluso por abajo de entidades como Durango, Aguascalientes, Querétaro y Baja California Sur, donde las encuestas internas dan escasa posibilidad de triunfos.
El padrón de militantes arroja que en el DF solo hay 3 mil panistas, apenas la mitad de los que reportaba hace dos años en vísperas de los comicios federales de 1994. El caudal de simpatizantes adheridos al partido en medio de la campaña de Diego Fernández de Cevallos no pudo ser retenido si bien bien este fenómeno se da en el contexto de una baja nacional generalizada producto del proceso de reafiliación interna.
Comparativamente con la militancia a nivel nacional, pese a la concentración demográfica de la ciudad el Distrito Federal ocupa el noveno lugar con el 4 por ciento del padrón, apenas la tercera parte de la militancia de Chihuahua, y alrededor de la mitad de los panistas que tienen tanto Jalisco como Guanajuato.
En este contexto, el panismo en la ciudad se prepara para el proceso de renovación de la dirigencia capitalina a realizarse el próximo 20 de junio cuyo debate central es la orientación estratégica que deberá tener el PAN para los comicios de 1997. Su importancia es vital pues a nivel nacional el PAN tendrá dos prioridades: obtener la mayoría en el Congreso y ganar la gubernatura de la capital del país.
Los saldos del PAN
Con la mira puesta en la reelección, Gonzalo Altamirano Dimas concluye una gestión caracterizada por un proceso de reorganización interna exitoso para quienes lo respaldan, insuficiente para aquellos que se oponen a su reelección, si bien propios y extraños coinciden en que revertir la divisiones al interior del partido y alcanzar la estabilidad interna es uno de los haberes de su gestión.
Altamirano Dimas heredó el cargo de José Angel Conchello --de quien fuera su secretario general-- quien dejara un partido con un alto grado desorganización distrital; el 30 por ciento de los distritos virtualmente acéfalos, algunos, incluso, sin infraestructura --dirigidos por delegados regionales designados y no electos-- y una escasa relación con el Comité Regional.
Tres años después, el proceso de reorganización ha reducido a 3 distritos los que estan dirigidos por delegados regionales y en el balance del Comité Regional existe un importante activismo en términos generales y aun con la reducida militancia del partido existe un fortalecimiento de la presencia del PAN.
En el balance del comité de campaña de Altaamirano Dimas se destaca el crecimiento del partido en zonas populares donde tradicionalmente el PAN no había penetrado y la renvación de dirigencias que ha permitido incorporar a nuevos cuadros.
Sin embargo, desde la visión del comité de campaña de Jesús Galván, único adversario de Gonzalo Altamirano, el partido se ha reorganizado y alcanzado mayor coordinación, pero muy lejos de las expectativas del PAN para 1997.
Sus estimaciones señalan que 10 distritos trabajan óptimamente; una veintena más tiene un activismo de bueno a regular y diez más son distritos que tienen una estructura débil y muy escasa penetración. No obstante, entre ellos se cuentan algunos distritos de Gustavo A Madero e Iztapalapa, importantes desde la perspectiva del volumen de votantes.
Las deficiencias estructurales del panismo en la ciudad no son ajenas al análisis del CEN del PAN. Un reporte sobre la distribución de la militancia estatal de los 150 mil panistas que hay aproximadamente en el país, no ubican al PAN capitalino entre los de mayor eficiencia organizativa.
A nivel del padrón de militantes, el Distrito Federal --la segunda entidad más poblada del país-- ocupa el noveno lugar en cuanto a los militantes panistas y representa solo el 4 por ciento del padrón nacional.
Con mayor número de panistas activos se encuentran entidades con población mucho mas reducida: Sinaoa tiene el 6.3 por ciento de panistas; Durango el 6.2 por ciento; San Luis Potosí le sigue con 5.9 por ciento; Sonora con 5.8 por ciento y Puebla con 5 por ciento anteceden al Distrito Federal.
Otro reporte del CEN panista parte del análisis de las posibilidades de triunfo a partir de los sondeos y encuestas, vinculado a la capacidad organizativa del PAN en cada entidad.
Los datos del PAN ubican a Jalisco, el estado de México y el Distrito Federal como las tres entidades con mayores simpatías electorales para el partido. Solo en Jalisco, el potencial electoral se combina con la capacidad organizativa del PAN.
En contraste, la estructura de partido en el estado de México y el Distrito Federal, dos entidades clave por el número de votos que aportan a nivel nacional. En el caso del Distrito Federal está considerada como una entidad con una capacidad media en cuanto a su estructura partidista Por arriba del Comité Regionall capitalino se encuentran entidades incluso no solo la mayoría de los estados norteños sino otros como Veracruz, Zacatecas o Baja California Sur .
Esta situación, valoran en el equipo de campaña de Jesús Galván coloca al partido en una posición difícil frente al proceso electoral de 1997 que podría ponerlo en el riesgo de perder la elección, pese a las preferncias electorales que ahora mantiene. En síntesis, la estructura del PAN dista mucho de ser la que requiere un partido que aspira a ser gobierno.
La visión de quienes impulsan la reelección de Altamirano Dimas parte de saldo electoral, las encuestas favorables, la reorganización alcanzada que les permite suponer que se está en condiciones de pasar a una segunda fase que privilegie la actividad externa y pugne por incrementar la presencia e imagen partidista rumbo a 1997.
En el terreno electoral, el PAN alcanzó en 1994 un millón 170 mil votos, la cifra más alta de su historia, con 27 por ciento, que le permitió ganar cinco distritos y aportar un importante volumen de votos.
Las encuestas independientes reflejan que el PAN es ahora la primera fuerza política de la ciudad con un 38 por ciento de simpatías electorales, con un margen relativamente amplio respecto al PRI que se ubica como segunda fuerza electoral con un 27 por ciento, apenas por arriba del PRD que tiene el 26.4 por ciento de preferencias electorales.
De los propios sondeos de opinión que se han realizado se desprende que el acelerado desgaste del PRI registrado en los últimos dos años y la polémica figura del regente de la ciudad, Oscar Espinosa Villarreal cuya imagen es criticado por la gran mayoría de la població capitalina juegan en favor del PAN.
En el balance electoral del PAN también se apunta el fracaso de su participación en el proceso electoral de los Consejos Ciudadanos luego de que el PRI impulsara la marginaciónn formal de los partidos en la elección y que obligó al PAN a crear una nueva estructura de tinte corporativo con Acción Vecinal.
El saldo: solo 38 panistas lograron el triunfo, lo que equivale apenas al 10 por ciento de los cargos en disputa. Meses después, en la elección de presidentes de colonia y jefes de manzana donde el saldo no fue diferente pues obtuvieron solo 613 jefes de manzana --de 50 mil que hay en la ciudad-- y 79 presidentes de colonia, de 3 mil cargos en disputa.