La Jornada 14 de junio de 1996

Escritores de Argentina evocan a Borges tras diez años de ausencia

Ansa, Buenos Aires, 13 de junio Jorge Luis Borges falleció en Ginebra, el 14 de junio de 1986, a los 86 años. El más universal de los escritores argentinos había vivido en esa ciudad en su primera juventud y, aparentemente, la eligió ya viejo y enfermo para vivir sus últimos días.

El autor de El Aleph había nacido en Buenos Aires en 1899. De 1914 a 1921 vivió en Europa y, entonces, Suiza y España fueron también sus patrias. Pero el regreso a Buenos Aires fue definitivo, al menos hasta unos meses antes de morir.

Durante décadas, particularmente en los sesentas y setentas, Borges fue una figura controvertida del campo intelectual argentino por sus irritantes opiniones políticas, pero, después de su muerte, la controversia parece haberse silenciado definitivamente.

Hoy, todos reconocen en él al escritor más importante que este siglo haya dado Argentina: autor de ficciones de un país periférico que se proyectó universalmente a partir de la cultura occidental y de los temas nacionales.

En este décimo aniversario, Adolfo Bioy Casares, un amigo entrañable del autor de Historia universal de la infamia y también colaborador literario, reveló ``aún no me acostumbro a su ausencia. Sé que tuve la inmensa suerte de pasarme la vida con un hombre como Borges, con quien fuimos amigos hasta dos días antes de su muerte, cuando me llamó desde Europa y me dijo ``Estoy embromado, no sé si volveré''. Fue una especie de despedida''.

Bioy no deja de repetir que no desea morirse sin escribir algo sobre su amigo, aunque ahora explica: ``con las personas a quienes uno ha querido tanto, a veces ocurre que las ideas vienen en tropel y no es fácil ordenarlas. Y además, aún me siento no digno de hacerlo''.

En cambio, el novelista y ensayista David Viñas confesó que su relación con la obra de Borges siempre fue problemática como consecuencia de sus irreconciliables posiciones políticas. ``Yo creo, dice hoy el autor de Los dueños de la tierra, que las posiciones políticas de Borges, tan conservadoras, resultaron un obstáculo para pensar su literatura. Además, tengo que reconocer que su obra no fue, ni es, un objeto de interés central para mí''.

María Kodama, viuda, amiga y colaboradora de Borges en los últimos años, se refirió a la ausencia del escritor: ``Borges, dijo, es la mitad de mi alma y sólo desde lo racional entiendo que ya no esté presente. El me acompaña todo el tiempo''. Kodama trabaja en la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, ubicada junto a la casa donde el escritor escribió su afamado cuento ``Las ruinas circulares''.

Borges y Kodama se casaron pocas semanas antes de que el escritor muriera. Para muchos fue una sorpresa; para otros un escándalo. Después de la muerte de Borges, el hecho generó diversos pleitos entre la familia del escritor y su viuda.

Para Kodama, Borges fue un adelantado en el campo de la literatura, un vanguardista. Seguramente es por ello que en la actualidad su obra sirve no sólo para la indagación de la crítica literaria, sino también ``para el mundo de Internet y las comunicaciones tal como lo señalan científicos y semiólogos europeos que afirman que Borges anticipó la realidad virtual y los viajes informáticos''.

Rodeada por una ``infinita'' biblioteca con miles de volúmenes que pertenecieron al creador de Ficciones, Kodama reconoce que la impopularidad de Borges fue producto de prejuicios que se debieron ``a que siempre dijo lo que creía''.