Javier Molina
Borges: el tiempo y el río

Borges arribó a la ciudad de México el 6 de noviembre de 1978, a las 19:30 horas. Dijo en el aeropuerto: ``A los 79 años de vida soy casi un hombre póstumo''. Llegó acompañado de quien presentó como una alumna suya: María Kodama. ``México está entreverado con toda mi vida, me siento muy emocionado''. Venía para la filmación de un programa televisivo en el que dialogó con Juan José Arreola. Yo iba enviado por mi diario para seguirlo a donde fuera. En ese mismo momento llegó a saludarlo el autor de Confabulario y Varia invención, quien le recordó una plática en San Diego, California, donde Borges afirmaba que iba de Góngora a Quevedo y se quedaba en Quevedo para regresar a Góngora.

--¿Dónde se encuentra usted ahora? --preguntó Arreola.

--En Góngora --repuso Borges-- porque Góngora fluye, es como los ríos.

--Eso es lo importante en usted --dijo Arreola, que fluye.

Borges gustaba decir que una de las metáforas fundamentales del universo es el tiempo y el río. Escribía del tiempo: ``El segundo crepúsculo./ La noche que se ahonda en el sueño./ La purificación y el olvido./ El primer crepúsculo./ La mañana que ha sido el alba./ El día que fue la mañana./ El día numeroso que será la tarde gastada./ El segundo crepúsculo./ Ese otro hábito del tiempo, la noche''. Se preguntaba para afirmar: ``¿Qué trama es esta/ del será, del es y del fue?/ ¿Qué río es este/ por el cual corre el Ganges?/ ¿Qué río es este cuya fuente es inconcebible?/ ¿Qué río es este/ que arrastra mitologías y espadas?/ Es inútil que duerma./ Corre en el sueño, en el desierto, en un sótano./ El río me arrebata y soy ese río./ De una materia deleznable fui hecho,/ de misterioso tiempo./ Acaso el manantial está en mí./ Acaso de mi sombra/ surgen, fatales e ilusorios, los días''.

Lo recuerdo muy bien, desde el aeropuerto, luego conversando con Octavio Paz en su habitación (presente María Kodama, quien me permitió estar allí). Conversaron en privado durante una hora mientras tomaban té. Hablaron, entre otras muchas cosas, de las dificultades que ofrece la traducción de poemas. Paz dijo que lo mejor que había leído al respecto pertenecía a Valry, quien afirmaba que la traducción del poema consiste en conseguir ``con medios diferentes efectos semejantes''.

Antes de despedirse, Octavio Paz dijo a Borges que le traía ``un cuadernillo con un poema muy largo'', y le obsequió un ejemplar de Pasado en claro. Con mucha sencillez, Borges le pidió que por favor se lo firmara, a lo que Paz contestó que ya lo había hecho.

Lo recuerdo muy bien. En una tarde soleada de Morelia, en el Festival Internacional de Poesía, cuando en la primera conferencia de prensa que ofrecía le hice la primera pregunta, recordando sus versos escritos en la biblioteca de Buenos Aires, cuando habla de ``la tarde que está afuera/ y acaso sea de oro''.

--¿Ahora qué le parece esta tarde, aquí, en Morelia?

--Escribí eso entonces --dijo-- para que el lector se percatara de que el poeta estaba ciego. Pero entonces como ahora adivino que también la tarde es de oro.

En un momento le hice una larga entrevista en que hablando del mar y de los atlas, con una referencia muy clara a la dedicatoria del por entonces su libro más reciente: Historia de la noche, que ocupa una página y que comienza diciendo: ``Por los mares azules de los atlas y por los grandes mares del mundo'', que continúa con una larga enumeración que concluye cuando dice: ``por la que usted será; por la que acaso no entenderé. Por todas estas cosas dispares y que son tal vez, como presentía Spinoza, meras figuraciones y facetas de una sola cosa infinita, le dedico a usted este libro, María Kodama''.

Lo acompañé algunas veces. Una fue cuando me invitó a desayunar en el restaurant del hotel, y platicamos de cosas tan sencillas que recordarlas es como decir que llueve.

Su sencillez, es bueno reiterarlo. Su enorme cortesía, la tolerancia del sabio. Escribía del tiempo:

``El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real: yo, desgraciadamente, soy Borges''.