Luis Javier Garrido
La (auto)defensa

La permanencia de Ernesto Zedillo en la Presidencia de la República no sólo es rechazada por diversos sectores populares, sino que es criticada también por las élites dirigentes ya que constituye un factor de inestabilidad política y de incertidumbre económica, y es por ello que el gobierno se siente acorralado.

1. El viaje de Ernesto Zedillo al Canadá (10-15 de junio) no tiene por ello precedentes. El titular del Ejecutivo se ha dedicado en él, lo mismo en Ottawa o en Toronto, no a hacer la defensa de los intereses de México y ni siquiera los de su gobierno, sino los de su propia persona, y esto es un signo muy preocupante de lo que está aconteciendo.

2. Las desafortunadas conferencias de prensa de Zedillo ante los medios canadienses, no han hecho sino evidenciar más su falta de autonomía, y no le ayuda ya ni el proceso a Raúl Salinas, pues una vez más él mismo se encargó de mostrar que no ha tenido más objetivo que el de proteger al hermano. El hecho de que el gobierno actual no sea más que una prolongación del anterior, y de que el mismo grupo al que se le imputan diversos crímenes siga en el poder, es motivo suficiente para ahuyentar a muchos inversionistas, y Zedillo parece ignorarlo, pues a una pregunta sobre ``la corrupción'' de Carlos Salinas, temiendo hablar de éste, indicó que ``el señor Salinas está en la prisión'' (La Jornada, 11 de junio).

3. Las evidencias de que Córdoba y Salinas siguen mandando en México se ven todos los días, y no es desde luego con una campaña en la prensa como Zedillo puede convencer de lo contrario. La visita que Jorge G. Castañeda hiciera a Carlos Salinas en su lujosa finca de Ballynahinch, en Irlanda del Norte (El Financiero, 8 de junio), molestó tanto al gobierno no sólo porque evidenció que el Grupo San Angel mantiene firme su alianza con Salinas, sino por lo que todo mundo sabe: que la burocracia política sigue viéndolo a éste como el factor decisivo del poder, desde el PAN hasta los camachistas del Grupo San Angel, sin olvidar a los miembros del gabinete, impuestos casi todos por Salinas.

4. El gobierno pretende tergiversar los hechos, y explicar la descomposición del régimen no por el descontento popular sino por una campaña de ``rumores'' de las fuerzas del mal, y habría que preguntarse si lo que hace no es reflejar sus temores sobre la fragilidad del acuerdo de 1995 entre Salinas y Zedillo.

5. Ernesto Zedillo no tiene siquiera la capacidad de tomar la decisión personal de renunciar, y no es imaginable que tenga un gesto de desafío a quien manda como Ortiz Rubio en 1932. Lo hará, sin duda, cuando lo decidan Córdoba y Salinas y lo autorice el Departamento de Estado, y lo que ahora está mostrando es su pánico a que se esté evaluando esa determinación.

6. Los intereses trasnacionales son ya hegemónicos en el ``sistema'' mexicano y Zedillo es obviamente muy sacrificable, en particular en el caso de un agravamiento de la situación. Ha fungido hasta ahora como un garante eficaz de los intereses económicos y políticos y de la impunidad de la clique salinista, pero su permanencia en el cargo está acelerando la descomposición del ``sistema'' y quienes controlan el país y lo impusieron en la Presidencia podrían estudiar su posible sustitución, a pesar de su incondicionalidad a Córdoba y Salinas, y es esto lo que refleja el temeroso Zedillo.

7. El análisis democrático tiene que ser, sin embargo, muy distinto. La indolencia de Zedillo para asumir sus deberes constitucionales y anteponer los intereses nacionales a los de una mafia (a la que hasta ahora él representa) es un asunto muy grave. La renuncia es un imperativo ante su resistencia a) a terminar con la impunidad de Córdoba y Salinas procesándolos y acabando con el control que ejercen sobre el aparato político y la estructura financiera del país, y b) a iniciar el proceso para una reforma democrática por la que se desmantele el sistema priísta y se reformulen las políticas del régimen.

8. Cabría preguntarse, entonces, algo muy sencillo. Cuál es el cambio a que aspiran las fuerzas democráticas? La situación actual evidencia que los partidos de oposición no quieren ahora el cambio democrático, y que no tienen tampoco una propuesta de transición en el escenario de una renuncia forzada de Zedillo, en tanto que el grupo en el poder sí da signos de tener un proyecto para el caso de verse obligado a relevarlo; y sin tener que arriesgar sus intereses. Es decir, que puede cambiarlo para que nada cambie.

9. La oposición hasta ahora no parece tener en su mira más que el escenario limitado del 97, y éste es previsible, pues la ``ingeniería electoral'' del régimen sigue teniendo la capacidad para influir en los resultados a nivel nacional, como lo hizo en el 91 y en el 94: inflando la votación del PRI y rasurando la del PRD, de tal manera que en la Cámara de Diputados el PRI seguirá siendo el partido ``mayoritario''; aunque sin alcanzar la mayoría absoluta, con lo que el PAN podrá reclamar de manera más abierta su derecho a cogobernar, para seguir aplicando las mismas políticas.

10. La situación actual es grave, no por un rumor sino por un clamor, que no ha sido escuchado por el gobierno, pero tampoco por los partidos: los mexicanos están descontentos y quieren un cambio, y muchos están dispuestos a impulsarlo.