Más que a la literatura amo a la vida; y más ahora, que se angosta: Paz
Diego de Jesús, especial La Jornada. Londres El Poeta estuvo en Londres. Para la presentación de su libro La llama doble, Octavio Paz ofreció en el Queen Elizabeth Hall un recital de sus poemas frente a mil personas cuya ovación recibió con asombro, como si fuese inmerecida. Humilde fue también junto a su amigo, el poeta inglés Charles Tomlinson, al leer las traducciones que realizara de su obra al español.
A su paso por esta capital, como parte de su gira por Europa, el magnetismo de la poesía de Paz tocó al que esto escribe, en una conversación sobre amor, fama y dinero.
Le entristece llegar a Londres sin lluvia, cargar el paraguas en vano?
No, al contrario, me parece magnífico. He vivido en Inglaterra; hace tiempo estuve en Cambridge por más de un año, de modo que conozco el clima inglés, sus variaciones. El verano me encanta. Disfruto desde que empieza la primavera. Disfruto, también, el amor de los ingleses por la naturaleza, las flores, los jardines. Parte de la gran conversación británica es el tiempo: "Qué tiempo va a hacer?" ``Qué día tan bello!". Todo esto al principio me parecía un poco absurdo, cómico. Luego me di cuenta de que es hermoso. De que hay que ser sensibles al tiempo. En este país la gente observa a los pájaros y conoce los nombres de los árboles. En México la gente ha olvidado por completo cómo se llaman los árboles... Aparte de que los han cortado muchísimo.
Reconforta también pensar que, como dijo usted, Londres es un pueblo que ama a su poeta: Shakespeare.
En realidad a sus poetas. Inglaterra es de los países de Occidente con una poesía más rica, desde Chaucer hasta el siglo XX. Sí, es un lugar donde se ama a los poetas. Hay países en los que reina la prosa, aun cuando tengan grandes novelistas, como Francia.
Qué ocurre en México?
Ahí la cultura literaria no es completamente popular todavía. Nadie puede decir que Sor Juana Inés de la Cruz es popular; incluso López Velarde lo es a medias. Pero si olvidamos esta división particular en la cual la mayoría no lee, la tradición literaria más rica de México es la poética. La línea de poetas que México ha tenido desde el siglo XVI hasta nuestros días es ininterrumpida.
Cómo le cae el peso de la fama?
La fama es equívoca siempre, hay que ser un poco escéptico. Cuando era joven no era famoso y amaba la literatura; ahora la sigo amando y, más que a la literatura amo, por supuesto, a la vida. Aún más ahora que se angosta.
Es pesado vivir tanto acoso, tanta adulación?
Bueno, trato de guardar mis distancias, de recordar que todo eso es humo, que se acaba, que lo que queda son las obras. Siempre he pensado que gran parte de lo que he escrito es ocasional. La prosa, sobre todo, ha estado destinada a desaparecer; son documentos de la época que van a interesar sólo a unos cuantos historiadores fastidiosos y fastidiados. La poesía es mi esperanza. Ojalá que algunos de mis poemas perduren incluso si se olvida mi nombre. El gran logro del escritor es que su nombre desaparezca. El caso más notable es el de Shakespeare: sabemos que existió, pero conocemos muy poco de él. Sabemos mucho más de Hamlet, de Otelo, de Julieta o de Rosalina o del Rey Lear. La obra sustituye a la persona. Ocurre a la inversa en los casos de artistas que no admiro.
Como quiénes?
Casos notables de este siglo son Salvador Dalí y Diego Rivera. Hay también muchos casos de escritoras cuya obra rápidamente está desapareciendo, pero quedan sus personas.
En su convivencia cotidiana se rodea de gente inteligente?
No hemos hablado de mi libro. Yo vine aquí a presentar un libro.
Sí, espéreme tantito, cuénteme de su experiencia cotidiana, si es sólo gente muy inteligente la que lo rodea...
Es gente, es gente. No sé qué quiere decir ser ``muy inteligente''. A veces la gente inteligente es muy fastidiosa. A mí me gusta hablar con la gente.
Ha dicho que se siente apenado por publicar, a estas alturas de su vida, un libro sobre sexo, amor y erotismo, mientras Quevedo, al final de su existencia, decidió escribir sobre las miserias de la vida. Deveras se siente apenado?
Escribí ese libro para pagar una deuda conmigo mismo. Desde mis inicios escribí, como la mayor parte de los poetas (no todos), poemas de amor, incluso poemas eróticos. Hace treinta años me puse a pensar en el fenómeno del amor y empecé a escribir un ensayo de unas cien páginas, pero hubo una serie de incidentes que me impidieron terminar el libro: estuve en la India, luego tuve que salir de allí, anduve errante por universidades, volví a México después de muchos años de ausencia, tuve una serie de aventuras y el libro quedó aplazado. Terminé primero el de Sor Juana, que no pensaba escribir pero lo hice, y así muchos otros. El del amor se iba olvidando. Las notas que había tomado se volvieron amarillas en el papel, se perdieron muchas de ellas en las mudanzas, en los viajes, y de pronto un buen día dije: tengo que hacer este libro. Es un poco absurdo que al final de mi vida escriba sobre el amor, pero habría sido una traición no hacerlo, puesto que se me han ocurrido algunas cosas que a otros no, como esta distinción entre sexualidad, erotismo y amor. Me lancé a escribir. Olvidé las notas y no consulté ni un libro. Lo terminé en pocas semanas, con relativa facilidad. Claro, fue un trabajo de seis semanas pero también de treinta años.
Qué hay de sus memorias?
Memorias, memorias, yo no sé si valga la pena.
Por qué?
No me siento con fuerzas para hacerlo. Es más, no estoy muy seguro de que deba hacer memorias pero, si las fuese a escribir, no se lo diría a usted, me quedaría callado.
Por qué no me lo diría? Don Octavio, lo lanzo en exclusiva, hágame el favor.
No soy supersticioso, pero creo que contar los proyectos los debilita.
Pero no desprecia las memorias como género?
No, de ninguna manera. Creo que la literatura de lengua española carece de memorias. Una de las grandes obras de la literatura mexicana son las memorias de José Vasconcelos, sobre todo los dos primeros tomos: Ulises criollo y La tormenta. Creo que necesitamos menos novelas y más memorias.
En Inglaterra hay más tradición. Juan Goytisolo dice que los españoles pueden contarle su vida al que se sienta a su lado en un camión, pero a la hora de escribir memorias son muy desmemoriados.
Hay que decir que Goytisolo ha roto con eso, con mucho valor y con mucha honradez, y ha escrito momentos de su vida magníficos. En lengua española hay pocas memorias, lo contrario de lo que ocurre con Inglaterra y con Francia.
Mayor motivo para que no nos vaya a dejar usted sin las suyas.(No sé por qué se ríe divertido; quiero pensar que es porque ya las tiene listas y Braulio Peralta dará la sorpresa.)
Bueno, no sé si valga la pena, pero en fin...
Usted qué piensa de la relación entre los poetas y el dinero?
El dinero puede ser equívoco, lo malo es cuando la búsqueda del dinero o de la fama, que no es menos perniciosa, usurpa la necesidad de escribir, la necesidad de expresarse. Han habido muchos poetas pobres y han habido poetas ricos. Mi máxima es la de Horacio, el poeta latino: una dorada medianía. Ahora lo dorado nos parece excesivo: mucho dinero hace daño, muy poco también. No es una casualidad que los mejores poetas del siglo XX y del actual hayan pertenecido a la clase media.
Usted que puede estar más allá del bien y del mal, qué necesidad tiene de andarse metiendo en líos por lo político?
En realidad yo nunca he sido político: no he sido candidato, no he pertenecido a ningún partido. Soy ciudadano y, como tal, tengo ideas políticas. Tampoco tengo ninguna teoría para reformar al mundo, no me siento reformador ni salvador de la especie humana ni de México, que es un país tan difícil, pero sí tengo ideas políticas. Cuando ha sido necesario las he expuesto e incluso las he defendido, pero lo mío ha sido la poesía y el arte.
En relación con sus Obras Completas...
Han salido diez tomos ya, no sabía que iban a ser tantos. De eso sí que estoy un poco avergonzado, de haber escrito tanto. Un escritor no debe ser prolijo. Por fortuna ha sido prosa, y como la prosa es perecedera, no me importa tanto. Los tomos de poesía, que todavía no salen, serán dos únicamente. Voy a incluir poemas de juventud. Hay gente que, con muy mala intención, dice que he revisado mis poemas por razones políticas, lo cual es una pequeña vileza. He hecho algunos cambios por razones estéticas. Pero ahora voy a publicar en otro libro, Primeras letras, mis ensayos iniciales y poemas de juventud, incluso dos o tres inéditos que me encontré publicados en periódicos perdidos; también los diligentes investigadores como el uruguayo Hugo Verani han encontrado otros. Los voy a publicar todos. Esto, para los que piensan en mi revisionismo.
Cuándo empezó a escribir poesía?
Empecé con un poema que perdí, por suerte, era absurdo! Lo único que me interesaba era la rima. Era yo muy chico, 14 ó 15 años. Empecé a escribir de manera más sistemática cuando tenía 16 ó 17 años. Uno empieza escribiendo imitaciones afortunadas o desafortunadas de los poetas que admira y a mí me gustaban mucho los poetas modernos cuando los conocí. En mi casa había muchos libros pero terminaban abruptamente hacia 1910. Yo había leído a Díaz Mirón, a Gutiérrez Nájera y a Amado Nervo, pero cuando entré a la preparatoria descubrí que había un mundo literario de escritores mexicanos que yo desconocía y muchos más europeos. Fue entonces cuando me encontré frente a la literatura moderna.
De qué hablaban sus primeros poemas?
Eran un poco juguetones, un poco de broma. Uno empezaba: Con un patín/de hielo/resbalo/ por la azul pista/ del cielo. Era un mocoso a esa edad.
Qué le parece la poesía nueva en México?
El nivel de la poesía en México es bastante bueno. Se habla mucho menos de lo que debería hablarse de la poesía y me asusta que lo que esté triunfando en el mundo entero sea lo comercial. En mi juventud luché contra el compromiso de los escritores cuando eso significa la disciplina y la obediencia a un partido. Creo que el mercado ha sustituido con ventaja a los viejos poderes, a la Iglesia y al Partido. Hay muy buenos poetas jóvenes en México. Creo que es una de las cosas buenas que tiene el país, siempre ha ocurrido eso. Cuando yo era joven había buenos poetas como Gorostiza, Villaurrutia, Novo, Pellicer. Muy poca gente hablaba de ellos; todo el mundo hablaba de Rivera, de Orozco, lo cual no estaba mal pero se estaba ignorando a lo más valioso de nuestra cultura. La gesticulación con frecuencia oculta lo verdadero.