Reconocidos investigadores de México y Estados Unidos, conjuntamente con varios grupos ciudadanos interesados en la conservación y el desarrollo, hacen gestiones para lograr que la Sierra de San Pedro Mártir, en Baja California Norte, sea declarada por el gobierno federal como Reserva de la Biósfera. Actualmente tiene la categoría de Parque Nacional y Forestal, con una extensión de 63 mil hectáreas.
Ubicada geográfica y administrativamente en el municipio de Ensenada, la sierra es uno de los más importantes sitios de biodiversidad del continente. Por principio, se encuentra cubierta por el único bosque multiespecífico mediterráneo que existe en México. Su patrimonio biológico es de primer orden: allí se localizan 15 especies de plantas, 20 subespecies de aves, así como cinco especies y tres subespecies de mamíferos, todas consideradas endémicas. Hay otras raras o amenazadas de desaparecer, entre las que destacan el borrego cimarrón, un tipo de trucha arcoiris tolerante a temperaturas templadas, y el ciprés de montaña.
Pero si sobresale su biodiversidad, no es menos su importancia cultural pues en la sierra viven, entre otros grupos humanos, los Kiliwa, sus habitantes desde hace miles de años, virtualmente en peligro de desaparecer ya que sólo quedan cerca de 70 personas de esa etnia. La sierra ha sido su hogar, sustento alimenticio y base de su medicina, gracias a que han sabido aprovechar sabiamente lo mismo plantas que especies animales, entre las que sobresalen los frutos del piñón, la bellota, la yuca, el mezcal y la tuna.
Larga es la lucha de los indígenas por impedir el despojo de su patrimonio ancestral, y por obtener, en cambio, su posesión legal. En cambio, no han podido evitar la desaparición paulatina de su idioma, al grado de que solamente diez personas adultas todavía lo hablan. No está por demás señalar que los Kiliwa son una de las últimas culturas que todavía practican la caza y la recolección en la parte norte del continente americano.
La sierra de San Pedro Mártir es también una de las áreas geográficas con menos nubosidad en el mundo, motivo por el cual allí se encuentra el Observatorio Astronómico Nacional, con bien ganado prestigio internacional. Además, en la parte sur de la sierra se ubica la misión que los dominicos establecieran en el siglo pasado, un sitio histórico de primer orden. Si bien el aislamiento relativo de la región ha sido un factor favorable para conservar el uso tradicional y sabio del suelo y el pastoreo estacional de ganado, no por ello deben lamentarse daños a su patrimonio. Es el caso del cóndor californiano, una de las aves voladoras más raras y grandes del planeta: pesa cerca de diez kilogramos y sus alas miden alrededor de tres metros de largo. La última vez que se le pudo ver en esa parte del territorio mexicano, donde vivió durante siglos, fue en 1937. Se calcula que ahora en el mundo apenas existen 103 cóndores, de los cuales 17 vuelan libremente en las áreas silvestres del sur de California, Estados Unidos. Los demás se encuentran en cautiverio en dicho país, donde las autoridades trabajan para reintroducir la especie en lo que fuera su hábitat natural.
Pese a su aislamiento, en las más de 500 mil hectáreas que integran toda la sierra de San Pedro Mártir en el futuro pueden ocurrir graves desajustes ambientales, ocasionados por el crecimiento de ciertas actividades económicas desconectadas del cuidado del medio. Sobresale la forestal. So pretexto de que es necesario efectuar ``cortes sanitarios'' al bosque para evitar la proliferación de dos plagas (el muérdago y el barrenador de la corteza), se vende a las familias del ejido Bramadero la idea de iniciar una explotación forestal que, a juicio de los conocedores de la sierra, sería el principio del fin de la enorme riqueza biótica que allí existe. Según informes recientes, los ejidatarios cuentan ya con el permiso oficial para talar el bosque y lo cedieron a empresarios de Estados Unidos. Menos desajustes ha causado el pastoreo estacional de ganado (los animales viven seis meses en la sierra), aunque es necesario no exceder la capacidad de carga.
Para evitar éstos y otros problemas, garantizar la riqueza biótica de San Pedro Mártir y la calidad de vida de sus pobladores, es que se busca convertirla en Reserva de la Biósfera que incluya, no solamente la zona del actual Parque Nacional (63 mil hectáreas), sino también otra más en los terrenos donde se asienta la comunidad Kiliwa (cerca de 40 mil hectáreas). Y en forma complementaria, una amplia área de amortiguamiento de unas 500 mil hectáreas de extensión, donde se realiza el pastoreo de ganado, vive el borrego cimarrón y otras importantes especies animales, y nacen los arroyos donde se reproduce la trucha arcoiris.
El amplio grupo que promueve la creación de la Reserva, considera que ésta sería un sitio ideal para el manejo integral y a largo plazo de los recursos económicos, bióticos y culturales. Igualmente, que para hacer efectivo el tantas veces anunciado desarrollo sostenible, es indispensable la participación real de la población. Se trata de una tarea urgente, antes de que los intereses privados impongan su ley. Ahora mismo, éstos construyen un camino a través del Parque Nacional, para llegar a los lugares donde tienen pensado iniciar la tala de árboles y el posterior saqueo de madera. Se permitirá tan destructivo negocio?