La mayor parte de la astrofísica se hace con datos provenientes de la captura y el análisis de la radiación que emiten los cuerpos celestes. Debido a las distancias tan grandes que nos separan de los astros, la señal de luz que recibimos es débil, lo que dificulta su interpretación; incluso, ésta puede tardar miles de millones de años en llegar a la Tierra.
Desde hace décadas se utilizan detectores optoelectrónicos para capturar a los fotones, encargados de transmitir la radiación. A diferencia de las placas fotográficas, estos detectores almacenan electrónicamente las señales y se despliegan en pantallas de televisión.
Los llamados CCDs son especialmente sensibles para luz visible e infrarroja, algunas cámaras de video emplean detectores de este tipo.
Ahora existen nuevos sensores con alta eficiencia en radiación ultravioleta que es la que producen las estrellas con temperaturas mayores a las del Sol.
Los nuevos detectores llamados STJ, fueron desarrollados por la Agencia Especial Europea. Cada fotón ultravioleta o visible que incide sobre el detector produce una señal eléctrica que permite conocer el tiempo de llegada, la intensidad de la energía y la posición. Por consiguiente se pueden tomar imágenes de los astros y controlar con precisión los tiempos de exposición, así como conocer la cantidad de energía que produce la fuente en cada longitud de onda emitida.
Además de tomar imágenes, los astrónomos están interesados en conocer la calidad de la radiación que reciben, para esto descomponen la luz en sus distintos colores, como un arco iris celeste, de esta manera pueden analizar la temperatura, densidad, composición química y velocidad de los astros. El detector STJ permite hacer esta descomposición y tomar imágenes simultáneamente, de tal manera que se puede conocer punto por punto la estructura y las condiciones físicas de un cuerpo celeste extendido y generar figuras tridimensionales.
Con los detectores STJ se podrán emplear con mayor eficiencia las decenas de telescopios medianos de todo el mundo, para estudiar objetos muy alejados y de los que recibimos poca luz y así conocer su estructura y evolución.