Ruy Pérez Tamayo
``!Muera la UNAM!''

Los días 11 y 12 de junio el STUNAM decretó que se impediría el acceso a la UNAM a los empleados de confianza de la institución, y que aquéllos que lograran ingresar a sus sitios de trabajo serían ``invitados'' a salir de ellos por los delegados sindicales de cada dependencia, que la visitarían con ese propósito. Esta medida, totalmente arbitraria y completamente opuesta al espíritu y a las funciones de la UNAM, fue tomada por el C.S.G., dizque en protesta por la existencia y el número de los trabajadores de confianza, que es violatorio del contrato de trabajo, cuya titularidad se adjudica el STUNAM.

Yo no me enteré de que el trabajo en mi laboratorio y en los de mis colaboradores se iba a suspender por decreto del STUNAM en las fechas mencionadas, porque el aviso se envió un día antes por la red interna de la Facultad de Medicina, y otros compromisos me impidieron consultarla oportunamente. De todos modos, la experiencia nos ha enseñado (no sólo a los investigadores universitarios, sino a todos los investigadores mexicanos) a estar preparados para las interrupciones imprevistas (fallas de electricidad y de agua, huelgas, temblores, robos, fiestas, falta de recursos, etcétera) con planes de contingencia para no perder los cultivos celulares, los animales operados, las preparaciones que deben conservarse a 4§C, los tejidos en proceso de inclusión, y las otras mil cosas que en cualquier laboratorio de investigación requieren de servicios constantes y de atención ininterrumpida. Pero esto no le resta un ápice a lo inaudito del episodio: para resolver un problema sindical, el STUNAM se siente autorizado a interferir activamente con el trabajo de la institución, impidiendo el acceso a sus labores a una parte del personal.

El daño causado no es menor, porque ese personal es precisamente el que sostiene las actividades universitarias y en el que confiamos los académicos; su contratación se debe a que el personal del STUNAM está totalmente desinteresado en los objetivos de la UNAM, su capacidad de trabajo es nula o menos que eso, su actitud no es la de colaboración sino la de enfrentamiento y hasta desprecio, confiando en que el sindicato los protegerá de cualquier llamado de atención que se les haga para que cumplan con sus obligaciones. En esto último tienen razón, porque el STUNAM siempre está listo para defender a sus afiliados, sin importar el tipo de incumplimiento en el que hayan incurrido; lo importante para esta agrupación no es la UNAM sino mantener su fuerza política con base en la protección de ineptos y descalificados. Para salir adelante a pesar del STUNAM, la UNAM se ha visto obligada a contratar personal de confianza, lo que ha generado el conflicto, que por cierto no es nada nuevo y ya ha producido problemas en otras épocas.

Podría pensarse que la solución es obvia: si los trabajadores del STUNAM fueran más capaces y más dedicados que el personal de confianza, éste no existiría porque todos los universitarios preferiríamos a los mejores. Pero esto significaría que los afiliados al STUNAM tendrían que llegar temprano, cumplir con sus horarios, desarrollar sus tareas con pulcritud y orgullo en lo bien hecho, superarse continuamente por medio del estudio y la preparación, sentirse parte del esfuerzo conjunto que realiza la UNAM en favor del país; en pocas palabras, tendrían que sentirse y actuar como verdaderos universitarios, en lugar de ser una mafia que sólo busca trabajar lo menos posible y obtener el máximo de beneficios personales, sin importarles un bledo el sitio en donde están y las funciones que pretende desempeñar.

Cada vez que el STUNAM se pone en pie de lucha es precisamente en contra de la UNAM y lo que ella representa, siempre antepone sus intereses gremiales a los de la institución y la amenaza con impedirle que lleve a cabo sus funciones si no se cumplen sus deseos.

Nunca he visto al STUNAM luchar porque la UNAM sea una institución más noble y más generosa en sus objetivos, que se supere en la calidad de sus trabajos y en la excelencia de sus proyecciones, que cada día esté más limpia, más bien cuidada y mejor arreglada, de la que todos los universitarios nos podamos sentir cada vez más orgullosos y de la que México también se sienta cada vez más satisfecho. Ese sería un objetivo digno y una meta atractiva si el STUNAM se pusiera la camiseta que dice ``¡Viva la UNAM!''.

Desafortunadamente, la camiseta que yo siempre le visto puesta es la que dice ``¡Muera la UNAM!''.