Continúa el forcejeo por la información entre la Presidencia de la República y Alianza Cívica. Después del Informe de la Alianza que comenté la semana pasada, Comunicación Social de la Presidencia respondió el 13 de junio con un comunicado inquietante e inexacto que requiere algunas precisiones.
La Presidencia se equivoca al personalizar el Informe de Alianza (me menciona tres veces en ocho párrafos). Alianza Cívica es una organización no partidista con un sistema de dirigencia colectiva, de la cual formo parte. La Asamblea Nacional de ese organismo aprobó el ``Programa de Adopción de Funcionarios'', el seguimiento a la Presidencia de la República y el litigio jurídico. Se trata, pues, de una responsabilidad compartida.
De lo que soy único responsable es de lo publicado con mi firma, y para que no haya dudas quisiera abundar sobre este tema. Estoy convencido de que nos merecemos un gobierno auténticamente moderno. En el mundo actual la modernidad supone transparencia en los asuntos públicos, y libres flujos de información que respeten, por supuesto, lo relacionado con la seguridad nacional, la vida privada y los secretos comerciales.
El sistema salarial que tienen los altos servidores públicos no cae en ninguna de estas categorías y no es moderno. Su falta de transparencia lo hace perverso y ofensivo para los ciudadanos y para los funcionarios. En su comunicado, la Presidencia informa sobre el salario mensual neto del Presidente, lo que es una verdad parcial. No dicen ni una palabra sobre el monto que tienen las bonificaciones, compensaciones y aguinaldos presidenciales.
Lo mismo pasa con todos los altos funcionarios, lo que resulta incómodo para muchos de ellos. En diciembre pasado recibieron, como aguinaldos o bonos, hasta ocho meses de su salario (los montos fueron decididos discrecionalmente por los jefes). Aunque se merecieran esa cantidad, la forma en que lo recibieron hizo que se sintieran cómplices de una inmoralidad, sobre todo porque el grueso de la burocracia recibió los magros ingresos de la crisis.
Este sistema no lo inventó el actual Presidente, ya existía desde antes que naciera. Quienes conocen al doctor Zedillo insisten en su austeridad personal y en su determinación de combatir la corrupción. Desafortunadamente, al convertirse en Presidente decidió preservar esa estructura y otros privilegios presidenciales igualmente perversos.
Comunicación Social de la Presidencia también guardó silencio sobre la ``partida secreta'' que este año es de 650 millones de pesos. El Presidente tiene la discrecionalidad para gastar diariamente alrededor de 1 millón 800 mil pesos (unos 234 mil dólares). Es inevitable preguntarse sobre la forma en que se gastan esos recursos.
Ningún Presidente de país democrático tienen tales cantidades a su disposición. La Alianza puso su Informe en el Internet y estamos recibiendo elogios y críticas. Una que vino repleta de información fue la de Jorge Saldaña que en París, Francia, hizo unas gestiones ante el gobierno francés. En una larga carta cuenta que en un día le mandaron ``los sueldos desde Luis XV'' hasta nuestros días, además de todo el sistema de privilegios. Amén de transparentes, las cantidades son muchísimo menores a las de México.
El Presidente Ernesto Zedillo enfrenta una situación difícil y por la crisis económica tiene opciones bien limitadas. Pero existen acciones que podría realizar para demostrar su sensibilidad ante el brutal efecto que tiene la crisis entre los asalariados y empresarios pequeños y medianos.
Podría, por ejemplo, publicar su declaración patrimonial al mismo tiempo que envía una iniciativa de ley para hacerlo obligatorio para el servicio público (a ello se comprometió al firmar en marzo de este año la ``Convención Interamericana contra la Corrupción'', de la Organización de Estados Americanos). También podría renunciar a la ``partida secreta'' de 650 millones de pesos y darle transparencia al sistema de compensaciones.
Pues sí, podría hacer muchas cosas pero no las hace, y esa indiferencia tal vez inspiró al secretario de Comercio, Herminio Blanco, quien en Canadá respondió con un ``Ah, que la chingada'' cuando periodistas mexicanos le preguntaron cuánto ganaba. Al doctor Blanco se le olvida de dónde vienen sus ingresos.
Es preocupante que Presidencia no entienda que la pelea no es contra Ernesto Zedillo, sino contra el sistema de privilegios que éste heredó. La disputa no gira en torno a personas sino a principios. Por mi parte reitero que estamos peleando por algo muy elemental, por el derecho que tenemos a estar informados. Por ello, hay que insistir: y usted, señor Presidente, cuánto gana por salario, compensaciones, bonificaciones y aguinaldo?