También en la petroquímica, las luchas del gabinete
En dos o tres años, la privatización
Pese a los anuncios oficiales, el gobierno mexicano decidió detener entre dos y tres años el proceso de privatización de la petroquímica secundaria, que ya había comenzado. Sin embargo, la venta de las plantas se realizará antes de concluir el gobierno de Ernesto Zedillo, pues en los primeros círculos del poder se considera que es uno de los proyectos fundamentales para el despegue (le llaman ``modernización'') de la economía mexicana.
No es una novedad que razones políticas, económicas y sindicales echaron abajo el proyecto original de privatización de la petroquímica. Lo que sí resulta novedoso es que también en ese frente están pesando las luchas que dentro del gabinete presidencial se han producido en los últimos meses, sobre todo porque un sector del grupo gobernante se opuso, primero, a que Jesús Reyes Heroles llegara a la Secretaría de Energía, y segundo, porque le apuestan a que el hijo de Don Jesús no concluya el sexenio.
En realidad, diversas versiones, confrontadas con algunos acontecimientos relativos a la privatización de las plantas petroquimicas, dejan ver que el aparente fracaso de la venta de ese sector de Pemex fue inducido. No se trató sólo de una reacción natural en defensa del patrimonio petrolero, sino de una acción encaminada a hacer ver a Reyes Heroles como un funcionario ineficiente.
Por diversos medios, en los últimos meses varios grupos políticos movieron los hilos para que, por ejemplo, en el caso del sindicato petrolero la inconformidad de los sindicalizados aparentemente se saliera de control y se llegara, incluso, a posiciones que amenazaron con boicotear las plantas de concretarse la privatización.
Efectivamente, existe una resistencia real a la privatización de la petroquímica secundaria. No es solamente la oposición mostrada por el ex candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas, sino que en el sindicato petrolero, y más aún en un amplio sector de las comunidades donde se localizan las plantas, la gente se resiste a que termine una relación laboral que ha beneficiado a amplios sectores sociales.
Sin embargo, las cosas se ven de otra manera desde la parte gubernamental. Un minucioso estudio sobre la situación de las petroquímicas deja ver que se trata de pesados conglomerados en donde la ineficiencia y la corrupción representan un costo mayor que el beneficio esperado. Un ejemplo son las elevada erogaciones que se realizan para mantener los centros médicos colaterales a las plantas, cuyo costo per cápita es mayor que el que pudiera pagarse en uno de los hospitales privados más caros de Estados Unidos.Según el gobierno, la privatización de la petroquímica secundaria resulta indispensable para impulsar el desarrollo de amplios sectores de la economía mexicana. Sólo que existen inconvenientes no calculados y que van más allá de la resistencia que han mostrado algunos sectores del sindicato.
El mismo estudio muestra que, por ejemplo, los artículos 27 y 28 constitucionales ``son imperfectos'' respecto de las facultades gubenamentales para vender las plantas petroquímicas. Por eso ya se trabaja en el cabildeo con los partidos políticos para enviar al Congreso una iniciativa de reforma que especifique las facultades constitucionales del gobierno en esa materia.
La negociación se extiende también entre los sectores del sindicato petrolero que han mostrado resistencia, y previsiblemente se otorgarán las garantías suficientes a los trabajadores para que acepten la nueva relación laboral, una vez vendidas las plantas. Al mismo tiempo, se busca mostrar a los posibles compradores que no van a adquirir un conflicto, sino empresas sanas y sin problemas.En realidad, nada hay seguro aún.