Debaten sobre por qué llegaron los expedientes del FBI a la Casa Blanca
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 19 de junio El bombardeo de malas noticias para el gobierno del presidente Bill Clinton, siguió hoy. Uno de sus más cercanos amigos y asesor fue declarado co-conspirador en un caso vinculado con la polémica Whitewater y se iniciaron audiencias legislativas sobre cómo y porqué se trasladaron casi 500 expedientes secretos del FBI a la Casa Blanca.
En una acción que llevó la investigación en torno a Whitewater más cerca que nunca al centro del poder presidencial, se anunció hoy que Bruce Lindsey, el subconsejero legal de la Casa Blanca y uno de los asesores más cercanos de Clinton, será declarado ``co-conspirador no acusado'' en un caso contra dos banqueros de Arkansas, que enfrentan juicio por su participación en manejos ilícitos de fondos durante la campaña de Clinton para la gubernatura de ese estado en 1990. Esto implica a un prominente allegado del mandatario justo en medio de un juicio sobre corrupción.
Al nombrarlo ``co-conspirador no acusado'', los fiscales del caso contra los dos banqueros, están utilizando una maniobra para presentar testimonio y evidencia que de otra forma no sería aceptada por la corte en Little Rock, Arkansas. Aunque no se acusó legalmente a Lindsey, al ser declarado ``co-conspirador'' se le define como participante, con los banqueros, en una alegada conspiración para ocultar del Servicio de Ingreso Interno (IRS, la agencia encargada de supervisar ingresos y egresos y la recolección de impuestos federales) el retiro de 52 mil 500 dólares por parte de la campaña de Clinton cuando el ahora mandatario buscaba la gubernatura de Arkansas en 1990.
Por ley, los bancos están obligados a reportar al IRS todo retiro por más de 10 mil dólares. Lindsey fue tesorero de la campaña y se sospecha que intentó ocultar retiros por 30 mil dólares del total en cuestión. Lindsey, sostiene, admitió haber retirado esa cantidad, pero aseguró que nunca pidió al banco que ocultara la transacción, e informó que no planea presentar su renuncia, porque ``no hice nada malo''.
De inmediato Clinton defendió a su amigo: ``tengo mucha confianza en él. Estoy confiado de que no hizo nada impropio''. A cinco meses de las elecciones, Clinton recibió un golpe ayer cuando un informe del comité del Senado que investigó las inversiones del mandatario y su esposa en el fracasado negocio de bienes raíces Whitewater, acusó a Hillary Rodham Clinton de conducta impropia.
Buscando defenderse del otro explosivo caso que afecta a la presidencia, la Casa Blanca nombró hoy a un nuevo jefe de seguridad como resultado de la controversia provocada por el traslado de más de 481 expedientes personales del FBI a la presidencia, al mismo tiempo que el Congreso inició una serie de audiencias para investigar el asunto.
La controversia sobre cómo y por qué la Casa Blanca obtuvo los expedientes, muchos de ellos sobre prominentes figuras políticas del Partido Republicano, siguió creciendo hoy y forzó a la presidencia a cesar al encargado de la oficina que recibió las fichas. La Casa Blanca anunció que Charles Easley, un experto en temas de seguridad que trabajó bajo la presidencia de Ronald Reagan, sustituirá a Craig Livingstone como jefe de seguridad de personal de la presidencia.
Insistiendo que la solicitud y manejo de los expedientes confidenciales del Buró Federal de Investigación (FBI) fue un error de funcionarios menores, la administración Clinton reiteró no hubo mal uso de la información.
Pero el representante William Clinger, presidente del Comité de Reforma y Supervisión Gubernamental de la Cámara, declaró: ``todavía hay mucha confusión sobre la lista'', al iniciarse audiencias sobre el asunto en la Cámara. El Senado está planeando su propia investigación.
Ayer, la procuradora general Janet Reno anunció que el FBI indagará si la Casa Blanca cometió un acto ilegal en su procuración de los expedientes. El FBI ha dicho que la Casa Blanca solicito y recibió 481 expedientes personales entre diciembre 1993 y febrero de 1994, y que por lo menos 408 de éstos fueron entregados sin razón, en lo que el director de la propia agencia, Louis Freeh, calificó como una ``injustificada'' invasión de privacidad.
Este asunto rápidamente se está convirtiendo en un escándalo político con potenciales graves consecuencias para la campaña electoral de Clinton. Una razón de ello es la percepción pública del asunto, ya que provoca temas como invasión de privacidad y abuso del poder Ejecutivo. Por otro lado, es mucho mas fácil entender lo que aparentemente ocurrió en comparación con el complicadísimo caso Whitewater, y se trata de algo que pasó cuando Clinton fue presidente, y no hace casi diez años en Arkansas cuando era gobernador. Y claro, todos se acuerdan de Richard Nixon y este caso tiene aspectos no tan diferentes a esa historia no tan antigua.
Por lo tanto, estos eventos han creado un clima se inseguridad dentro de una Casa Blanca que hace sólo semanas disfrutaba de su ventajosa posición en este año electoral y se mostraba confiada en su ofensiva política. Ahora, la presidencia se encuentra inundada por las dudas políticas sobre la integridad de los más altos asesores y funcionarios de la administración Clinton. Y claro, para Bob Dole y los republicanos, el bombardeo de malas noticias para Clinton son explosiones bienvenidas en esta fase de la guerra electoral