Los perdedores es un viaje a la mentalidad del fracasado: Leñero
Patricia Vega Gooooll!
La batalla del 5 de mayo es como haberle ganado un partido de futbol a Alemania con marcador de tres a cero!, comenta jocoso Vicente Leñero y le da un trago más a su jaibol.
Y es que para el dramaturgo y periodista ``el deporte es, finalmente, una metáfora de nuestra realidad, quisiéramos ser ganadores y le apostamos a un equipo de futbol o a un boxeador, pero casi siempre perdemos.
``Yo siempre le voy a los que van perdiendo. Es muy fácil irle a los que van ganando, pero no hay emoción; en cambio en los perdedores siempre hay un drama. La literatura y el teatro se alimentan de los perdedores, desde Hamlet todos son perdedores. Además de reflejar una situación deportiva, los perdedores nos hablan de una situación social y política.
``Los perdedores reflejan más la realidad que los ganadores'`.
Dividida en seis cuadros deportivos, Los perdedores es una obra en la que Vicente Leñero hace ``un viaje a la mentalidad del perdedor'` --desde el joven lleno de ilusiones aplastado por las circunstancias hasta el perdedor totalmente asumido como tal-- y que marcará el debut del actor Daniel Giménez Cacho en la dirección escénica.
``El Andamio'' (box); ``El filder del destino'' (beisbol); ``Gancho al hígado'' (box); ``Caminata'' (atletismo); ``Violación'' (basquetbol); ``Out en tercera'' (beisbol) y ``Gol'' (futbol), qué tienen en común los perdedores creados por Vicente Leñero?
La incomunicación, la soledad, responde Giménez Cacho y agrega:
``Ese lugar íntimo, hermético y cerrado, lleno de luz, en el que nos refugiamos todos cuando perdemos: el momento de soledad cuando estás rodeado de personas. Son como grandes acercamientos en los que tú, como espectador, sólo ves un ángulo. Si es, por ejemplo, un campo de futbol, Vicente se concentra en la portería''.
Para Vicente Leñero el gran reto fue construir dramáticamente un espacio deportivo. ``Lo resolví, como dice Daniel, al meterme a los ángulos, a las partes cerradas de los espacios que son íntimos, como el del beisbolista que juega la tercera base. Todos los personajes son perdedores y por lo tanto están solos o están solos y por lo tanto son perdedores.
``Alguien me dijo que era imposible hacer una obra de teatro de futbol, me quedé rondando con esa esa idea y de pronto me pareció que la portería era un espacio dramático. El principal problema de la obra es cómo conjuntar los diferentes cuadros que duran diez o 15 minutos y darles una realidad escénica.
``La sensación de perder en el deporte es parecida a la de perder en el teatro: cuando empecé a escribir teatro me impresionó mucho el hecho de fracasar en público. Y esta sensación es la que llevé a Los perdedores: gente que ya es perdedora de por sí porque nunca ha llegado a las ligas mayores, no está jugando como estrella. Ese es el drama del jugador llanero o del ciudadano común que pierde en su vida porque es alguien oscuro y desconocido''.
Agrega Giménez Cacho: ``inventamos otro personaje: un encalador que traza los contornos y que es un testigo de este perder cotidianamente. Porque, como dijo Vicente, los personajes no son los héroes que caen de su pedestal, son las anónimas pérdidas en chiquito, los fracasos sordos de los que nadie se va a enterar porque como a nadie le importan ni siquiera son noticia''.
Desde hace tiempo a Vicente Leñero le inquieta el problema de la originalidad: ``nuestras obras de teatro mexicano siempre son en la sala de la casa, todas ocurren en un sillón y la familia cena en casa, es el espacio más fácil.
``Y yo pienso que los espacios más fáciles se han vuelto los más difíciles para contar historias interesantes. No podemos seguir escribiendo teatro como lo hacíamos hace 20 años'`. Asimismo el dramaturgo se siente entusiasmado y revitalizado por la ``frescura'` con la que Giménez Cacho traslada al escenario las escenas descritas en el papel.
Leñero y Giménez Cacho coinciden en que en nuestro país existen buenos deportistas en lo individual: tenistas, boxeadores, maratonistas... el problema está en los equipos: no sabemos trabajar en conjunto. ``Por eso no sabemos hacer cine ni teatro, artes colectivas por excelencia'`.
De hecho Los perdedores es la apuesta colectiva de un equipo de creativos que forma parte de la compañía productora teatral El Milagro cuyo trabajo en equipo contempla, desde entrenamiento deportivo para lograr la verosimilitud que la obra exige de los actores (Alvaro Carcaño, Jorge Zárate, Silverio Palacios, Dora García, Moisés Manzano, Ricardo y Angélica García y el niño Jorge Adrián), hasta un diseño escenográfico y visual en el que Gabriel Pascal, Tolita y María Figueroa, así como por Pablo Moya, se han propuesto recuperar el punto de vista que hay en los espectáculos deportivos: una visión de arriba hacia abajo --mientras que, generalmente, en el teatro es de abajo hacia arriba-- que permita transmitir a los espectadores la soledad que viven los perdedores en un estadio.
Las atmósferas sonoras deportivas también son parte vital de la apuesta: desde Francia vendrá Madame Miniature para hacerse cargo de una atmósfera sonora a la que se le ha dado la misma importancia que se concede a la iluminación y a la escenografía.
Para Vicente Leñero el deporte ``suena'' siempre: el golpeteo de un balón, el griterío y las porras del público, el suspiro y el jadeo de un deportista.
De la misma manera, Pablo Moya se encargará de traducir al diseño del programa y del cartel, el concepto de puesta en escena que ha sido creado colectivamente. Ediciones El Milagro publicará el libreto de la obra, con imágenes de la puesta en escena y un texto de presentación escrito por Juan Villoro; el reto es tenerlo listo para el día del estreno de Los perdedores, programado para el 25 de julio en el Teatro El Galeón, cuyo vestíbulo albergará a una exposición montada en lookers con memorabilia de los principales perdedores del deporte mexicano y cuya curaduría estará a cargo de Alfonso Morales.
La tentación es mucha y antes de despedirse la reportera le pregunta a Vicente Leñero: eres un deportista frustrado?
--Sí, mi ideal era ser beisbolista. De chico, yo jugaba bien beisbol y hubiera querido ser un beisbolista profesional, pero no era un valor que funcionara en mi casa.
``Ahora que una de mis hijas está embarazada, le prometí: `Mira, si es niño, yo me comprometo a meterlo a la Liga Olmeca..!''.