La Jornada 20 de junio de 1996

La fotografía, testimonio en el sentido más crítico: Turok

Angélica Abelleyra Por su proyecto ``La Capitanía de Guatemala, 500 años después'', el fotógrafo Antonio Turok Wallace (Distrito Federal, 1955) es otro de los mexicanos ganadores de la beca que otorga la Fundación John Simon Guggenheim Memorial. Con los 26 mil dólares de apoyo intenta producir en CD Rom una investigación en la que dé seguimiento fotográfico al fenómeno de la migración de chiapanecos y centroamericanos hacia Estados Unidos, las causas del éxodo y las condiciones de vida en el extranjero.


``La mía no es una fotografía periodística a secas, busco el lado humano de la escena, evito el sensacionalismo y trato de conjuntar en la imagen la búsqueda artística y el contenido social'' Foto: Archivo de La Jornada

Para hacer posible la conjunción de testimonios gráficos, video y música que dará cuerpo al CD --su primer trabajo en nueva tecnología-- Turok se apoyará en el vasto archivo fotográfico que viene reuniendo tres lustros atrás en el área centroamericana: Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala y ``un pedazo de México'': Chiapas, donde vive desde hace 23 años.

Dicha zona sigue siendo para el artista la ``Capitanía de Guatemala'', unida no sólo por la historia y la geografía sino por la similitud cultural entre los países y su gente; las fiestas, las creencias, el habla y también las formas de sojuzgamiento hacia los grupos desposeídos como el indígena, ``tratado de manera brutal en su propia tierra y, más allá de su país, se convierte en presa de racismo y, otra vez, abuso'', comenta por la vía telefónica desde San Cristóbal de las Casas, Chiapas.

Así, Turok buscará narrar gráficamente las similitudes y diferencias que hay en el acontecer de algunos personajes, su éxodo al norte del Río Bravo y sus formas de convivencia y perspectivas de vida a futuro en uno u otro territorio. Por ejemplo, el itinerario de un hombre que pronto asumirá una mayordomía en San Juan Chamula, y a fin de apoyar a su familia y hacer posible el futuro cargo religioso viaja cada año a Estados Unidos para trabajar y ``sobrevivir''.

Cómo enfrenta el racismo? Cómo desarrolla un día de trabajo? Con quiénes convive? Con qué visión retorna? O los obstáculos en el trayecto que hace un joven de Tapachula para llegar a Tijuana y, ya instalado en Estados Unidos, cuál puede ser su destino? Asume como antes la frontera?

Para lograrlo, su idea es ``darle otra pasada'' a su archivo fotográfico, salvar las lagunas que pudiera haber en el tema de migración y enriquecer las imágenes de los centroamericanos en Texas, Los Angeles o San Diego. Como decía Martí --recuerda el fotógrafo mexicano-- hay que meterse a las entrañas del monstruo para empezar a conocerlo''.

Con 15 años de experiencia en retratar a las personas y los conflictos bélicos en la región de Centroamérica --es famoso su trabajo testimonial en Nicaragua y en Chiapas, más recientemente-- Antonio Turok se mantiene en la línea de concebir a la fotografía como un testimonio ``en el sentido más crítico''.

``Si la foto no se ubica en el lado de la exigencia artística, entonces no me interesa. La mía no es una fotografía periodística a secas, busco el lado humano de la escena, evito el sensacionalismo y trato de conjuntar en la imagen la búsqueda artística y el contenido social''.

Añade que una foto no es el registro de un momento aislado sino una investigación alrededor de los hechos.

``Para mí, que estuve en Chiapas justo el primero de enero de 1994, el levantamiento zapatista es uno de los tres que me ha tocado testimoniar en Chiapas; los otros son el de San Andrés, en 1974 y la llamada ``Guerra de los Mercados'' en Chamula y Zinacantán, en 1978, así que retratar el alzamiento ahora es resultado de todo un proceso previo de acercamiento, como artista, a lo que sucede en mi alrededor, que es donde vivo''.

--Algunos consideran que te has alejado del movimiento zapatista.

--Estoy más cerca que nunca porque para mí es vivir 24 horas al día. No estoy más lejos ni más cerca; se mantiene mi sensibilidad en torno de lo que sucede en los Altos de Chiapas y que son demandas justas. Con mi visión de artista desde hace 20 años estoy `hablando' con la cámara sobre lo mismo, las condiciones de vida de los indígenas. Y las peticiones de justicia son idénticas.

``Con los zapatistas nunca he firmado ningún compromiso, más que el intelectual que tengo conmigo mismo. Y siento que siempre me he mantenido como observador que ofrece su testimonio visual de los procesos sociales y que narra fotográficamente los sucesos sin distorsionar. Quien piense que me he alejado del zapatismo puede caer en una equivocación''.

Muestra de su ``obsesión por Chiapas'', Turok está a punto de publicar con alguna casa de Estados Unidos --están en lista la Editorial Aperture o Norton porque ``en México, por la crisis económica y por el tema, no he encontrado posibilidades''-- un volumen que refleja 20 años de trabajo en el área: Obsímago, es su título. Qué significa Obsímago? Lo que quieras.

Es como Tarumba, de Jaime Sabines, es una obsesión devorada, es mi pasión por lo mágico, es mi interés por la cara surrealista de la vida cotidiana. Porque cuando yo veo el mundo a través de la fotografía me acuerdo que no todo es feo y por eso rescato su parte surrealista, con la observación para muchos `no comprometida' pero que para mí es otra forma de expresar la sensibilidad y de no caer en soluciones fáciles''.