La Jornada 22 de junio de 1996

Parcial, el paro convocado por tres centrales obreras brasileñas

Reuter, Ansa, Afp, Efe y Dpa, Sao Paulo, 21 de junio El paro general de 24 horas convocado por las tres principales centrales obreras brasileñas fue acatado sólo parcialmente, en tanto que el presidente Fernando Henrique Cardoso calificó la medida de los trabajadores de ``política'' y negó que afecte a su gobierno.

Mientras el gobierno y medios de prensa locales consideraron el paro un fracaso, los líderes de las centrales convocantes afirmaron que fue exitoso, ya que se lograron las metas planteadas: provocar un debate nacional sobre la situación económica, la pobreza y el desempleo en el país.

La medida de fuerza fue convocada en forma conjunta, por primera vez, por la Central Unica de Trabajadores (CUT, de izquierda), Fuerza Sindical (FS, de derecha) y la Confederación General de los Trabajadores (CGT, de centro) en protesta contra la política económica gubernamental y en demanda de mejoras salariales, empleo y reforma agraria.

El líder de la CUT, Vicente da Silva, admitió que el paro no contó con el apoyo mayoritario, al señalar que fue exitoso y alcanzó los objetivos trazados, ``aunque se hubiese querido, y siempre se va a querer, que un mayor número de trabajadores se adhiera al movimiento''.

Sin embargo, diversos informes coincidieron en señalar que durante la jornada en la mayoría de las grandes ciudades brasileñas la paralización de las actividades fue inferior a 35 por ciento, mientras que en otros centros urbanos el clima era de virtual normalidad, con transportes, bancos, comercio y oficinas trabajando.

A pesar de lo anterior, voceros gubernamentales dijeron que aquellos trabajadores que no hayan asistido a sus centros de trabajo recibirán un descuento en sus salarios proporcional a las horas no laboradas, en tanto los empresarios anunciaron que el descuento será de dos días.

Mientras el ejército mantuvo acuartelado a unos 50 mil efectivos en previsión de incidentes por parte de los paristas y de cara a la huelga permanente que mantienen los campesinos del Movimiento de los Sin Tierra (MST) en zonas rurales, fueron reportados algunos incidentes de violencia en distintas partes con cinco heridos.

Si bien no se logró el plan de los dirigentes sindicales de parar a 12 millones de trabajadores -un tercio del total registrado en todos los sectores de la economía nacional-, fue en horas de la mañana cuando el paro pareció alcanzar mayor fuerza en las distintas áreas de la producción y los servicios.

El sector de las escuelas públicas y privadas resultó el más perjudicado, dado que las autoridades prefirieron la suspensión de clases de antemano ante posibles incidentes de violencia. Pero quizá el factor que frustró el éxito del paro fue la deserción de los sindicatos del transporte público, sobre todo autobuses y tren subterráneo.

En Sao Paulo la adhesión fue total en las fábricas metalúrgicas y en las terminales de autobuses. Los trabajadores del tren subterráneo paralizaron dos de las tres líneas de la ciudad, pero 70 por ciento de los autobuses circuló normalmente.

También en Río de Janeiro más de 75 por ciento de los autobuses y el subterráneo estuvieron en circulación, y los ferroviarios se sumaron parcialmente. En esta ciudad además se produjo un tiroteo entre policías y narcotraficantes, en medio de un piquete de paristas, sin que se dieran detalles sobre víctimas.

Entre los actos de violencia se reportaron la destrucción parcial de 54 autobuses durante la madrugada en Sao Paulo y de 60 en Porto Alegre, y en San Bernardo do Campo hubo un herido de bala y varios detenidos por portar bombas molotov. En otras capitales como Belo Horizonte, Salvador, Florianópolis, Curtiba, Porto Alegre, Recife y Campo Grande, la paralización no alcanzó repercusión en las actividades productivas.

En el estado de Espírito Santo, vecino de Río de Janeiro, tres militantes del MST y un diputado provincial resultaron heridos en un incidente con la policía cuando intentó desalojar a campesinos que bloqueaban las principales carreteras de acceso a la capital Vitoria, en este caso para demandar la reforma agraria.

El grueso de los 50 mil efectivos del ejército se mantuvo acuartelado en las zonas cercanas a las regiones donde hay conflictos por tierras. El presidente Fernando Henrique Cardoso aclaró que la intervención del ejército era para prevenir conflictos agrarios, aunque dijo que con ello no se busca reemplazar su política de asentamientos.

Mientras fuentes oficiales dijeron que el mandatario se prepara para reunirse con los 27 gobernadores para discutir la reforma agraria, Cardoso insistió en considerar el paro de los trabajadores de ``político''. Aseveró que la medida no afecta a su gobierno sino a la gente, y dijo que rumores de violencia llevaron a cerrar las escuelas.

El ministro de Hacienda, Pedro Malán, negó por su parte las cifras de las centrales sindicales de que el desempleo oscila entre 13.2 y 17.6 por ciento en las principales ciudades de Brasil. Afirmó que los índices de ocupación ya empiezan a recuperarse, gracias a la baja en las tasas de interés y la atenuación de las restricciones al crédito y al consumo. Por ello, afirmó que ``la huelga es inoportuna''.

En otros asuntos, mientras el gobierno brasileño prevé recaudar 10 mil millones de dólares con la privatización de empresas estatales y la concesión de servicios diversos, se informó que el Supremo Tribunal Federal excluyó al ex presidente Fernando Collor de un proceso de corrupción contra Paulo César Farías, su ex tesorero de campaña presidencial en 1989.