La Jornada 21 de junio de 1996

Ser escritor, editor y lector, una experiencia religiosa

Arturo García Hernández En las circunstancias actuales de crisis económica, rota la cadena que hace llegar el libro al lector, con la devolución en las bodegas de las empresas editoriales, ser escritor, editor, impresor, librero y aun lector, se ha vuelto ``casi una experiencia religiosa''. Ante este panorama, Rafael Pérez Gay, director de Cal y Arena, dijo que las nuevas colecciones de esa casa editorial (dadas a conocer antenoche al público) tienen el propósito de ``contrarrestar en algo estos efectos desvastadores''.

``Qué persigue este proyecto? Un sello editorial más diverso, que publique a más escritores, en libros más sencillos, a un precio más accesible y, si se puede, que su catálogo enriquezca el territorio cultural mexicano. Dicho escuetamente, esto persiguen nuestros nuevos libros, aunque sabemos que editar es hoy, como dice la canción de moda, una experiencia religiosa''.

Ante concurrencia que se dio cita en el Salón México, el editor y escritor se valió de la parodia para enumerar los problemas de las distintas fases del proceso que concluye con el libro en las manos del lector.

Expuso: ``Los editores somos más bien participantes del debate aparicionista, porque como la mismísima Virgen de Guadalupe, una aparición es un milagro. Pero también es cierto que los editores no tenemos el monopolio de la adversidad y el martirio; ni siquiera el país lo tiene, aunque es verdad que la industria editorial abunda en experiencia religiosas.

``Hay autores, por ejemplo, que son casi una experiencia religiosa. A esto se llega con relativa facilidad: basta con un escritorio, un par de cafés bien servidos y un manuscrito de dimensiones descomunales. El escritor asevera: `esta es la obra de mi vida y me gustaría verla publicada en un par de meses. Es posible?' Como corresponde a un editor comprensivo, un piensa: `sí, es posible, aunque no del todo deseable'. El editor responde: `me llamas en una semana'. En una semana, se sabe, una gripe fulminante nos tenderá en la cama. Error garrafal. A partir de ese momento este autor y aquel editor desarrollarán un tipo de relación basada en la mentira, la desesperación y no pocas veces el odio inalterable. Para este tipo de relación comercial y cultural no hay nada como un par de barbitúricos abrasadores para despertar al día siguiente sin remordimiento alguno. Debo aclarar que nuestros autores no pertenecen a este grupo de escritores''.

Las nuevas colecciones de Cal y Arena son: ``Los Libros de la Condesa'', ``Los Breves'' y ``Los Imprescindibles''. En la primera figuran títulos de Rubem Fonseca (El salvaje de la ópera); Jorge López Páez (Ana Bermejo); Héctor Aguilar Camín (Un soplo en el río); Héctor Perea (La rueda del tiempo). En la segunda, publican: Peter Taylor (El adiestramiento de una amante); José María Pérez Gay (un ensayo sobre Elías Canetti); y un libro con cinco entrevistas inéditas con José Lezama Lima (Amo el canto del coro). En la colección de ``Los Imprescindibles'' aparece Crónica literaria. Un siglo de escritores mexicanos, de José Joaquín Blanco, y Entre las sábanas, un estudio sobre hábitos y tendencias senxuales de los mexicanos en los años noventa, elaborado por Julio Patán y Fabrizio Mejía Madrid.

Rafael Pérez Gay explicó por que hay impresores y libreros que son una experiencia religiosa. Unos porque imprimen códices borrosos y encuadernan barajas, y otros porque la necesidad de distribución y venta se enfrenta a un ``vamos a ver cómo se vende''. Aclaró, sin embargo, que ni los impresores ni los libreros que trabajan con Cal y Arena pertenecen a ese club.

``También los lectores son una experiencia religiosa. Aunque no por las mismas razones. Me refiero al lector común y corriente que va a la librería, compra un libro y se lo lleva a su casa, logrando con este acto que todos nosotros tengamos trabajo. Sospecho quizás no he sido claro: en realidad estoy tratando de homenajear a quienes participan en todas las empresas editoriales. En el caso de esta noche, me refiero por supuesto a los autores que forman nuestro catálogo, a nuestros impresores, libreros y por supuesto a los lectores''.