Carlos Bonfil
Los escándalos del rey Jorge

Inglaterra, 1778. En la corte del rey Jorge III se advierten signos de una conspiración política. El príncipe de Gales (Rupert Everett) intenta aprovechar la impopularidad de su padre y el creciente extravío de sus facultades mentales para sucederlo en el trono. De inmediato se precisan dos facciones contendientes: por un lado, los defensores del rey, encabezados por el primer ministro Pitt (Julian Wadham), interesados en conservar sus propios privilegios, y por el otro, los cortesanos golpistas, con el liderazgo de un político influyente, Charles James Fox (Jim Carter), empeñado en remplazar a Pitt con el apoyo del príncipe.

Las extravagancias del rey son casi indistinguibles de las voluntades caprichosas de cualquier déspota. En obediencia a las tradiciones reales, Jorge III no tolera que sus cortesanos tomen asiento mientras él y su familia escuchan música de Handel en larguísimas sesiones. El monarca dispone a su antojo del tiempo de sus súbditos y no acepta que ninguno de ellos lo mire directamente a los ojos. El rey está loco? Quién podría decidirlo? Qué conducta es la normal en un rey? A Jorge III lo rodea la subordinación general absoluta, vive ``bajo una dieta de sumisión'', según exclama irónico un personaje. Interpretado por el estupendo actor Nigel Hawthorne, Jorge III es, sin embargo, un tirano simpático. El drama de traiciones y conjuras de inspiración shakesperiana, se transforma así en una comedia sobre el poder y sus desmanes pintorescos. Entre El rey Lear y La fierecilla domada.Los escándalos del rey Jorge (The madness of King George), de Nicholas Hytner, está basada en la obra teatral La locura de Jorge III, de Alan Bennett, autor también del guión cinematográfico. El título en español es engañoso y absurdo. De qué escándalos se trata? Ese título sugiere más una crónica mundana de intrigas de alcoba que la reflexión irónica del dramaturgo sobre la lucha por el poder en el seno de una monarquía. Importa restituir el título correcto porque el punto más interesante de la cinta es precisamente su argumento e ilustración de que ``la monarquía y la locura comparten una misma frontera''.

La locura del rey Jorge es también su delirio imperial y su dolor por la pérdida de sus territorios en Norteamérica. Un sueño de grandeza al que ridiculizan las burlas de la corte y la tiranía de los médicos. Abundan en la cinta las herejías republicanas de los súbditos descontentos, súbitos admiradores de la flamante democracia de ultramar. El rey padece las torturas de curaciones casi medievales, y en momentos de extravío extremo, se le atan las manos, los pies y la cabeza, y se le amordaza. También se le impide comunicar con su esposa, la reina Carlota (excelente Helen Mirren la esposa del gángster glotón en El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, de Greenaway).

Aunque la obra de Bennett sugiere una sátira de la institución monárquica y de los excesos del poder personal, el director Nicholas Hytner adopta finalmente un tono de ironía amable para describir la domesticación del tirano. En un desenlace feliz, banaliza el despotismo y sitúa los enfrentamientos políticos en el terreno de la farsa. Una apuesta arriesgada que funciona muy bien gracias a un reparto excelente (Nigel Hawthorne, Helen Mirren, Rupert Everett, Rupert Graves, Ian Holm) y a una inteligente recreación histórica que remite al cine de Peter Greenaway (El contrato del dibujante, El bebé de Macon), con su mezcla de refinamiento plástico (barroquismo visual, gusto por el artificio) escatología clínica (referencia obsesiva a heces fecales, orinas y flatulencias reales). Los escándalos del rey Jorge es una comedia original que a un mismo tiempo critica y celebra a la monarquía. Un personaje de la cinta explica esa paradoja: ``es necesario tener mucho valor para poder soportar los rigores de la indolencia''.