Ruy Pérez Tamayo

La Comisión Nacional de Arbitraje Medico

Después de muchos retrasos y titubeos, por fin el gobierno se decidió a entrarle al toro por los cuernos y nombró una Comisión Nacional de Arbitraje Médico. El ``toro'' de la frase anterior es el problema de las demandas legales por negligencia médica, que en los últimos años se han hecho cada vez más frecuentes. El presidente Zedillo escogió admirablemente bien a un grupo de notables mexicanos, algunos abogados, otros médicos, otros científicos y otros líderes de la opinión pública, todos conocidos, respetados y de honorabilidad intachable, para formar parte de esta Comisión.

El comisionado, doctor Héctor Fernández Varela, declaró a los medios que el objetivo principal de este nuevo grupo es buscar la mejoría de los servicios médicos del país con la reducción de casos de negligencia médica. La Comisión es autónoma y sus miembros actúan ad honorem, como debe ser en este tipo de nombramientos, para evitar conflictos de interés. En sus declaraciones, Fernández Varela señaló que: ``No es fácil decir si la actuación de un médico es correcta y cuándo deja de hacer cosas que estaba en su mano hacer, por lo que, cuando existen inconformidades, la sociedad necesita de un medio confiable, serio, responsable, dotado de la capacidad técnica especializada, de gran sensibilidad y humanismo para juzgar esas inconformidades''.

Esto está muy bien, pero muy lejos de ser todo. Cuando se da cabida a demandas legales por negligencia médica (lo que es muy justo, cuando también las hay, o debería haberlas, por negligencia de ingenieros, de arquitectos, de abogados, de agentes de turismo o de corredores de bolsa, entre otros muchos) generalmente se piensa que los responsables son los doctores. Pero la realidad es otra, tan grotesca y absurda, que puede transformar una situación necesaria y justa en una verdadera pesadilla. No me refiero a futuros posibles, sino a una realidad tan cercana como trágica, que es la que existe en nuestro vecino país norteño, Estados Unidos. Ahí las demandas por negligencia médica han tenido cabida dentro de la ley desde hace años, pero lo que empezó como un desarrollo loable en beneficio del público se ha transformado en una pesadilla que no beneficia a nadie y que encarece todavía más los costos de la medicina. Este fenómeno inesperado se debió a que algunos abogados descubrieron que era posible obtener grandes sumas de dinero de las instituciones de salud y de los médicos como compensación a los pacientes que ganaran un juicio por negligencia (los norteamericanos la llaman malpractice) en su atención. Como los abogados saben muy bien, el juicio no lo gana la parte que tiene la razón, sino la que tiene los mejores abogados. Se estableció entonces una espiral inflacionaria, en la que los pacientes que sienten haber sido víctimas de negligencia acuden a abogados hábiles y expertos en ganar este tipo de demandas (que cobran muy caro y con frecuencia en proporción a la magnitud de la compensación obtenida), por lo que las instituciones y los médicos tratan de protegerse comprando seguros en contra de las demandas por negligencia (que naturalmente son también muy caros por el tipo de riesgo que cubren). Esto aumenta los costos de la medicina, porque en última instancia los que pagan los seguros de los médicos y de los hospitales son los pacientes. Pero además, la medicina se ejerce con un ojo en el paciente y otro en la posibilidad de una demanda, por lo que el médico se cubre ordenando exámenes especiales y consultas con otros expertos no en beneficio del paciente sino para, en caso dado, convencer al jurado de que su práctica era correcta. Los abogados especializados en caso de negligencia tienen a su vez consultantes médicos para atestiguar en casos controversiales, como lo son casi todos, y esto también eleva los costos de todo el proceso.

En Estados Unidos las demandas por negligencia médica se han transformado en un enorme negocio, en el cual hace ya mucho tiempo se olvidó el objetivo inicial, que era tratar de mejorar la atención médica al paciente. En México estamos empezando a ocuparnos del problema de la negligencia médica, pero no debe pasarse por alto que una actitud polarizada hacia los posibles daños que pueda sufrir el paciente tiende a ignorar los daños que pueden sufrir el médico y las instituciones de salud si las demandas injustificadas y hechas con dolo y con fines de beneficio económico no se sancionan también.

Para que la Comisión de Arbitraje Medico desempeñe su trabajo en forma justa y equitativa, sus juicios deben limitarse a establecer si las demandas por negligencia médica son o no aceptables, pero para que los médicos y las instituciones puedan defenderse de las demandas inaceptables esos juicios deben también valer ante las instancias del Poder Judicial en donde se ventilen los casos pertinentes. Sólo si los médicos y las instituciones pueden a su vez demandar a los demandantes que pretendieron extorsionarlos con acusaciones falsas de negligencia, habrá justicia en estos asuntos en México.