Además de saber muchísimo y seguramente por lo mismo, los distintos observadores comparten aun otro fundamento incluso más atávico: la búsqueda incansable de la teoría unitaria. Ese algo que explique en el acto y de una vez por todas el mundo en su conjunto y el universo en que radica; una imagen, nada más que una para las mil palabras que fueron dichas o pudieron haberlo sido.
Fiel a sus orígenes esotéricos, la ciencia antes que cualquier otra disciplina se afana enconadamente en descubrir el ábrete sésamo de la naturaleza. ``A través de la mitología de Einstein, dice Barthes con el cerebro del famoso físico en la mano, el mundo recuperó felizmente la imagen del conocimiento entero reducido a una fórmula [...] La histórica ecuación E=mc 2, en su imprevista simplicidad encarna la idea pura de la llave, lisa, lineal, hecha de un solo metal, que termina por abrir con una facilidad del todo mágica esa puerta que había resistido los esfuerzos de siglos. La energía, la materia, una relación de igualdad que sorprendió a todos y una constante de proporcionalidad que aunque era luz nadie veía: una ciencia completa en unos pocos signos.
Vino entonces la ardua persecución de la fuerza elemental que subyace a las fuerzas conocidas, la madre de todas las fuerzas, y entonces por fin el caos y una imagen parecida: todo cabe en un fractal sabiéndolo acomodar. Otra ciencia, miles de millones de dólares al año, se esfuerza en formular una expresión que iguale mente y cerebro. La ecuación vida igual genoma se utiliza ya corrientemente.
Teoría unitaria, cualquiera de ellas, porque desde luego su pretensión no es privativa de la actividad científica: recinto único, nada más uno para el grandísimo secreto: Dios, Natura, el Inconsciente. Y entonces cada quien para sí una vida tan coherente y unitaria: cosas que están contempladas y cosas que no son mi línea o mi fuerte, algún ideal políticamente consecuente (o dos o tres o ninguno) y sexo ese sí tan sólo uno; una personalidad, una vida y sea cual fuere obviamente una muerte.
Es tan importante la noción de unidad que al menos en eso están unidos los más diversos sectores de la patria. Los partidos y toda fuerza política proclaman la unidad primero de sí y después, en consecuencia, de todos los mexicanos, mientras el presidente de la república termina llamando a esa misma unidad en todos sus discursos. Una teoría unitaria de la realidad nacional, ese algo que explica en el acto y de una vez por todas el país en su totalidad y en particular la razón de sus problemas.
No es de ningún modo trivial esta necesidad de a fuerza encontrar unidad en lo que nos rodea. Lo que llama la atención es la tendencia a encerrar idealmente en un solo signo lo que se va sabiendo, y específicamente lo que es igual en todo: una vida en una nuez, una aventura en la cabeza disecada de un tigre, el universo en una fórmula exacta. Porque hay también otro camino en sentido opuesto, tal vez más natural por lo menos en el trópico: permitir que las palabras crezcan y se tiendan como enredadera sobre las diferencias de lo que constituye el mundo. La unidad no como la abstracción extrema del lenguaje, el secreto al que nos permite acceder y a la vez encierra una llave, sino la cotidiana capacidad que tiene el propio lenguaje de pasarse por los intersticios de la puerta y las ventanas. Valiente teoría unitaria que le apuesta a lo múltiple y diverso.
(Hace una semana en este paréntesis se hizo mención de un espectacular verde de12.90 x 7.20 metros y una chava desnuda de un metro sesenta de estatura. Dos días después, el miércoles 19, los portentosos pechos de un espectacular hicieron la primera plana de este periódico: los regiomontanos no pudieron con el sostén y hubo que vestir a la modelo. El medio parece calentarse, luego de que sin casi darnos cuenta creció monstruosamente. Al tradicional foro de anuncios gigantes en el Metro Insurgentes se suman ahora otros muchos lugares. Si hace un año casi no había más que unos cuantos, hoy la glorieta de Vaqueritos en Villa Coapa se ha convertido en aparador privilegiado de espectaculares. Ahí ese que les cuento.)