Recientemente se formó la Comisión Nacional de Arbitraje Médico. Tuve el honor de haber sido nombrado en tal comisión, nombramiento que me tomó de sorpresa y que de momento me generó un poco de angustia, pues desconocía la tarea precisa a la cual se tenía que enfrentar esta comisión. Sin embargo, cuando el secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente, instaló esta comisión y explicó la razón por la cual se formó y las metas que sentaron las bases de su creación, quedé realmente tranquilo y por demás satisfecho de que de ninguna manera se pretende generar un grupo de inquisidores con derechos a juzgar a los médicos y convertir a la comisión en un todopoderoso Ministerio Público de la Salud.
Realmente dicha comisión está muy lejos de ser eso; por lo tanto, me llaman mucho la atención ciertos virulentos ataques por parte de algunos sectores médicos, como por ejemplo la Federación Nacional de Colegios de Profesionistas Médicos, quienes manifestaron a través de su presidente, Roberto Villasana, y apoyados por el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social, que los integrantes actúan ``sin garantías de buena fe'', que la Comisión es ``nociva para la práctica médica'' y que los médicos ``no consentirán ser tratados como criminales''.
Con estos comentarios, dichas organizaciones se están declarando culpables de antemano. Creo que todos los médicos que atienden pacientes son de entrada inocentes y, desde luego, pienso que actúan de buena fe y hacen su trabajo de la mejor manera posible. De la misma manera, pienso que el paciente que reclama potencialmente tiene el derecho de hacerlo y por primera vez en México se tiene un organismo que permitirá ventilar las discrepancias entre Médico y Paciente. De ninguna forma se trata de elevar esta comisión al nivel de un dedo acusador, que automáticamente resuelva censurar o calumniar al médico. Si las partes que se sienten afectadas pensaran mesuradamente y con calma los posibles beneficios que esta Comisión pudiera redituar al gremio médico, se darían rápidamente cuenta de que en realidad se está germinando un mecanismo para lograr dictámenes que podrán generar una justa dimensión del problema surgido. Tan es cierto que en ocasiones el médico no hace su trabajo apropiadamente (así como no lo hacen algunos ingenieros, contadores u otros profesionistas), como es cierto que algunos pacientes pueden exagerar sus posiciones (como se ha visto en los Estados Unidos) con tal de obtener un beneficio económico no merecido. Pienso que la ventaja de esta comisión es que no tiene validez jurídica, pero sí un peso moral importante, y como todo juez externo, no tiene intereses creados alrededor de las demandas que surjan.
En todo caso, pienso que a esta comisión se le debería dar la oportunidad de que funcione y demuestre lo que puede hacer en lugar de censurarla de antemano y que con el tiempo se vayan ajustando los caminos. No existen antecedentes de este tipo de comisión en otros países y creo que la Secretaría de Salud ha mostrado interés en que las demandas lleguen a tener su justa dimensión. Ya por el solo hecho de mostrar interés se le debería felicitar. Está claro que la solución perfecta no existe.