Adolfo Sánchez Rebolledo
Jalisco-Tabasco: cuál federalismo?

En el curso de la última semana el presidente Zedillo viajó a dos estados cuyos gobernadores, por distintas razones y en grados muy diferentes, se hallan en problemas. Primero fue a Jalisco, donde brindó todo su apoyo al mandatario panista que había sido objeto de una campaña desestabilizadora probablemente orquestada desde el centro. El martes estuvo en Tabasco.

Aparentemente se trata de una misma actitud aplicada a situaciones distintas. Pero no es así. En un caso, Jalisco, el Presidente acude en defensa del gobernador, que era presionado desde la oscuridad por las fuerzas que buscan mover las aguas pensando que la alternancia es un error corregible en todo momento. En el segundo, en Tabasco, el Presidente pretende respetar la soberanía estatal cerrando los ojos a un conflicto que empaña los avances democráticos logrados en otras partes.

En Jalisco, el gobernador Cárdenas obtuvo la victoria sin objeciones. En Tabasco, en cambio, Madrazo recibió la investidura enmedio de la peor crisis vivida por el estado en los últimos tiempos. A Cárdenas Jiménez lo apoyan sus partidarios, pero también lo sigue de cerca una ciudadanía cada vez más crítica y vigilante. A Madrazo, en cambio, lo investiga la propia Procuraduría y sobre su futuro pesan oscuros presagios. En consecuencia, ir a Guadalajara y después a Villahermosa no es buscar los mejores equilibrios sino deslizar la balanza en la dirección equivocada.

Los hechos de violencia de los últimos días demuestran hasta qué punto la cuestión tabasqueña sigue planteada con grave riesgo para la vida política en su conjunto. Las negociaciones han sido insuficientes para aliviar la tensión. La oposición no cesa en acciones comprometedoras. El gobernador, pese a las maniobras legales de sus hábiles abogados, sigue en entredicho. No puede ocultarse que si Madrazo gobierna ``por la voluntad mayoritaria'' de los tabasqueños, también lo hace en virtud de sus generosas cuentas de campaña que, más allá de si hay delito inmediato que perseguir, comprueban la devastadora impunidad con que se fabrican tales victorias.

Es difícil creer que una política siempre al borde de la confrontación sea el camino para buscar una solución correcta al largo diferendo tabasqueño, pero es obvio que la polarización actual es el resultado de una cadena de innumerables atropellos y torpezas que aún es posible remediar. En Tabasco, independientemente de otras consideraciones, se vive una situación políticamente irregular no una normalidad artificialmente quebrantada que solamente puede atenderse con métodos políticos. Hago mías las palabras con que Mauricio Merino dibujó el trance en el que se halla Madrazo: ``no hay duda de que el gobernador ha acumulado una enorme deuda moral con Tabasco y con la democracia en México, en la medida que su contienda está emitiendo señales lamentables para la transición mexicana''. Esa deuda es la que ya no admite cortinas de humo ni condonaciones complacientes.

El Presidente está comprobando que es más difícil revitalizar el federalismo que persistir en las viejas prácticas. Muchos le piden que haga lo de siempre: dirigir desde Los Pinos la política estatal, quitar y poner a su antojo los funcionarios, en suma, emplearse a fondo usando las facultades extralegales del presidencialismo. Zedillo, sin embargo, no ha querido comprometer a su gobierno en causas locales con acciones que pudieran parecer una intromisión del centro en los asuntos internos de los estados. Tampoco ha querido mezclar la autoridad del Ejecutivo con decisiones correspondientes a otros poderes del Estado, pero eso no quiere decir que el Presidente deba abstenerse o renunciar a una política general, o que ésta deba limitarse a la expresión de una formal neutralidad administrativa que a nadie le conviene. La visita a Tabasco contradice su postura, no ayuda a despejar el panorama y sí, en cambio, fortalece la visión que sobre el país tienen los más antiguos y perseverantes centralistas, que no en vano se aprestan a recuperar lo perdido. Cuál federalismo es el bueno? P.D. Por vía de mientras, sería lamentable una nueva posposición de la reforma política, más todavía cuando los duros del PRI alzan la voz para echar abajo algunos de los acuerdos tan dificultosamente logrados. Sería el peor efecto posible de los últimos sucesos. No es hora de que el caso Tabasco deje de contaminar el ambiente? O eso es lo que se quiere?