Dos declaraciones insólitas, aparentemente inconexas, se presentaron esta semana. El presidente Zedillo señaló: ``Lo que nos ha faltado en México durante varios años es debatir políticamente cuál es el camino económico para que nuestro país se desarrolle'' (La Jornada, 24/06/96). Con esto, se abrieron las perspectivas para debatir sobre la política económica, sobre el modelo económico, que hasta la semana pasada estaban cerradas, ya que el discurso gubernamental señalaba rígidamente que no ``había de otra''.
La otra declaración fue de Koch-Weser, funcionario del Banco Mundial (BM), quien situó la proporción de pobres en México en 85 por ciento. Esta cifra es insólita no sólo porque es muy alta, sino porque la estrategia del BM ha sido siempre la de minimizar las cifras de pobreza. Así, la cifra públicamente conocida sobre México antes de ésta, referida a 1989, era 22.6 por ciento de pobres y 7.3 por ciento pobres extremos. No resulta verosímil que la proporción de pobres se hubiese multiplicado por cuatro. Es evidente el cambio de criterio.
Ambas declaraciones están conectadas porque: 1) Tal como lo indicó el funcionario del BM, el crecimiento reciente de la pobreza es atribuible a la crisis de 1994, que es una crisis del camino económico adoptado por los últimos tres gobiernos del país. 2) Porque el combate a la pobreza, sobre todo a la pobreza extrema, es parte esencial del modelo neoliberal, ya que los valores esenciales para esta concepción, que son las libertades individuales y la igualdad de oportunidades, no pueden realizarse, según esta doctrina, en presencia de pobreza. 3) Porque el responsable del BM para América Latina, ``aunque aseveró que no estaba abandonando las premisas de la estrategia para el desarrollo, basada en el libre mercado, ofreció una crítica seria y ponderada de los fracasos de dichas políticas para alcanzar al 20 por ciento de la población mundial más pobre'' (La Jornada, 26/06/96). Es decir, el BM reconoce que el camino neoliberal no está resolviendo el problema de la pobreza y, por tanto, no se haría realidad, para los pobres, que serían más de las tres cuartas partes de la población de México, las libertades individuales y la igualdad de oportunidades. 4) Porque el debate sobre el camino económico tiene una parte relacionada con la capacidad del modelo para generar crecimiento económico, pero otra, más sustancial, tiene que ver con el propósito final de todo crecimiento, el bienestar de la gente. Así, por ejemplo, Manuel López Obrador, uno de los tres candidatos a la presidencia nacional del PRD, declaró: ``Nosotros sostenemos que la política económica... ha mostrado se ineficacia, ha desbastado al país, a la planta productiva y mantiene un proceso constante de empobrecimiento''. Por su parte, ``el sector privado... exige reajustes para que los beneficios lleguen lo antes posible a los bolsillos de las empresas y de la población'' (Reforma, 25/06/96).
Las altas cifras del BM no quedaron sin respuesta. Enrique del Val, subsecretario de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), las desestimó e indicó que la pobreza en México afecta a 42 millones (46 por ciento de la población), de los cuales 22 millones (24 por ciento) están en pobreza extrema. Dio a entender que esta cifra de mexicanos ``en condiciones difíciles de pobreza'' ha crecido en lo que va de la presente administración (La Jornada, 25/06/96). Hay una enorme distancia entre los 77 millones de mexicanos pobres que calcula el BM y los 42 millones de Del Val. Recordemos que el estudio de INEGI-CEPAL (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática y Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas) dado a conocer en 1993, estimó que el 16.1 por ciento de la población en 1992 vivía en la pobreza extrema, los famosos 13.6 millones. Ese mismo estudio calculó en 37.2 millones (44.1 por ciento de la población) el total de pobres, suma de pobres extremos y no extremos. Las cifras de Del Val, por tanto, aunque se desconoce a qué año se refieren y con qué procedimientos se calcularon, son más elevadas en números absolutos y como proporciones de la población total, que el anterior dato oficial, tanto para el total de pobres como para los pobres extremos. El triunfalismo de Salinas, que presentó los datos del estudio INEGI-CEPAL como evidencia de que el modelo no sólo permitía crecimiento económico sino también reducción de la pobreza, ha sido sustituido por un realismo cauteloso de la Sedesol y un catastrofismo del BM.
El debate al que llamó el Presidente de la República debe llevarse a cabo. En mi opinión debe ser no sólo un debate político, sino también técnico económico. Deben participar no sólo los partidos políticos y las corporaciones empresariales y obreras, sino también otras fuerzas sociales (desde organizaciones de barrio hasta el EZLN), la academia, los comentaristas de prensa, las organizaciones no gubernamentales. En él, el camino económico deberá evaluarse no sólo, ni principalmente, por la estabilidad financiera y de precios, sino sobre todo por lo que el eslogan de campaña de Ernesto Zedillo postulaba: el ``bienestar de tu familia''.