Hace tres semanas tuve oportunidad de viajar a Villahermosa para dar una conferencia ante los miembros del Comité de Informática de la Administración Pública de Estados y Municipios, que efectuaban su reunión anual en esa ciudad. La visita me permitió hablar con profesores universitarios, con empresarios, con trabajadores del gobierno de Tabasco y funcionarios medios, y constatar la grave crisis política y económica por la que atraviesa el estado de Tabasco. El rechazo que capté hacia el gobierno de Roberto Madrazo es unánime; las razones, muy diversas.
Para los empresarios, la economía del estado se encuentra estancada y las inversiones detenidas ante la aparente inminencia de una crisis política, pero también ante las evidencias de un contratismo exagerado, en beneficio de familiares, de parientes y amigos del gobernador actual y de algunos de sus antecesores, ejercido de manera ansiosa, como si los días estuvieran contados.
Para los profesores y los empleados del gobierno, la corrupción, la ineptitud y los pleitos internos dentro del equipo de gobierno de Madrazo, constituyen la realidad cotidiana y son el resultado de los compromisos establecidos por Madrazo, con las élites del poder ligadas a algunos de sus antecesores, involucrados en su tiempo, en su propios procesos de ilegalidad y corrupción.
Para los ciudadanos comunes, la historia de las cajas, de los dispendios, de la compra de medios y de operadores políticos, de la campaña electoral tramposa, descalifica a Madrazo para gobernar, nadie que así llega al gobierno puede ser después un gobernante honesto, allí está el ejemplo de Salinas.
La importante presencia de Pemex, con su derrama natural de recursos económicos hacia el estado, con indudables efectos positivos, pero con un impacto directo en la contaminación de sus recursos naturales, que afecta a los sectores indígenas y campesinos, contribuye a la complejidad de la crisis política y social. La participación del gobierno de Madrazo en el problema, lejos de contribuir a su solución lo ha agravado.
La situación actual de Tabasco plantea, pues, una de las más graves contradicciones, dentro de la de por sí grave situación del país. Por un lado, la abundancia de sus recursos naturales, propicios para la agricultura, la ganadería y la pesca, y amplificada por la existencia de grandes yacimientos de petróleo y una gran infraestructura para su explotación y proceso. Por el otro, una población mayoritariamente indígena, sumida en la pobreza y el descontento social, ante la existencia de una élite reducida que controla todo y lo usufructúa para su beneficio personal, creyendo que con tirar migajas es suficiente para generar una imagen de desarrollo. El problema resulta, pues, explosivo, lo que se requiere es un cambio de fondo, la renovación completa de lo que hoy existe.
La decisión del Presidente de la República de apersonarse en el estado en busca de tal solución, podría parecer justificada ante la opinión pública, pero no lo es porque lejos de aportar algunos ingredientes para la solución del problema, su único resulta posible es agravarlo, de refilón, añadir otros a su de por sí crítica situación política.
Para el Presidente el hecho de asistir a actos públicos en Villahermosa, al lado del gobernador acusado de corrupción, asociación delictiva, lavado de dinero y violación de las leyes electorales para acceder al poder (lo cual invalida la elección misma), con pruebas documentales cuya legitimidad ha sido establecida por la Procuraduría General de la República, es un error político grave, porque ha dejado la impresión de que pretende proteger, por encima de la ley, los intereses de un grupo mafioso, cuya conducta resulta cada día más condenable para la sociedad.Actuando así, el Presidente no ha logrado nada; Madrazo sigue siendo Madrazo, el mismo que para mantenerse en el poder utiliza por igual pandilleros vestidos de priistas, y priistas vestidos de pandilleros para golpear campesinos, que aviones de narcotraficantes para bloquear las pistas del aeropuerto de Villahermosa, y que terminará por caer bastante antes del 2000. A cambio de eso, el Presidente ha vuelto a quedar en entredicho. Acaso un gasto de 60 veces mayor a lo que permite la ley, como recurso para comprar un puesto de elección popular (que no ganarlo) le parece irrelevante al Presidente? Una especie de pequeña travesura? Es también irrelevante que parte de ese dinero (13 millones de pesos) provenga de una operación tipificada como lavado de dinero, y realizada por un prófugo de la justicia que resulta ser amigo o socio del gobernador? Si éste es el caso, y ésa es la concepción ética del Presidente las dudas que surgen de inmediato, nos llevan a pensar en su propia campaña para obtener la Presidencia de la República, con las implicaciones de compromisos inconfesables, como los que hoy gravitan sobre Madrazo y sus cómplices. Pensemos mejor que esto no fue así.