José Agustín Ortiz Pinchetti
El error de junio

La visita que hizo Ernesto Zedillo al estado de Tabasco el 25 de junio y el apoyo entusiasta que proporcionó al gobierno de Roberto Madrazo, han sido interpretados por muchos como una provocación, y casi por todos como un grave error. Un error de imagen semejante al que se produjo en diciembre de 1994 cuando se derrumbó la ilusión económica heredada del salinismo.

Desde el inicio de su mandato, el presidente Zedillo ha presentado al país tres principales ofertas políticas: 1) una reforma política y del Estado ``radical y definitiva''; 2) el fin de la impunidad; y 3) el fortalecimiento de la separación de poderes. Ninguna de las tres áreas ha tenido un adelanto definitivo hasta ahora, sin embargo en los últimos meses se habían venido dando avances sustanciales que me he permitido resaltar en este espacio.1. Reforma electoral. El 17 de enero de 1995, el Presidente de la República firmó el llamado Pacto de los Pinos que dio formalmente inicio a las negociaciones de la Reforma Política. Sin embargo éstas se interrumpieron varias veces durante 1995 y los primeros meses de 1996. Finalmente a fines de este mayo la reforma pareció destrabarse. Los partidos políticos con representación parlamentaria iban poco a poco alcanzando consensos y se esperaba que en los primeros días de julio se convocaría a un periodo extraordinario de sesiones que pondrían la base constitucional de la reforma electoral.Sin embargo, la visita presidencial a Tabasco ha provocado que el PRD y el PAN se levanten una vez más de la mesa de negociaciones de la reforma. Esto quizá no romperá los consensos alcanzados pero introduce un elemento de discordia cuyos efectos dañarán su concreción. Esto es bastante grave porque los tiempos electorales están ya encima y la instrumentación de la nueva ley requerirá de un esfuerzo político-administrativo muy difícil de realizar si se carece del tiempo suficiente.

2. Fin de la impunidad. Desde su discurso de toma de posesión Ernesto Zedillo ha afirmado una y otra vez que nadie por poderoso que sea está por encima de la ley. La aprehensión de Raúl Salinas de Gortari fue un buen paso en este sentido. Por primera vez el brazo de la justicia alcanzaba de manera tan severa a una persona tan allegada a un ex presidente. Con ello se rompió una de las más importantes reglas no escritas del sistema político mexicano: la total impunidad de los presidentes y ex presidentes de la República y de su círculo de familiares y colaboradores cercanos hicieren lo que hicieren. Esta actitud pareció reforzarse con las declaraciones del procurador general de la República en el sentido de que se citará a Carlos Salinas de Gortari para que declare en torno al caso del enriquecimiento inexplicable de su hermano Raúl. Hace unos días, Ernesto Zedillo volvió a reiterar, en un discurso inusual por su dureza, que su gobierno no solapará la corrupción.

Esto es incompatible con que el Presidente haya acudido a Tabasco a expresar su apoyo a un gobernador que se encuentra bajo investigación, al que se ha acusado de recibir dinero negro para su campaña de parte de Carlos Cabal Peniche, un prófugo de la justicia, y de exceder escandalosamente los límites legales en sus gastos de campaña.

3. Fortalecimiento de la división de poderes. El respeto al Estado de derecho y a la autonomía de los poderes federales ha sido otra de las banderas de Ernesto Zedillo. La reforma al Poder Judicial y la creciente autonomía que comienza a mostrar la nueva Suprema Corte de Justicia parecían avalarlo. En nada ayuda al fortalecimiento del Estado de derecho el apoyo del Presidente a Roberto Madrazo. En México, donde el poder presidencial todavía es determinante, un apoyo así es decisivo, sobre todo si consideramos que quien investiga al gobernador de Tabasco, el procurador general de la República es jurídicamente un subordinado del Presidente y pudiera por esto sentirse inhibido o presionado para no ir al fondo en las investigaciones.

No puede creerse que el Presidente y sus asesores hubieran calculado mal los efectos de la acción del 25 de junio. Cabría preguntarse por qué pagar el alto costo de un respaldo que ya no era necesario porque el propio Presidente lo había otorgado antes. Parece que Zedillo perdió una excelente oportunidad para quedarse callado. Todas las cuestiones que levanta este hecho caen en el pozo de la especulación, que es todavía una vía regia para interpretar la política mexicana. Tendremos que esperar los acontecimientos para que se transparenten las verdaderas intenciones del presidente. Mientras tanto hagamos votos por que esta provocación no genere para el gobierno nuevos problemas a los que responda otra vez erráticamente.