Este comentario está basado exclusivamente en información publicada por La Jornada en su edición de ayer, 29 de junio. El hecho principal es la presencia de un grupo armado al finalizar el mitin organizado por la agrupación denominada Frente Amplio para la Construcción del Movimiento de Liberación Nacional (FAC-MLN), acto que fue presidido por Cuauhtémoc Cárdenas y otros miembros destacados del PRD, a quienes se invitó ex profeso. La reunión se llevó a cabo en Aguas Blancas, Guerrero, precisamente en el lugar donde, un año antes, fueron asesinados 17 campesinos, a manos de elementos de seguridad pública del gobierno del estado.
Aunque inesperada para la mayor parte de los asistentes, la incursión de varias decenas de encapuchados que portaban fusiles AK-47 y AR-15, no pareció sorprender a los organizadores, pues dos cordones de seguridad y un retén formados por miembros del FAC-MLN les abrieron paso y a continuación volvieron a cerrar el acceso. Transcribo el siguiente párrafo de la nota firmada por Maribel Gutiérrez: ``De una loma bajaron corriendo, con sus fusiles en posición para disparar. Al principio hubo confusión entre el contingente. Muchos trataron de replegarse, porque pensaron que había llegado el Ejército. Pero hubo unas voces 'No corran compañeros'que tranquilizaron a los manifestantes asustados, y en seguida se sumaron a un largo aplauso que duró mientras los miembros del EPR se situaban en sus puestos''.
En su alocución se dijeron combatientes del Ejército Popular Revolucionario y uno de ellos leyó el Manifiesto de Aguas Blancas, posteriormente resumido y traducido al náhuatl ``por una joven''. Finalmente dispararon 17 salvas simbólicas, y en su retirada fueron cubiertos por el equipo de seguridad del FAC-FLN.
La Secretaría de Gobernación y la Procuraduría General de la República emitieron un comunicado de prensa, en el que anuncian que se procederá contra quienes resulten responsables por violación a la Ley Federal de Armas de Fuego y que se citará a declarar a ``las personas involucradas en los hechos''.
Los miembros del PRD que presidieron el acto como invitados, no sólo se deslindaron de la ominosa presencia del grupo armado, sino que la reprobaron enérgicamente, al extremo de calificar su intervención en el mitin de Aguas Blancas como ``una grotesca pantomima''. Sería deseable que la realidad confirmara que estamos ante una farsa, pero entre las ocho y las nueve de la noche ocurrió un primer enfrentamiento entre integrantes del autodenominado Ejército Popular Revolucionario y agentes de la Policía Judicial del Estado, resultando heridos dos de estos últimos. Los hechos ocurrieron en la carretera federal México-Acapulco, a la altura de Zumpango.
No obstante la confusión que inevitablemente prevalece con el surgimiento de reales o supuestos focos guerrilleros, particularmente cuando, como en este caso, sus objetivos inmediatos son propagandísticos y no estratégico-militares, saltan a la vista algunos hechos incontrovertibles:En primer lugar, la obvia connivencia de quienes organizaron el mitin de Aguas Blancas, amparados bajo el emblema del FAC-MLN, con los sedicentes guerrilleros del EPR. Los cordones de seguridad estaban avisados, el momento en que debían irrumpir estaba programado, los propios organizadores tranquilizaron el ánimo de los asistentes ajenos al montaje, estaban previstos el lugar que ocuparían, la lectura del manifiesto y hasta su traducción al náhuatl, el epílogo espectacular de las 17 ráfagas y la protección de su retirada por los cordones de seguridad para que nadie los siguiera. Las ``personas involucradas'' a que se refiere el boletín de la SG y la PGR, no pueden ser otras que los dirigentes del FAC-MLN.
Otra obviedad es la absoluta inocencia de Cuauhtémoc Cárdenas y sus compañeros perredistas, respecto del fin de fiesta que estaba preparado. La táctica de asistir a donde los inviten, con tal de salir en los periódicos y sin prevenir las consecuencias, suele hacerlos caer en aquelarres de los que obtienen más sobresaltos y deterioros políticos, que propaganda favorable.
La tercera evidencia es el patrocinio económico que subyace en este episodio, pues el equipamiento y las características del armamento de que hizo ostentación este grupo, no pueden ser producto de suscripción popular, mucho menos en una región donde la pobreza es generalizada.
Los fines políticos ya no son tan obvios, pero podrían perfilarse dentro de un par de hipótesis: difundir en el país y en el extranjero que la zona donde hace un año ocurrió la muerte de 17 campesinos, no es tan pacífica como se ha querido hacer aparecer ni sus habitantes tan sumisos como se les supone; o bien provocar un nuevo motivo de incertidumbre en el país, que repercuta en los mercados financieros, bursátiles y monetarios, como parte de la línea desestabilizadora que persisten en seguir los adversarios del gobierno del presidente Zedillo.
Las hipótesis no son excluyentes. Podría ocurrir que intereses coaligados pretendan derribar dos pájaros con una sola pedrada. O quizás tres, si lograsen imponer la línea dura.