El secretario Espinoza, virtual poder detrás del trono en Jalisco
Mireya Cuéllar, enviada, y Gerardo Rico, corresponsal /IV y última, Guadalajara, Jal A Alberto Cárdenas Jiménez ``lo inventó'' Raúl Octavio Espinoza Martínez, su secretario de gobierno.
Propició los ``amarres'' con los grupos internos de Acción Nacional que lo hicieron candidato a gobernador: negoció con el poderoso grupo Zapopan, de Daniel Ituarte, con el DHIAC y con los pequeños círculos del llamado neopanismo. Y así, Alberto Cárdenas, el alcalde de Ciudad Guzmán, un hombre que sabía más de cosechar papas y frijoles que de política, le ganó la postulación al senador Gabriel Jiménez Remus.
Cárdenas puso el carisma y Espinoza Martínez el oficio político. Así se ganó el puesto de secretario general de Gobierno.
``Ahí radica su fortaleza'', señala un diputado local panista, cuando se le pregunta por el poder y la fortaleza que el secretario de Gobierno muestra para sortear las acusaciones en contra de Saúl Tapia Contreras. El oficial mayor a quien Espinoza Martínez designó y que está bajo sospecha de tener nexos con el narcotráfico, con los hermanos Lupercio Serratos.
En medio del escándalo, Raúl Octavio Espinoza se ha mostrado como el funcionario que tiene todo bajo control. Anunció que Tapia Contreras había presentado su renuncia ``voluntaria'' sin importarle contradecir a Alberto Cárdenas Jiménez que habló de un ``cese'' por órdenes suyas.
Se presenta ante la prensa con una sonrisa y la tranquilidad del político seguro de su posición. Pide que se investigue a fondo a Tapia Contreras, su ex compañero de banca en la carrera de derecho en la Universidad de Guadalajara y dice que ``todavía tiene mucho por hacer'' en la administración actual.
La ignorancia es también un arma de defensa ``Lo que él hiciera en su vida personal no era asunto mío... si yo tuviera todos los datos y supiera que está involucrado en el narcotráfico y lo invitara a sabiendas, sí habría un error... yo no estaba obligado a saberlo porque era su vida privada'', así respondió Raúl Octavio Espinoza Martínez, cuando la prensa local le preguntó por qué había designado oficial mayor del gobierno a Saúl Tapia Contreras.El procurador de Justicia, Jorge López Vergara, quien llevó a Anaceli Velasco Palomera de su despacho privado a las oficinas de la Procuraduría, también se defendió: ``Yo nunca observé algo raro en ella''.
Cuando se filtraron a la prensa provenientes de fuentes militares las versiones de que el oficial mayor del gobierno y la secretaria del procurador tenían nexos con los Lupercio Serratos y sus nombres estaban en las declaraciones del colombiano Iván Taborda Maya, Espinoza Martínez y López Vergara los defendieron. No serían removidos de sus cargos hasta que se probaran esas acusaciones, dijeron el 31 de mayo.
Pero esa postura no duró mucho. El 3 de junio, el gobernador Alberto Cárdenas Jiménez anunció que había ordenado la destitución de Tapia Contreras. Casi a la misma hora, el secretario general de Gobierno dijo que el oficial mayor había presentado su renuncia en forma ``voluntaria''.
También por ignorancia fue que el secretario de Gobierno cortó el listón inaugural de la estética de los Lupercio. No sabía quiénes eran.
El procurador tardó más tiempo en despedir a su secretaria, a quien narró le tenía mucha confianza; le encomendaba algunos asuntos personales como el pago de sus tarjetas de crédito y otros trámites. Primero la internaron en un hospital por ``una crisis nerviosa'', según dijo el propio López Vergara y después fue despedida.
Argumentar ignorancia respecto a la otra parte de la vida de la gente que trabajaba bajo sus órdenes, ha sido la mejor arma de defensa del procurador y del secretario de Gobierno.
La PGR y los periodistas han conocido la misma versión: los funcionarios no estaban enterados de lo que hacían sus subalternos en sus ratos libres.
El aparato de inteligencia que empezó a montar el gobierno panista de Jalisco cuando llegó al poder ``es muy deficiente'', comenta un alto funcionario, ``y las pruebas están a la vista: no se detectó que el oficial mayor estaba enredado con el narcotráfico''.
Y habla de los problemas que el tema implica: ``En el partido (PAN) hay abogados muy brillantes, empresarios y muchos profesionistas, pero no policías. Es una tarea muy delicada para encomendar a gente de confianza del partido y nadie estaba capacitado para desarrollar esa actividad. Cuando Alberto Cárdenas tomó posesión hubo incluso reticencias en algunos dirigentes del partido cuando se habló del tema. Meterse a investigar aspectos de la vida pública y privada de la gente a muchos les parece indigno''.
Las estructuras de inteligencia, apunta, sirven para tener un control sobre determinado grupo de personas y situaciones, pero pueden convertirse en un monstruo; el PAN y sobre todo el gobierno de Alberto Cárdenas, todavía no tienen claro cómo entrarle a ese asunto.
Dónde están Anaceli Velasco Palomera y Saúl Tapia Contreras? Los únicos que parecen haberlos visto desde que sus nombres fueron ligados a los hermanos Lupercio Serratos, son sus ex jefes y el delegado de la PGR en Jalisco, Jorge Alfredo Mirón.
La Procuraduría General de la República propició un escenario para que se presentaran a declarar sin toparse con la prensa y sus casas particulares tienen todo el aspecto de estar deshabitadas.
La ausencia es tal, que más de una vez se dijo que estaban prófugos, hasta que el delegado de la PGR informó que ya se habían presentado a declarar, sin dar hora ni fecha precisas.
De su situación jurídica es también muy poco lo que se sabe. La PGR les solicitó que no abandonaran la ciudad porque podrían ser requeridos nuevamente, pero no hay órdenes de aprehensión en su contra.
Saúl Tapia Contreras era un funcionario bancario antes de integrarse al gobierno como oficial mayor. Anaceli Velasco tenía seis años trabajando con Jorge López Vergara, y según la Procuraduría del estado, que intentó deslindarla del problema, quien pidió prestada la casa de Niños Héroes 235 donde aparecieron los cinco cadáveres fue Daniel Valdivia, el novio de Anaceli. Tampoco de Valdivia se sabe nada, y el delegado de la PGR se negó sistemáticamente a dar una entrevista a La Jornada, donde se hubiera intentado despejar muchas dudas.
En medio del escándalo del oficial mayor y la secretaria, reapareció el capitán Horacio Montenegro, ex director de Seguridad Pública de Jalisco, y acusó al procurador de Justicia, Jorge López Vergara, de tener nexos con los hermanos Arellano Félix.
Al provenir Montenegro de una institución tan vertical como el Ejército, nadie interpretó sus acusaciones como un asunto personal entre él y el procurador. Sobre todo, luego de que se dieron varios roces entre miembros de la V Región Militar y las autoridades locales, durante las primeras investigaciones en torno al robo del tráiler y la aparición de los cinco cadáveres en la casa que tenía en préstamo la secretaria de López Vergara.
Ivonne Aguilar, la contadora de los negocios ``lícitos'' de Pedro Lupercio, detenida junto con Taborda, dijo en una entrevista que elementos de la PGR la presionaron para que se dijera torturada por los militares que la detuvieron.
El Ejército, y no la PGR o la Procuraduría del estado, fue quien realizó todo el operativo para detener a la banda de Taborda, y en ese momento empezaron a brincar los nombres de Saúl Tapia, el oficial mayor, y de Anaceli Velasco, la secretaria.
Cuando tomó posesión, el gobernador de Jalisco solicitó a la V Región Militar uno de sus miembros para que se hiciera cargo de la Seguridad Pública, pero el día que tuvo a bien correrlo no hubo cabildeo, y sobre todo, a Montenegro se le hizo pagar ante la opinión pública por la muerte de la menor Rosa Elba Frank, en un operativo donde no tuvo injerencia, según las indagaciones de la Fiscalía Especial para ese caso.
Es de fuentes militares de donde salió la primera versión de que el bufete López Vergara de los hermanos del procurador aparece en un informe de la DEA, como uno más de los varios que prestan servicios notariales a los Arellano Félix. Pero además, que en una casa propiedad de los capos del cártel de Tijuana, se encontró documentación que involucra al mencionado despacho.
El procurador abrió el pasado fin de semana esa puerta. En una entrevista con el columnista Jorge Fernández Menéndez le dijo que efectivamente, sin saber, sus hermanos pudieron haber realizado algún servicio a los conocidos narcotraficantes de Tijuana.
``Pero eso no quiere decir que yo tenga algún nexo con el narcotráfico'', ataja, como lo hizo cuando dejó de defender a su secretaria para aceptar que puede estar implicada en la banda de Iván Taborda Maya y los Lupercio Serratos.
López Vergara es un académico con fama de honesto, que a la menor provocación muestra un estado de cuenta de su tarjeta de crédito y pregunta: ''Usted puede creer que tengo algo con el narco?''.