Ricardo Alemán Alemán
Itinerario político

Raúl Salinas y José Córdoba, en las concesiones
Se desmorona el tejido de complicidades

En la primera mitad de 1993, cuando arreció la lucha entre diversos grupos empresariales por obtener la concesión de los canales 13 y 7 de televisión, desde Los Pinos salió un mensaje para dos de los más fuertes pretendientes de la televisora del Estado: debían aliarse con el fin de formar un grupo con capacidad suficiente para competir con el gigante: Televisa.Los destinatarios de ese mensaje fueron los experimentados empresarios de medios de comunicación Clemente Serna y Joaquín Vargas. En el proyecto original de privatización se habían estipulado criterios como experiencia en medios y capacidad para competir como condiciones para otorgar la concesión.No sin sorpresa, el mensaje venido de Los Pinos fue atendido por Serna y Vargas, quienes rápidamente crearon la empresa Medcom para estar en condiciones de enfrentar a Televisa. Más aún, las semanas previas a que se hiciera público el nombre del ganador de la concesión, en los primeros círculos gubernamentales y hasta en Televisa se aseguraba que el favorecido sería el grupo de Clemente Serna.

Qué pasó al final? Pocos saben lo que ocurrió en el primer círculo gubernamental, pero existen evidencias de que los dos hombres más cercanos al entonces presidente, Raúl Salinas de Gortari y José María Córdoba Montoya, se movieron y en un acuerdo palaciego inclinaron la decisión presidencial hacia un amigo común: Ricardo Salinas Pliego.

No fue difícil para ellos convencer al mandatario de que sería un error entregar la concesión de los canales de televisión estatal a un grupo que desde sus emisoras de radio había asumido una actitud crítica hacia el gobierno y de que no existían garantías de que esa postura cambiaría una vez con el control de los dos medios.

Pero no quedó en eso. Efectivamente, como lo señala el columnista Jorge Fernández Meléndez (El Financiero, 2 de julio), hace casi tres años la Secretaría de Hacienda reunió a los grupos que pretendían la televisión estatal y, con el argumento de que la puja era muy reñida, les pidió moderar sus ofertas y dejarlas en cantidades que no superaran los 450 millones de dólares. El camino quedó libre para Ricardo Salinas Pliego quien, ahora se sabe, pudo haber recibido no sólo el apoyo político de José Córdoba y Raúl Salinas, sino incluso recursos económicos.La concesión de los canales 13 y 7 de televisión se entregó finalmente con base en dos criterios: uno político y otro económico. El primero, que no representara un riesgo para el gobierno, al menos de crítica. Y el segundo, que hiciera la mayor oferta. Si se quieren más detalles, puede consultarse el boletín de la Secretaría de Hacienda del 16 de julio, en donde se argumenta que, además de ser el mayor ofertante, el Grupo Radiotelevisora del Centro contaba con una amplia experiencia en la venta de radios y televisiones.

Habría que preguntarse dónde estaban Pedro Aspe Armella, secretario de Hacienda; Emilio Gamboa Patrón, secretario de Comunicaciones, y el jefe de la Unidad de Desincorporación, Jacques Rogozinski, y qué responsabilidad tuvieron en los acuerdos palaciegos para la desincorporación no sólo de los canales de televisión, sino de muchas paraestatales.

Como lo señala Ricardo Salinas Pliego en la escaramuza que se ha desatado entre las dos principales televisoras mexicanas, Televisión Azteca y Televisa, el proceso de privatización de los canales 13 y 7 puede no ser cuestionable en cuanto al camino que siguió Radiotelevisora del Centro para presentar la mayor oferta. Lo cuestionable, lo que no reconoce Salinas Pliego, es que resultó favorecido no por presentar el mejor proyecto, sino porque contó con el favor de una alianza palaciega.

En el fondo, la esgrima de acusaciones mutuas entre Televisa y Televisión Azteca es justamente el vínculo que ambas empresas o personajes destacados de ellas tuvieron con Raúl Salinas de Gortari. En realidad lo novedoso no es descubrir nexos de éste con las principales televisoras mexicanas, con los más destacados empresarios mexicanos o los banqueros más poderosos. Ya se sabe que el hermano incómodo incursionó en todos los círculos del poder político y económico del salinismo y que interactuó en alianzas y negocios con ellos.En todo caso, lo novedoso es el enfrentamiento de las televisoras, que niegan tener nexos con los Salinas y se acusan mutuamente de ello, y lo interesante es saber qué hay detrás del enfrentamiento, quiénes están detrás de las filtraciones y a quién benefician éstas.Una primera aproximación muestra que estamos ante el desmantelamiento del apretado tejido de complicidades que construyeron los Salinas con los más importantes grupos políticos y económicos del país y que, de existir la decisión, ello quitaría obstáculos a una eventual investigación del ex presidente Carlos Salinas.