Según las últimas noticias del primero de julio, no se han detectado más maniobras del EPR (Ejército Popular Revolucionario); en cambio ha aumentado de manera espectacular la movilización de numerosos destacamentos armados del Ejército mexicano rumbo a esa región guerrerense, teatro de las guerrillas de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas que Carlos Montemayor noveló en La guerra en el Paraíso. Curiosamente, y puedo equivocarme, los uniformes, las flamantes botas, el aspecto marcial de los nuevos ``guerrilleros'' es casi idéntico al de los soldados enviados a Guerrero para ``preservar la paz''. Quizá haya una diferencia: los rifles AK-47 que usan los nuevos revolucionarios son los que usan los narcotraficantes de ese estado que, como dicen en su nota Juan Manuel Venegas y Jesús Aranda, en La Jornada del 29 de junio, ``ocupa el primer lugar a nivel nacional en la producción de amapola y mariguana'', dato que probablemente no le era desconocido al ex gobernador Figueroa, exonerado hoy de cualquier tipo de delito político, moral o material.
Y aunque pueda equivocarme, y entre los nuevos guerrilleros haya campesinos desesperados reunidos clandestinamente para tratar de resolver los agudos problemas de miseria, desnutrición y enfermedades que aquejan a la zona, este nuevo ejército del pueblo me provoca cierta inquietud. Se trata, es cierto, del aniversario luctuoso de los asesinatos de Aguas Blancas, pero, no es también justo el momento en que se inicia el foro para la reforma del Estado en Chiapas? No parece que los supuestos guerrilleros se han aprendido de memoria las tácticas usadas por el EZLN? Y este dato que puede ser lógico se vuelve curioso porque las coincidencias se han aprovechado perfectamente: La sorpresiva y salvaguardada aparición de los guerrilleros (cuando menos se les esperaba?); los pasamontañas o los paliacates que encubren el rostro, un plan de acción inmediata para exigir el derrocamiento del gobierno antidemocrático, el establecimiento de nu nuevo gobierno, y, finalmente, el resumen del discurso en náhuatl. Me da la impresión de que se trata de una maniobra muy bien instrumentada y mal intencionada para socavar al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) produciendo réplicas o mutantes, colocándolos en lugares clave (primero, en los pueblos mayas de Chiapas donde ese tipo de personajes disfrazados crea la confusión y desprestigia a los zapatistas, en el momento exacto en que se desarrollan las pláticas de paz). Estas tácticas no son nuevas, son las típicas del establisment que reacciona con perversidad ante cualquier movimiento inusitado y sorprendente que lo amenaza. No acabaron con los hippies convirtiendo su revolución en un simple cambio revolucionario de la moda? Utilizaron sus gestos y sus signos y se los devolvieron convertidos en productos de la sociedad de consumo. Reproducir los gestos y los discursos del subcomandante Marcos con las técnicas de la publicidad televisiva o, mejor, con las técnicas electrónicas que producen una realidad virtual, distorsiona su sentido y su mensaje, y sobre todo intenta contaminar la formidable opción por ellos propuesta, la posibilidad de finalizar con las técnicas violentas de la guerrilla, desarmar mediante soluciones concretas y sobre todo mediante el diálogo y la palabra escrita a los fundamentalismos y, como decía Regis Debray, demostrar que no estamos condenados irremisiblemente a las leyes de la globalización.