Adolfo Sánchez Rebolledo
Un foco guerrillero?

Se especula sobre la posibilidad de que el Ejército Popular Revolucionario (EPR) no sea una auténtica organización guerrillera y sí, como a muchos les resulta obvio, una impostura paramilitar, un montaje fabricado justamente para crear confusión, fomentar la inestabilidad política haciendo más densa la incertidumbre que desde hace ya un largo rato nubla el largo pasaje hacia la democracia.

Y en efecto, la sorpresiva parada parece una provocación. Primero porque surge hecha a la medida para demostrar que, en efecto, algo mucho más tangible y material que el fantasma de la guerrilla, invocado por Figueroa, rondaba el vado de Aguas Blancas. Segundo, por la manifiesta inoportunidad de una aparición en el lugar y en el momento más inadecuado, cuando en Chiapas se reinstaura el quebrantado diálogo entre el gobierno y los zapatistas. Tercero porque la presencia de un grupo armado en una zona altamente conflictiva alienta a los eternos predicadores del orden cueste lo que cueste.

No se dice, porque nadie lo sabe, quién podría tener el interés pero también los medios suficientes para propiciar una situación semejante. Y en este punto el abanico interpretativo se abre: que es el mismo Figueroa en persona el director de la orquesta; que la supuesta guerrilla sólo es una cobertura del narcotráfico, a juzgar por la calidad y cantidad del armamento, que se trata, afirman los más picudos, de una faramalla del gobierno, sin aclarar cuáles serían los beneficios de tal invención. Sin embargo, en buena parte de estos análisis lo más inmediatamente notorio son las ganas de creer que nadie puede ser tan irracional como para actuar tan deliberadamente en contra del cálculo político y el más elemental sentido común.

Y, sin embargo, ninguno de esos argumentos basta para anular la posibilidad de que, en efecto, el EPR sea uno de esos contingentes armados de cuya presencia viene hablándose ya desde hace varios años. Cabe señalar, por si hiciera falta la aclaración, que no es la primera vez que un grupo armado sorprende con acciones ubicadas en una lógica que no corresponde, por decir lo menos, a lo que muchos esperan de ellos.

Con todo, el hecho político incontrastable es el aislamiento del EPR y lo que éste representa en el imaginario político nacional. Todas las fuerzas nacionales y sus líderes, empezando por Cuauhtémoc Cárdenas, han buscado deslindarse de estos hechos, ratificando el compromiso con la legalidad y las formas pacíficas de actuación. Cárdenas tiene toda la razón del mundo cuando pide a los organizadores del acto de Aguas Blancas, es decir, al FAC-MLN guerrense que expliquen su conducta en torno a la repentina aparición en sociedad del EPR. Pero tampoco Marcos quiso extenderle una carta de naturalización a los recién llegados (y desconocidos para el EZLN) guerrilleros y, antes al contrario, destacó en buen romance que unos y otros tenían fines diferentes. El mismo Gonzalo Ituarte, vicario de la diócesis de San Cristóbal y el secretario de la Comisión Nacional de Intermediación (Conai), fue el primero en aclarar que el EPR no tenía nada que ver con el zapatismo, apurado tal vez por las imprevisibles consecuencias que para la continuidad del diálogo tendría una conexión entre ambos grupos armados.

En fin desde el gobierno hasta los zapatistas, pasando por la propia Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) y el FAC-MLN, todos se han referido al EPR con prudentes reservas o pintado su raya para desmarcarse. Y, sin embargo, esta convergencia deja en la misma oscuridad el enigma planteado por el EPR: Es o no un grupo guerrillero, así se trate de un grupo foquista en el más viejo sentido de la palabra, como se desprende de la Declaración de Aguas Blancas, leída por Emiliano a nombre del EPR? A fin de cuentas, en Guerrero existen las condiciones objetivas para que una orientación de esta naturaleza pueda prender. Las hubo ya en el pasado y por desgracia subsisten hasta el día de hoy. En Guerrero, como en otras partes, también hay desesperación campesina, malestar generalizable, desconfianza, temor. Sería tan sorprendente, después de todo lo que hemos vivido en los últimos tiempos, que allí surgieran unos hombres salvadores y providenciales? Y si es así persistirá el asombro o el estupor?