Octavio Rodríguez Araujo
Un libro de Danielle Mitterrand

Cuando Danielle Miterrand (DM) estuvo en la Selva de Chiapas el subcomandante Marcos le pidió dos cosas: que contara lo que había visto, lo bueno y lo malo, y que fuera a San Andrés. DM cumplió: fue a San Andrés y contó lo que había visto. De México fue a Cuba, de ahí a Brasil, Uruguay, Chile y finalmente a Portugal, países donde habló de la rebelión zapatista, de sus demandas y de la vocación de esos guerreros que ``odian las armas'' pero que las usaron para hacerse escuchar y construir un mundo de paz fundado sobre los valores humanos y no sobre el poder del dinero; y luego escribió un libro que apareció la semana pasada: Ces hommes son avant tout nos freres.

Quiero referirme al libro de DM que es también una larga carta al subcomandante, como se desprende del último párrafo, antes de citar la convocatoria al Encuentro Intercontinental incluida al final. Escribió, en referencia a un texto de Marcos sobre la ternura: ``Esta ternura, subcomandante Marcos, nosotros la poseemos. Ella estaba simplemente dormida en nosotros. Usted la ha despertado... Usted ha despertado en nosotros la esperanza''.

En el primer capítulo DM recuerda unos pasajes del discurso que su esposo, entonces presidente de Francia, pronunciara antes de la reunion de Cancún en 1981, aquellos pasajes en los que Mitterrand saludaba a ``quienes quieren vivir y vivir libres'', entre los cuales incluyó a los indígenas y campesinos sin tierra, a quienes resisten sin armas para vivir y vivir libres. DM cita también su carta de respuesta a los indios mexicanos y al subcomandante Marcos con motivo de la invitación que recibió para asistir a la fundación de la Convención Nacional Democrática, en la que dijo que cuando su salud se lo permitiera le gustaría un encuentro con ellos. Y también cumplió, a pesar del marcapaso que le regula el ritmo de su corazón (y que ella llama ``marcapaz'' en un juego de palabras). Aquí explica también la portada del libro, una foto en la que Marcos le regala una flor de papel (''Madame, bonsoir. Je ne suis que'un chevalier de papier et ne peux vous offrir qu'une rose de papier), escena que conmovió a DM, como a todo el mundo, por su enorme sencillez y la nobleza del acto.

DM explica en su libro la lucha del EZLN y que la única ayuda que le pide Marcos es para la población civil con hambre, con lepra de montaña, con enfermedades curables que el gobierno no atiende porque los indígenas no son rentables ni se pueden cotizar en la bolsa. Y cuenta, revelando las dudas que cruzaron por su mente, cómo resolvió seguir su intuición y asistir a San Andrés, no sin preguntarse qué interpretaría el gobierno mexicano. Lo que ella quiso, y logró, fue observar, escuchar y ser testigo para poder decir, más adelante, su versión, su testimonio de lo que estaba viendo en La Realidad, en San Andrés y, no menos importante, en su camino con presencia militar. Sobre ésta, hace una pequeña reflexión: mientras el ejército mexicano cree registrar en fotografías la cara de ``peligrosos pacifistas'' mexicanos y extranjeros, éstos denuncian ante el mundo, también con imágenes, la ``dictadura escondida'' (la dictature cachee) de un gobierno que habla de paz, de bienestar y de desarrollo.

Y DM se congratula del primer éxito de su solidaridad con aquéllos que han creado un ``contrapoder'', que no se comportan como los oponentes clásicos ni como los partidos prestos a arrancar poco a poco el poder a aquéllos que lo detentan para ponerlo a su disposición. Su primer éxito, escribe, fue hablar, romper el silencio ante dirigentes sociales, embajadores, gobernantes, autoridades de diferentes niveles, pueblos de indígenas en otros países, en este libro que se leerá en todas partes... Y fue así que en Lisboa, al recibir el premio de Derechos del Hombre del Centro Norte-Sur, dijo: ``Ustedes que me escuchan, representantes de la Union Europea, los convenceré de registrar este llamado de los indígenas de Chiapas? Porque les concierne, a ustedes también. Los convenceré de interpelar a sus colegas electos de México para recordarles que el deber de no injerencia no existe cuando se trata de la universalidad de los derechos del hombre? Les harán remarcar, como yo, que la promoción meritoria de su trámite de paz está en contradicción con sus actos cuando refuerzan la presión del ejército sobre los pueblos indígenas; cuando condenan a prisión a su principal interlocutor toman tantas otras medidas provocadoras? Y llegó a una certidumbre: ``Asistimos a un movimiento que, nacido en una pequeña región de México, va a revolucionar al mundo''; y más adelante escribió que es una revolución para construir un mundo en el que el valor central será el hombre, con su cultura, sus orígenes, sus diferencias; y el objetivo de esta sociedad no será ni la acumulación de la riqueza ni la acumulación del poder. Ella permitirá a cada uno realizar lo mejor de sus aspiraciones humanas, en la fraternidad, en la justicia, en el respeto sin discriminación entre sexos ni razas. Y fue esto lo que hizo que en la Contra Cumbre del G-7 en Lyon, Francia, hace unos días, cuando terminé mi ponencia sobre la solidaridad internacional al EZLN, provocara que más de 800 personas, de Francia y de otros países del mundo, aplaudieran de pie y terminaran gritando, con el puño levantado, E-Z-L-N.