Fue la obra del guerrillero errante acosado por las furias de su destino. Quizá por ello nació y peregrinó por los senderos del drama de los más lastimados a despecho de su eterna pujanza y vitalidad arrolladora. De su popular leyenda fantasmal tomó impulso y de la inspiración y técnica del lenguaje, su serena majestad, que sólo le es dada alcanzar al verdadero político.
La afrentosa pasión con la que abatió en su revelación la condición humana, fue tránsito para una resurrección en la selva chiapaneca a fuer de espiritualidad vivida en la comunión con los indígenas chiapanecos. Ciertamente más que un guerrillero, Marcos --a golpes de voluntad y de talento--, labró paso a paso su fama de político moderno, de su entraña torturada por el hambre, y el brutal sadismo con el que son tratados tzotziles, tzeltales o tojolabales.
Sobre las ásperas calzadas llenas de lodo de la selva chiapaneca nómada, el lenguaje universitario de Marcos consiguió integrarse a la cultura indígena, expresada en su lenguaje y formarse al aire libre, crecer y tomar bríos en las andanzas y etapas de su exilio citadino al campo chiapaneco. La ruta de sus escritos y discursos y cartas marcaba sus altos y avances en el proceso creador, vía el lenguaje, para darle voz al indígena soterrado en su dolor. Escritos pergeñados cuando podía y donde podía, siempre perseguido por el gobierno o su tiempo político, arma central de su éxito. Ello, no obstante, la ensembladura y cohesión de su discurso político es tal, que nadie diría sino que éste había sido compuesto en una sola jornada al margen de los acontecimientos.
Discurso que integra al indígena al lenguaje citadino y viceversa. Al margen de un sector resueltamente hostil, sin duda por no disonar del rutinario sentido común. Bajo tan despiadada lapidación, su trabajo comunicacional no cesa en el intento de hacer oír el pensamiento indígena, tal como se va construyendo día a día y que parece podrá ejercer su influencia en el país.
Marcos pasó del estrépito de sus viejas escopetas, a la conformación de una alianza política con el partido de la izquierda (PRD). Alianza para combatir la vigencia del modelo imperante representando por los partidos PRI y PAN. Esta alianza representa (de darse) la consolidación de la paz y el desarrollo de una nueva cultura política en México. Cultura que habrá de construir un nuevo discurso político día a día. Cultura que vaya en contra de redentores, salvadores y mesías y se finque en el trabajo del pensar cotidiano. Trabajo que habrá de ayudar a elaborar los duelos que nos acompañan y nos sumen en la pasividad, busca dioses.
Locura y cultura de Marcos que no son lo mismo. Como dice Miguel Angel Zarco: ``la cultura es un sueño del que se puede entrar y salir, e incluso si se torna pesadilla, cabría la posibilidad de cambiarla. La locura, en cambio, es un sueño de tal intensidad que si se sale de ella, el efecto de la frustración puede ser irreversible''.