Eduardo R. Huchim
Cómo le hacemos, don Ernesto?

Para el presidente Ernesto Zedillo, ``hoy son inviables y condenables [las] posturas que sólo en la intolerancia y el autoritarismo pudieran tener algún sentido''. Es probable que con estas palabras el mandatario se haya referido implícitamente a la irrupción en Aguas Blancas y en la escena nacionaldel Ejército Popular Revolucionario, y si así fuera sería necesario estar de acuerdo en la inviabilidad de la lucha armada, pero no sería razonable inferir de esto la inexistencia del autoritarismo y la intolerancia en el país.

Al hablar de este tema, en la ceremonia del Día Nacional del Ingeniero, el lunes pasado, el Presidente llamó, como lo ha hecho otras veces, a debatir argumentos, propuestas y soluciones tanto en economía como en política. ``Resolvamos dijo diferencias, querellas y aun inconformidades por los caminos, más anchos que nunca, como hoy nos ofrecen la ley, la democracia y la libertad''.

Supongamos que el sustrato del discurso presidencial es auténtico, no simplemente retórico, y reflexionemos:a) Hay presunciones serias, avaladas por un informe de la Suprema Corte de Justicia, de la responsabilidad política y penal del ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer en la matanza de Aguas Blancas. El autoritarismo y la intolerancia, sin embargo, han impedido su enjuiciamiento de uno y otro tipo, lo cual fue el detonador o el pretexto para la aparición de un nuevo grupo armado, independientemente de las dudas sobre su origen y objetivos.

b) Para amplísimas franjas sociales, Roberto Madrazo Pintado no debe continuar en la gubernatura de Tabasco después de haber sido exhibida su ilegitimidad a causa de los desproporcionados gastos en su campaña electoral, como quedó demostrado con las célebres cajas de documentos reveladas por el líder perredista Andrés Manuel López Obrador. No obstante, el autoritarismo y la intolerancia del sistema político han propiciado la permanencia de Madrazo en su puesto. Y no sólo eso, sino en un acto de irresponsable provocación, el propio Presidente fue a darle un irritante espaldarazo, con las cruentas consecuencias ya conocidas.

c) Voces de prácticamente todos los estamentos sociales demandan, desde hace mucho, un cambio en la política económica del país, habida cuenta de los resultados depauperantes de la vigente. No es una práctica autoritaria e intolerante rechazar ese clamor con el solo argumento de que cualquier otro camino produciría resultados peores? Este argumento concita repudio generalizado sencillamente porque los efectos de tal política son de empobrecimiento, y porque desde hace tres sexenios no se ha permitido otra vía. El gobierno aduce frecuentemente que las críticas a la marcha de la economía nacional no van acompañadas de programas concretos. Propuestas económicas no han faltado, pero aun cuando faltaran, la elaboración de alternativas no es exigible a la sociedad sino a los propios gobernantes, que disponen de medios adecuados para formularlas.

Ernesto Zedillo ha llamado a debatir y resolver diferencias y querellas, pero en los mencionados asuntos que obviamente son ejemplos, no los únicos el antagonismo entre el criterio gubernamental y anchas franjas sociales es palmario y ha sido expuesto por partidos políticos, organismos no gubernamentales, guerrilleros, diputados, senadores, etcétera. Dicho de otro modo: los tres asuntos han sido debatidos reiteradamente, pero en los tres el sistema político no ha variado su criterio. Figueroa sigue impune, Madrazo permanece en el gobierno de Tabasco, y la política económica continúa empobreciendo a los mexicanos. Y, por favor, no nos hablen de lo alentador de las cifras macroeconómicas, pues a nadie se oculta que hemos caído tan bajo que los avances no son tales sino, simplemente, un freno a la caída. En tanto la recuperación no se refleje en los bolsillos y las mesas de las familias, no es racional hablar de mejoría, y hacerlo parece una hiriente burla.

Pero bueno, si ocurre lo anterior con temas tan debatidos, para qué debatir? para ejercitar nuestra capacidad retórica? para dar cauce catártico a nuestras indignaciones? Discutir, impugnar y recibir la respuesta autoritaria e intolerante del gobierno es infértil.

Por supuesto que, pese a todo, se precisa insistir en las impugnaciones y el debate, pero cómo le hacemos, don Ernesto, para resolver nuestras querellas, diferencias e inconformidades? Ya sé que no se puede llegar a soluciones satisfactorias para todos, pero en los tres ejemplos citados mantener las cosas como están frustra aspiraciones esenciales de segmentos mayoritarios de la nación, vulnera el espíritu de la ley y erosiona la legitimidad del gobierno.

Cómo le hacemos, don Ernesto, más allá del discurso, para conciliar esas aspiraciones con el estatus de Figueroa, Madrazo y la economía?