Los bosques de oyamel son uno de los ecosistemas más hermosos que tenemos en el país. Los oyameles (Abies) son los clásicos árboles de navidad, de forma cónica casi perfecta y aroma agradable; estos bosques ocupan el 0.16 por ciento del territorio nacional. Se pueden localizar desde Baja California hasta Chiapas, aunque siempre recluidos a zonas de alta montaña (entre 2 mil 500 a 3 mil 600 metros), en barrancas protegidas de alta insolación, con clima que varía de semifrío a frío, en suelos profundos, con alto contenido de materia orgánica y alta humedad ambiental; todo ello contribuye a un desarrollo vigoroso de los árboles.
Normalmente estos bosques se encuentran en penumbra, impidiendo el desarrollo de los estratos bajos (hierbas y arbustos); sin embargo, al abrir el dosel, es decir, las copas de los árboles, se estimula el desarrollo de una cubierta de hierbas y arbustos (sotobosque), rica en plantas forrajeras; útiles para hatos mixtos de chivos y borregos, forman parte del sustento de los campesinos de estas áreas. Además, en las áreas abiertas se pueden desarrollar plantas alimenticias, medicinales, ornamentales, de limpieza y hongos. A pesar de su poca extensión, los bosques de oyamel proporcionan otros beneficios: 1) Protegen cuencas de ríos importantes, por ejemplo el Jamapa, en Veracruz; 2) Permiten la conservación del suelo; 3) La infiltración de agua; 4) Conservación de la fauna silvestre; 5) La obtención de beneficios económicos para los poseedores del recurso (árboles de navidad, pulpa para papel, etcétera).
Es importante mencionar que las especies mexicanas de oyamel son endémicas, es decir, sólo se encuentran aquí y no en otros lugares del mundo, con la excepción de Abies concolor, de Baja California y Abies guatemalensis, de Chiapas; pero el bosque de oyamel no es totalmente puro, comparte su espacio con otros pinos (gimnospermas) y latifoliadas (angiospermas), debemos recordar que, además, México es el Centro Mundial de Diversificación del género Pinus (otra razón para conservar estos ecosistemas).
Lo anterior da una pequeña idea de la riqueza florística de este tipo de bosques, riqueza que no termina de descubrirse, ya que hace poco encontramos una nueva especie (Oritrophium orizabense Nesom) para la ciencia y nuevo registro para Norteamérica (la parte más norteña de su distribución se encontraba en Venezuela). El área ocupada por estos bosques ha disminuido debido, entre otros, a los siguientes fenómenos; 1) El avance, hasta el momento inevitable, de la agricultura, actividad primordial para los habitantes de esas zonas; 2) Minifundismo; 3) Abandono total, por falta de apoyo económico, de trabajos y líneas de investigación que se desarrollaban bajo condiciones naturales, con la participación de campesinos innovadores interesados en mejorar el manejo de sus recursos naturales. Lo anterior tiene, desde mi punto de vista, tres soluciones iniciales: 1) El aprovechamiento científico y racional de los recursos forestales, es decir, una silvicultura sostenible, entendida ésta como la administración de los bosques, de tal manera que se satisfagan las necesidades actuales, sin comprometer la seguridad de futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades (definición de silvicultura sostenible adoptada en la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992); 2) Capacitar a los productores en el trabajo productivo organizado y comunitario, esto último es necesario ya que, para hacer producir adecuadamente al bosque o la selva, son necesarios varios miles de hectáreas y por ello es fundamental la unión de los productores para tal propósito; todo esto requerirá tiempo y dinero, pero creo que es mejor a vender o concesionar las tierras a transnacionales, que en muchos casos no reinvierten en el país y, normalmente, utilizan especies exóticas, en detrimento de las especies nativas y en ocasiones de los ecosistemas; 3) Reanudar el apoyo económico a los proyectos de investigación científica que se desarrollan en estas zonas.
De lograr lo anterior, estaremos en el camino para detener y revertir el deterioro de nuestros recursos naturales y evitar que terminen en manos que no sean las nuestras.