El Foro Especial sobre la Reforma del Estado concluyó con resultados relevantes para la vida política nacional. Entre otros destacan: el avance en la reconversión del zapatismo en una fuerza política de nuevo tipo; la creación de mejores condiciones para la pacificación del conflicto chiapaneco; el diálogo, convergencia y elaboración de propuestas programáticas entre una diversidad de actores sociales y políticos en la lucha por la transición hacia la democracia y un nuevo modelo de desarrollo, y, el impulso a la lucha indígena.
En el Foro participaron más de mil asistentes provenientes de 29 entidades federativas de la República. Presentaron sus puntos de vista lo mismo partidos políticos con registro (PRD y PT) que agrupaciones sin reconocimiento jurídico (Foro Democrático, PRT, PST). Estuvieron presentes algunos de los movimientos ciudadanos más relevantes en el escenario político nacional como Alianza Cívica, y de los movimientos reivindicativos más activos como El Barzón o la Intersindical. Personalidades de la política y la academia debatieron con pasión y rigor sobre el futuro del país junto con dirigentes indígenas o gremiales.
En la medida en que la Mesa de Bucareli privilegió la reforma electoral y la negociación entre partidos políticos con registro, un amplio espectro de actores sociales y políticos fueron excluidos del debate sobre la Reforma del Estado. Una parte de ellos encontraron en el Foro convocado por el EZLN el único espacio disponible para hacer oír su voz. Con ello, irónicamente, la Reforma del Estado, bloqueada desde el Poder y los partidos políticos, recibió un empujón.
El evento mostró los avances en el proceso de conversión del EZLN en fuerza política nacional autónoma de nuevo tipo. Casi la mitad de los asistentes eran delegados de los Comités Civiles que, como hongos, han aparecido por todo el país y que son la base organizativa desde la que se construye el FZLN. El zapatismo civil es, sin embargo, un fenómeno mucho más amplio que el contenido en la organización del Frente, y abarca lo mismo comunidades indígenas que redes sociales. Esta transformación evidenció: primero, que el zapatismo es expresión política nacional y no un fenómeno reducido a cuatro municipios de Chiapas; segundo, que el camino para solucionar el conflicto armado consiste no en una estrategia que privilegia el cerco militar de los rebeldes sino en la construcción de salidas políticas.
Obviamente, los asistentes criticaron el modelo de desarrollo que ha condenado a la pobreza y a la exclusión a millones. Pero coincidieron en que existen otras vías de desarrollo alternativas, y que parte sustancial de ese otro camino es resolver las 16 demandas básicas del pueblo mexicano. Sólo con justicia social será posible crecer. Ante un modelo económico que prescinde de millones de seres humanos de acuerdo a las necesidades del mercado, la defensa de sus niveles de bienestar es hoy la piedra de toque de cualquier proyecto civiizatorio.
Este nuevo modelo de desarrollo está íntimamente vinculado a la creación de relaciones ciudadanas plenas, al derecho a tener derechos. No hay razón que justifique el que unos disfruten de una ciudadanía completa y otros sólo puedan acceder a una parte de ella, como tampoco la hay para condicionar el ejercicio de un derecho al apoyo a un partido político. Y, como elemento sustancial en la creación de esta nueva ciudadanía, está el reconocimiento a la diferencia y a los derechos colectivos. Como los pueblos indios han mostrado, la mejor vía para hacer valer sus derechos individuales es, precisamente, el reconocimiento y ejercicio de sus derechos colectivos.
Desde la lógica de los asistentes, un nuevo modelo de desarrollo y el ejercicio pleno de los derechos están íntimamente vinculados a la necesidad de transitar hacia la democracia. Sin democracia plena no puede haber ni uno ni otro. Esta transición no ha comenzado aún; requiere de un camino de régimen, es decir, de separar al PRI y al Estado. La pobreza no impide alcanzar la democracia; por el contrario, en la lucha contra ésa, los sectores populares han forjado la fuerza social y las identidades capaces de alcanzarla. Pero este tránsito requiere de una vía inédita, pacífica, que estimule las iniciativas y acciones de la sociedad civil y la formación de condiciones opositoras.
En el centro del nuevo proyecto de acción política está la construcción de la autonomía. Entendida como autogobierno, como derecho a darse y quitarse a sus propios representantes y decidir sobre el camino propio, abarca todos los niveles sociales. En ella está la clave para que los ciudadanos definan el destino de sus vidas.
El Foro Especial sobre la Reforma del Estado permitió que un amplio abanico de fuerzas políticas y sociales bloqueadas por el actual régimen hayan encontrado un punto de encuentro y diálogo. Aunque no fue concebido por sus convocantes como un acto fundacional se convirtió en un evento privilegiado en el desarrollo del nuevo arcoiris político que el zapatismo y la nueva lucha de los pueblos indios abrieron.